viernes, 2 de septiembre de 2022

RELACIONES

PARÍS, 13er. DISTRITO
(Les olympiades, Paris, 13e)
2021. Dir. Jacques Audiard.

                   Basada en tres cuentos gráficos de Adrian Tomine, aparecidos en su historieta Optical Nerve, tenemos a tres personajes inmersos en sus búsquedas personales. Émilie (Lucie Zhang) vive en el 13er. distrito de París, llamado “Les olympiades”, porque sus ocho torres habitacionales tienen los nombres de ciudades que han sido anfitrionas de estos juegos. Su apartamento pertenece a su abuela, recluida en un sanatorio por Alzheimer, y al buscar compañera de departamento, llega Camille (Makita Samba), profesor de secundaria. Ambos tienen relaciones sexuales y empiezan a vivir juntos, pero mientras Camille no quiere compromisos sentimentales, Émilie se enamora. Una aventura que tiene Camille con una compañera de su escuela hace que Émilie le reclame y Camille decida irse del departamento… Nora (Noémie Merlant), llega a París para retomar su carrera de derecho, luego de varios años. Un malentendido, provocado por una peluca y un vestido entallado que usa en una fiesta, hace que sus jóvenes compañeros la confundan con una estrella porno, llamada “Amber Sweet”. Comienza el acoso y Nora prefiere abandonar los estudios. Empieza a trabajar en una inmobiliaria que, ahora, atiende Camille, en su año sabático, apoyando a un amigo. Inicia otra relación amorosa entre ellos…

                   La anterior (parcial) sinopsis sirve para establecer lo que vendrá a ser el tema de la película: son tres personajes en busca de sí mismos. Cada uno tiene todas las características ya comunes para estos tiempos: la tecnología, sobre todo, que puede provocar esas confusiones, acosos, insultos, y cambiar la vida de la persona; o también, las aplicaciones donde se ofrece sexo casual, sin compromisos; o los sitios pornográficos, donde el usuario puede vivir la fantasía que desee, siempre y cuando esté dispuesto a pagar. Por otro lado, está presente el sentido de las relaciones humanas: Émilie acepta acostarse con su posible compañero de cuarto porque es mejor “empezar temprano para comprobar que los sentimientos perduren”, o Nora decide ser la agresiva en el acto sexual para definir su posición. Y está la inestabilidad en los sentimientos: Émilie va a visitar a su abuela, le arregla el pelo, la cuida, pero la mujer la desconoce repentinamente, por lo que decide no volver a visitarla.

                   Los antecedentes de cada uno se irán conociendo de manera sencilla, pero contundente, sin profundizar demasiado, con hechos que se vuelven sólidos. Émilie tiene una hermana doctora a la cual acude cuando tiene problemas, pero ella le reclama y la rechaza. Los padres viven en Londres: una secuencia en que ella toca el piano, permite el recorrido por una serie de fotografías que la muestran desde pequeña, en compañía de los padres, y su evolución con el tiempo. Por su parte, Camille va a visitar a su padre, viudo recientemente, quien vive con su hermana menor, adolescente, tartamuda: el hombre le pide que se lleve lo que desee y queda en el cuarto de su madre. Nora ha dejado su pueblo, escapando de una relación incestuosa de muchos años, y tiene problemas de frigidez.

                   El guion está brillantemente estructurado para ir confeccionando las historias de los tres personajes entre sí, sin llegar a lugares comunes (uno pensaría que se llegaría a un trillado ménage-a-trois, que por fortuna no ocurre). Émilie y Camille vienen a ser el detonante de la historia. Nora, aparece más adelante y, al inicio, se siente menos importante y profunda su presencia: todo cambia en un instante. Antes de su presencia, hay una secuencia corta, en color, donde se muestra la propaganda erótica de “Amber Sweet” que tendrá más relevancia posteriormente.

                   Anteriormente expresé que son tres personajes en busca de sí mismos, aunque, en realidad, debería de ser tres personajes en busca del amor. En un mundo tan vacío y tecnológico, ya suena nostálgico más que cursi. La película está filmada en blanco y negro, con sus combinaciones de grises. Los diferentes colores de piel, así registrados, incrementan todavía ese erotismo y el deseo que surge en los personajes. Es lo que hace que alguien baile feliz luego de tener sexo satisfactorio o se desmaye de emoción ante la presencia del objeto amoroso. Esta cinta lo demuestra.

El realizador Jacques Audiard en Cannes 2021



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