miércoles, 14 de junio de 2017

150 AÑOS DEL FIN DEL IMPERIO




MAXIMILIANO, EMPERADOR DE MÉXICO

Carlos Tello Díaz.

Editorial Debate, Abril 2017. 
$129






         El filósofo e historiador Tello Díaz, autor de una imponente biografía de su antepasado Porfirio Díaz (en un primer volumen delicioso que habla sobre su emergencia como soldado, guerrero, héroe), ahora nos entrega un “texto conciso”, como él mismo lo denomina, acerca del emperador Maximiliano de Habsburgo (1832 – 1867). En 25 capítulos cortos, Tello Díaz recupera un texto escrito hace más de dos décadas que iba a ser publicado por Clío para acompañar el lanzamiento de una telenovela histórica sobre el emperador y su esposa Carlota que, finalmente fue cancelada, por lo que el escrito se fue a un cajón. Ahora, debido al sesquicentenario de la ejecución del “austriaco” como le llamaba Benito Juárez, sale oportunamente para nuestro disfrute.





         No es una biografía profunda y novedosa como la ya tradicional de Egon Caesar Conte Corti (FCE, 2003, como edición reciente, aunque fuera publicada en 1924), alabada por Alfonso Reyes, sino que resulta un prontuario adecuado para nuestros tiempos cuando se quiere saber mucho y aprenderlo en poco tiempo. Cada capítulo corto nos lleva a los antecedentes, niñez, juventud, amores, matrimonio, entronización, mandato y muerte del personaje. Nos enteramos de sus fuerzas y debilidades, además de la relación con su ambiciosa esposa. Sus grandes logros y buenas intenciones para sus súbditos mexicanos. Un ser que adaptó su tradición aristocrática al medio mexicano donde no se acostumbraba esta forma de vida.





         El 19 de junio de 1867, recluido en el Convento de los Capuchinos en Querétaro junto con sus oficiales Miramón y Mejía, despertó para exclamar con fortaleza: ¡Qué hermoso día! Siempre quise morir en un día como éste, antes de ir a escuchar misa, desayunar y luego dirigirse al Cerro de las Campanas donde fue fusilado. A cada soldado le regaló una pieza de oro, les pidió que apuntaran al pecho para que su madre pudiera reconocerlo al ver su cuerpo, cedió su lugar a Miramón. Con esta muerte terminaba un imperio iniciado el 28 de mayo de 1864. La historia ha juzgado a Maximiliano por su calidad de “traidor”, cuando en realidad aceptó un trono ofrecido por conservadores mexicanos: algo común en Europa donde las monarquías se adquirían por matrimonio, ascendencia o relaciones internacionales. Su papel en la historia fue negativo desde la oficialidad. Ahora que se cumplen los 150 años de su muerte se torna en personaje para explorar.


Brian Aherne y Bette Davis en la popular
cinta de William Dieterle (1939)



         Rubio, de ojo azul, con facciones finas, Maximiliano ha sido interpretado en cine por varios actores en diversas películas. El más notorio, internacional, está con Brian Aherne en la cinta Juárez (William Dieterle, 1939) con una Bette Davis trigueña como Carlota. Aquí, en México, Enrique Herrera lo interpretó en Juárez y Maximiliano (Miguel Contreras Torres, 1933) para luego pasar por otros actores (por ejemplo, Paco Morayta en la cinta de Cazals, Aquellos años, en 1972), y hasta en la pionera de las telenovelas históricas con la producción del entonces Telesistema Mexicano (escrita por Guadalupe Dueñas, una de las grandes escritoras nacionales, de la cual acaban de publicar sus obras completas en el Fondo de Cultura Económica), donde Guillermo Murray dio vida al triste emperador Carlota y Maximiliano (Ernesto Alonso, 1965). Enigmático, ambicioso o manipulado, no puede negársele de manera absoluta. Toda una figura.


Guillermo Murray y María Rivas en la polémica
telenovela histórica que hizo que el presidente
Díaz Ordaz le llamara la atención a los productores
por no tratar "verazmente" a Juárez.