TÓTEM
2023.
Lila Avilés.
Al
inicio de la cinta, la pequeña Sol está sentada sobre el excusado del baño de
un restaurante, junto con su madre quien le está contando una historia
fragmentada: “y es entonces cuando ella le canta al cielo”, a lo que la niña pregunta
“¿es entonces cuando la matan?”. Es el prólogo antes de que la mujer la deje en
casa del abuelo, donde están sus tías Nuria y Alejandra, quienes preparan el
festejo para celebrar el cumpleaños de Tonatiuh, padre de Sol, quien está
enfermo y en esa casa vive al cuidado de la enfermera Cruz, mientras su madre Lucía,
actriz, va a dar funciones al teatro. Durante el día, Sol será testigo de
diversos hechos y costumbres de su familia: Nuria está al pendiente de la
comida y de la preparación del pastel de cumpleaños. Alejandra se pinta el
cabello, recibe a una curandera para que “limpie” a su casa de malos espíritus.
El abuelo, psicólogo, atiende a una llorosa paciente. Sol pasa el tiempo
queriendo ver a su padre, mientras deambula por el patio, juega con insectos,
se apoltrona entre cojines para sentirse aislada, hasta que llega la noche y la
fiesta.
En su segundo largometraje, la
propositiva Lila Avilés ("La camarista" 2018), nos mete al mundo cotidiano de una familia clase
media, a través de los ojos de una niña que apenas va comprendiendo la realidad
de vida y muerte. Sus tías discutirán por cuestiones de dinero o problemas
personales. El abuelo pasa el tiempo, fuera de la atención de su paciente,
podando un mediano bonsái, como árbol de la vida, que será un regalo para Tona,
como le llaman cariñosamente al hijo, hermano, esposo. Luego está la insólita
presencia de la curandera que garantiza que el lugar se encuentre libre de
malos presagios. La atenta Cruz no le permite a Sol que vea a su padre todavía
(personaje al cual se ve hasta la mitad de la cinta), ya que no está listo:
todo ello hace que Sol se la pase atestiguando el entorno. Más tarde, empiezan
a llegar los parientes e invitados, lo mismo que la madre de Sol.
Entonces, las cosas cambian, empiezan
los saludos, los recuerdos, los comentarios. A Sol, un tío le regala un pez en
bolsa de plástico, y la gente se reúne en el patio para la cena. En la fiesta,
hay un extraño sentimiento de ambigüedad: al mismo tiempo que se celebra la
vida, con recuerdos y anécdotas del pasado de Tona, hay discursos que van de lo
filosófico a lo superficial, como si fueran obituarios adelantados. Algunos
invitados conocen apenas a otros. La gente se ha reunido para festejar otro año
de vida de Tona, que bien podría ser el último. Esto lo percibe Sol, quizás
recordando el cuento que le contó su madre al inicio: que cuando se canta es
para el momento previo a la muerte. Y hay una secuencia de abrazo y entrega
entre padre, madre e hija, donde Lucía le entrega un regalo a Tona como símbolo
de esperanza y futuro: ahí es donde el espectador se da cuenta del tótem
familiar, de que el anhelo de todos reside en el deseo de que la vida siga
igual, como antes de la enfermedad.
Lila Avilés ha logrado conformar a un
conjunto de espléndidos actores, a los cuales mueve con un ritmo incesante y un
equilibrio constante, en perfecta sincronía unos con otros. Todo sucede como la
vida misma. La asombrosa Naíma Sentíes, como Sol, logra secuencias de gran
emotividad, sobre todo, cuando se da cuenta de que le cantamos al cielo antes
de que nos quedemos con un espacio vacío. Ganadora del premio del Jurado Ecuménico
en Berlín 2023, además de otros galardones a la mejor dirección, “Tótem” es una
delicada mirada al descubrimiento del dolor.
La directora Lila Avilés
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