sábado, 2 de septiembre de 2023

DESCUBRIR EL DOLOR

TÓTEM
2023. Lila Avilés.

                  Al inicio de la cinta, la pequeña Sol está sentada sobre el excusado del baño de un restaurante, junto con su madre quien le está contando una historia fragmentada: “y es entonces cuando ella le canta al cielo”, a lo que la niña pregunta “¿es entonces cuando la matan?”. Es el prólogo antes de que la mujer la deje en casa del abuelo, donde están sus tías Nuria y Alejandra, quienes preparan el festejo para celebrar el cumpleaños de Tonatiuh, padre de Sol, quien está enfermo y en esa casa vive al cuidado de la enfermera Cruz, mientras su madre Lucía, actriz, va a dar funciones al teatro. Durante el día, Sol será testigo de diversos hechos y costumbres de su familia: Nuria está al pendiente de la comida y de la preparación del pastel de cumpleaños. Alejandra se pinta el cabello, recibe a una curandera para que “limpie” a su casa de malos espíritus. El abuelo, psicólogo, atiende a una llorosa paciente. Sol pasa el tiempo queriendo ver a su padre, mientras deambula por el patio, juega con insectos, se apoltrona entre cojines para sentirse aislada, hasta que llega la noche y la fiesta.

         En su segundo largometraje, la propositiva Lila Avilés ("La camarista" 2018), nos mete al mundo cotidiano de una familia clase media, a través de los ojos de una niña que apenas va comprendiendo la realidad de vida y muerte. Sus tías discutirán por cuestiones de dinero o problemas personales. El abuelo pasa el tiempo, fuera de la atención de su paciente, podando un mediano bonsái, como árbol de la vida, que será un regalo para Tona, como le llaman cariñosamente al hijo, hermano, esposo. Luego está la insólita presencia de la curandera que garantiza que el lugar se encuentre libre de malos presagios. La atenta Cruz no le permite a Sol que vea a su padre todavía (personaje al cual se ve hasta la mitad de la cinta), ya que no está listo: todo ello hace que Sol se la pase atestiguando el entorno. Más tarde, empiezan a llegar los parientes e invitados, lo mismo que la madre de Sol.


         Entonces, las cosas cambian, empiezan los saludos, los recuerdos, los comentarios. A Sol, un tío le regala un pez en bolsa de plástico, y la gente se reúne en el patio para la cena. En la fiesta, hay un extraño sentimiento de ambigüedad: al mismo tiempo que se celebra la vida, con recuerdos y anécdotas del pasado de Tona, hay discursos que van de lo filosófico a lo superficial, como si fueran obituarios adelantados. Algunos invitados conocen apenas a otros. La gente se ha reunido para festejar otro año de vida de Tona, que bien podría ser el último. Esto lo percibe Sol, quizás recordando el cuento que le contó su madre al inicio: que cuando se canta es para el momento previo a la muerte. Y hay una secuencia de abrazo y entrega entre padre, madre e hija, donde Lucía le entrega un regalo a Tona como símbolo de esperanza y futuro: ahí es donde el espectador se da cuenta del tótem familiar, de que el anhelo de todos reside en el deseo de que la vida siga igual, como antes de la enfermedad.

         Lila Avilés ha logrado conformar a un conjunto de espléndidos actores, a los cuales mueve con un ritmo incesante y un equilibrio constante, en perfecta sincronía unos con otros. Todo sucede como la vida misma. La asombrosa Naíma Sentíes, como Sol, logra secuencias de gran emotividad, sobre todo, cuando se da cuenta de que le cantamos al cielo antes de que nos quedemos con un espacio vacío. Ganadora del premio del Jurado Ecuménico en Berlín 2023, además de otros galardones a la mejor dirección, “Tótem” es una delicada mirada al descubrimiento del dolor.

La directora Lila Avilés



viernes, 1 de septiembre de 2023

HERMANAS EN CONFLICTO

LOS BUENOS MODALES
2023, España. Dir. Marta Díaz de Lope Díaz.

         En el prólogo de esta divertida comedia humana se parte de un hecho triste: Rosario (Elena Irureta, maravillosa) y su hijo Roberto llegan al entierro de alguien, para ser rechazados por la doliente Manuela (Gloria Muñoz, deliciosa) y su hija Mónica (Inma Cuesta). Pasan ocho años y la acción ahora se centra en dos sirvientas: Trini (Pepa Aniorte) quien cuida al pequeño Daniel, del que luego sabremos que es nieto de Manuela, y Milagros (Carmen Flores Sandoval) quien cuida a Carmen, nieta de Rosario. Un viaje al parque hace que los niños se conozcan y Daniel invite a Carmen a su fiesta de cumpleaños. Ahí se reencontrarán Rosario y Manuela, quienes vuelven a hacerse de palabras y harán saber que son hermanas, por lo que reclamarán a las sirvientas la situación que, en realidad, sucedió sin que ellas supieran nada. Es entonces cuando Milagros obligará a Trini que se entrometan para lograr que las dos mujeres se reconcilien.

Las cuatro maravillosas intérpretes de "Los buenos modales": 
Elena Irureta, Pepa Aniorte, Carmen Flores Sandoval y Gloria Muñoz.

         De manera brillante, la narración va llevando al espectador a la revelación de secretos (el primero será el parentesco entre Manuela y Rosario), debidos a una cuestión del pasado. La comedia se va desarrollando entre dos situaciones: por un lado, el de las patronas, y en otro, las sirvientas cuya intención principal reside en curar la soledad de los niños que atienden: es agosto, son vacaciones, y los pequeños se entretienen viendo televisión, por lo que la relación que inicia en el parque sirve para crear una amistad inesperada y momentos de felicidad en compañía.

         Al ver la película, se recupera la idea de las simples comedias teatrales que España nos brindaba en los años cincuenta y sesenta, debidas a las plumas de Alfonso Paso, Miguel Mihura o Juanjo Alonso Millán: los hechos casi inverosímiles de casualidades que la ficción permitía con toda libertad, además de los personajes secundarios que servían como pretexto para arreglar confusiones o eliminar discordias. La cinta es muy simple en su anécdota, pero es compleja en la forma de narrarla, además de contar con impecables elementos técnicos, y un conjunto de talentosas y carismáticas actrices.

         La cinta va mostrando la cálida relación entre las sirvientas que, además, son vecinas en el edificio donde viven, en contraste con el distanciamiento y frialdad de las hermanas. En su afán de producir el acercamiento, su propia amistad se va enfrentando con problemas mientras que las otras mujeres van encontrando su camino personal. Los personajes son sólidos: tanto Manuela como Rosario son mujeres solas que viven cocinando las delicias aprendidas del pasado como recetas maternas; ambas, casi septuagenarias, tienen sus manías propias: Manuela vive repasando el viejo álbum de fotografías para platicar con su madre o limpiando patológicamente la cocina de la casa de su hija, que es lo que desconcierta a Trini, quien, por su lado, es una mujer sola que da clases particulares a los hijos de sus vecinos, además de trabajar en el servicio doméstico.          

Milagros, por su parte, es casada con marido alcohólico, y trabaja para el hijo de Rosario, cuya mujer, vegetariana, desprecia a su suegra y tira a la basura, la comida que ella, amorosamente, cocina para su hijo. Sin querer, insinuando al espectador, tal parece que Rosario sufre, en su familia y en carne propia, por lo que sucedió en el pasado. La película es tan disfrutable, tanto por la forma en que uno se va involucrando, como por las actuaciones espléndidas y el buen oficio de su directora. Da gusto no andar recibiendo mensajes feministas e insulsos, sino ver a una directora que muestra a mujeres con los pies en la tierra, enfrentando sus realidades con fortaleza y mucha gracia.

La directora Marta Díaz de Lope Díaz

jueves, 2 de febrero de 2023

RIVALIDAD CAMIONERA

 ¡ESQUINA… BAJAN!
1948. Dir. Alejandro Galindo.

         Los conflictos que se derivan de la rivalidad entre dos empresas camioneras para ganar una nueva ruta dan lugar a una serie de problemas en los que se meten tanto el chofer Gregorio del Prado (David Silva, excelente) como el cobrador Constantino, apodado Regalito (Fernando Soto “Mantequilla”). En una asamblea sindical, el dueño de la empresa Zócalo-Xochicalco y Anexas, así como el líder, solicitan a los choferes no causar ningún problema en el lapso de 30 días que las autoridades han concedido a cada línea para demostrar su calidad y eficiencia, por lo que deben de tratar a los pasajeros con cortesía. El carácter volátil de Gregorio debe de ser contenido ante este requisito, pero en uno de los viajes, por quedar bien con la pasajera Cholita (Olga Jiménez), quien le ha conquistado a primera vista, se desvía de la ruta para llevarla a su casa. En realidad, la muchacha y otros pasajeros han sido contratados por el dueño de la línea contraria Virreyes-Doctores y anexas, Manuel Largo Langarica (Víctor Parra, magnético como siempre) para servir como provocadores. Así se irán desarrollando situaciones donde Gregorio tendrá caída laboral, decepciones amorosas, confusiones en su lealtad, hasta llegar a una solución que mejore su existencia.

Marco Antonio Campos, Viruta, 
antes de su etapa capulinesca

         Luego del gran éxito de Campeón sin corona (1945) donde se había introducido al ambiente populachero, del habla de barriada y el anhelo del triunfo por parte de los desposeídos, para que su propia condición los anulara; y después de filmar otros títulos en géneros variados, Alejandro Galindo pudo retornar al ámbito de la clase trabajadora, sindicalizada, clase media baja, que no vivía en cuchitriles y se ganaba el pan de cada día, gracias a su esfuerzo. En esta ocasión, el chofer Gregorio es un hombre enérgico, quien siempre está a punto de desatar su enojo que lo mete en problemas. Su compañero, el cobrador de boletos, es quien sirve como elemento de calma, neutralizador de un temperamento explosivo. De ahí que cuando se solicita la mayor cortesía para el cliente, Gregorio se sienta amarrado: está bien que haya que respetarlos, pero todo tiene su límite cuando los mismos pasajeros se pasan de la raya. Este carácter apasionado también le servirá para enamorarse de inmediato, además de cometer una gran equivocación. Gregorio, contra la imagen del Roberto o Kid Terranova de Campeón sin corona, tiene su orgullo y no se arredra ante la fatalidad. Si el otro se menospreciaba ante un rival norteamericano, éste va a enfrentarse con el dueño de la línea camionera para pedirle ayuda o trabajo. Ya eran otros tiempos: el triunfalismo alemanista de la época permitía hablar de una solidaridad sindical, siempre y cuando no se violentaran las formas, ni se excedieran las reglas no escritas, pero intuidas, de la política mexicana en el cine.

 Las asambleas sindicales

         La cinta es muy rápida en sus diálogos y en el ritmo de su acción. Por medio de la edición, se juega con los pasajeros incómodos en un camión atiborrado, como si fueran sardinas en lata, para ofrecer una visión del mundo en el que se mueven personajes y su entorno: quienes cargan bultos voluminosos o el trío de cantantes (donde la voz principal es Marco Antonio Campos, quien luego será el popular Viruta) que se meten para recibir alguna moneda o los que van de pie, moviéndose de un lado para el otro, acorde con la velocidad o los frenados del camión. Igualmente, una persecución de Cholita por Gregorio, cuando éste la reencuentra, se realiza vertiginosamente, mientras la muchacha huye y el hombre la sigue, por una calle atiborrada de puestos y de vendedores informales. Y también están las asambleas sindicales donde cada uno de los numerosos participantes reacciona acorde con el discurso. El maestro Galindo, en su afán por ofrecer una visión de la clase popular, evita caer en los estereotipos y toma los elementos más representativos, en ese tiempo, bajo esas circunstancias.

 Luego de dos swings, a escuchar un bolero romántico...

         No hay una crítica feroz hacia la sociedad que recrea: la pinta, con las licencias naturales del cine, para que ocurra la identificación del espectador: el cortejo amoroso, el problema laboral, la pérdida del empleo, el pleito con el compañero de trabajo, los enjuagues de los poderosos. Y así como en Campeón sin corona, Roberto iba al centro nocturno con Lupita para disfrutar juntos de un danzón, ahora Gregorio invita a Soledad (Cholita) a un centro social, como lo llama, para darse vuelo con un swing, en una brillante (y enérgica) secuencia, donde ambos bailan, luego pasan a su mesa para ordenar algo de beber, pero en cuanto suena otra melodía rítmica, van nuevamente a la pista. Ahora sí, al terminar, ambos vuelven a la mesa, para que la orquesta inicie un bolero romántico: Cholita coloca su cabeza sobre el hombre de Gregorio y ambos escuchan embelesados. Ahí es donde Gregorio comentará su desgracia y Cholita escapará por remordimiento.   

 El reencuentro con Cholita

         Por otro lado, están las relaciones empleado-patronales, en sus dos vertientes: Gregorio pertenece al bando donde hay comprensión, el líder es abusivo, pero el contubernio es positivo porque ambos concuerdan en sus fines. En cambio, la empresa rival tiene como cabeza a un tipo ladino, chapucero, que busca la manera de ganar al otro por medio de sucias maniobras. Sus empleados cercanos son prácticamente hampones, aunque la cinta no se introduce en las relaciones laborales más allá de estas imágenes. Víctor Parra, con sus ojos claros y su aspecto cínico, es la perfecta contraparte hacia la bonhomía y prudencia reflejada por Salvador Quiroz. Entre personajes bonachones e íntegros como Rabanito (Jorge Martínez de Hoyos, actor universitario, en su debut fílmico) o Menchaca (Ángel Infante), compañeros de Gregorio, está la gran diferencia con el principal compinche de Largo Langarica, o sea el tenebroso Robles (Jorge Arriaga, cuya participación en Nosotros los pobres Ustedes los ricos, le darían una presencia perenne, además de ser otro de los grandes y subestimados villanos del cine nacional). Todas las posibilidades para el contraste absoluto entre buenos y malos, sin enfatizar la obviedad.

 Rabanito (Jorge Martínez de Hoyos) 
y Regalito (Mantequilla)

         La película tiene otras presencias extraordinarias: Delia Magaña, como la novia de Regalito, aunque en una participación pequeña. La española Pin Crespo (quien haría pocas películas, pero la mitad con Alejandro Galindo, quien fuera su segundo marido) en un rol mínimo, como chica que Cholita salva de suicidarse y quien luego será la que la reúna con Gregorio. Olga Jiménez, la hermosa dama joven, quien también filmaría once películas, para dejar el cine, casarse, tener ocho hijos, radicar en Torreón, donde moriría en marzo de 2016, a los noventa años. ¡Ah, y por supuesto David Silva!, actor y productor de muchas películas, con una personalidad arrolladora, al cual la vida le traería muchas tragedias por el descuido de su salud. Desde sus inicios, fue el galán joven, pero los años engrosaron su cuerpo, produjeron la caída del cabello (más tarde, la amputación de sus piernas por la diabetes) y finalmente, aunque nunca dejó el cine, a partir de 1969, con El topo (Alejandro Jodorowsky), adquirió un estatus de culto e interés por parte de los jóvenes directores del momento. Su presencia es clave para muchas de las cintas que interpretó: en cada etapa, por diferentes motivos. En su juventud, por razones obvias que se perciben a través de sus imágenes, aparte de su atractivo físico estaba, sobre todo, su calidad actoral que no podía disminuir ni por los años ni por enfermedad.

Olga Jiménez


Olga Jiménez, con su hijo Alejandro y su nieta

         ¡Esquina… bajan! tuvo una secuela, al año siguiente, debido a su gran éxito (Hay lugar para… dos). Ambas cintas fueron producidas por “Hermanos Rodríguez” que, de vez en cuando, daban oportunidad a que otros realizadores (Emilio Fernández con Islas Marías o Fernando Méndez con el díptico de Los tres Villalobos, por ejemplo) filmaran tramas que se intuían taquilleras, sobre todo dirigidas a un público popular. El cine mexicano ofrecía títulos y estrellas que, en su momento, se sentían banales y sin importancia. El tiempo, mejor juez, ha demostrado que había sustancia y sustento. Aquí he hablado de uno de esos grandes ejemplos que lo comprueban.

El incomparable David Silva



 

domingo, 4 de diciembre de 2022

DOCUMENTAL LIMITADO

SIDNEY
2022. Dir. Reginald Hudlin.

         ===Este interesantísimo documental permite conocer la vida y trayectoria del actor Sidney Poitier (1927 – 2022) y define su posición como personaje revolucionario al negarse a interpretar los mismos roles que hasta su debut cinematográfico se asignaban a los actores de color. A lo largo de entrevistas realizadas con el paso de los años, se va reconstruyendo una vida que comenzó en su país natal, Las Bahamas, como niño nacido prematuramente, al cual se le auguraba una muerte segura. Su madre no lo aceptó y puso tanto cuidado que el niño creció sano, dentro de un ambiente familiar que le enseñó valores fundamentales, sobre todo, la dignidad. De su paso hacia Miami, donde conoció lo que era la realidad racista, pasó a Nueva York donde aprendió a leer y a conquistar su anhelo por ser actor, hasta que un golpe de suerte le permitió ser contratado para la Fox, donde debutó profesionalmente en “El odio es ciego” (No Way Out. 1950. Dir. Joseph L. Mankiewicz), donde interpreta a un joven médico quien es amenazado por un delincuente racista quien le culpa por la muerte de su hermano.

Sidney Poitier y Richard Widmark en "El odio es ciego" (1950)

         ===Así inició su carrera fílmica. Poitier, más adelante, no aceptó los roles usuales donde el actor negro era reducido a personaje servil o cómico, (y el documental muestra a Stepin Fetchit y Mantan Moreland, como secundarios y ridículos en diversas películas). Por eso, podemos verlo en papeles dignos en “Semilla de maldad” (1955) o “Sangre sobre la tierra” (1957), pero la cinta que le trajo popularidad y permitió que los diferentes públicos lo aceptaran se dio en “Fuga en cadenas” (The Defiant Ones, 1958. Dir. Stanley Kramer), que le valió una nominación al Óscar, pero no fue hasta 1963 que lo ganaría por “Una voz en las sombras” (Lilies of the Field. Dir. Ralph Nelson), siendo el primer actor estelar en ganarlo (Hattie McDaniel lo había ganado en 1939, en otro contexto, por el rol de esclava sumisa, cómica y dramática, en “Lo que el viento se llevó”, como rol secundario).

Sidney Poitier y Tony Curtis en "Fuga en cadenas" (1958)

         ===Así continúa por dos horas esta historia de vida, sus relaciones amorosas, familiares. Su involucramiento en la lucha por los derechos civiles. Su año milagroso, 1967, al filmar películas muy taquilleras que le dieron, formalmente, su estatus como estrella de cine: el público, en el mundo, buscaba las películas de Sidney Poitier. Sin embargo, el documental se erige como monumento de adoración a una gran figura, dejando de lado otras cuestiones y contextos. En los años en que salieron “Al calor de la noche” (In the Heat of the Night. 1967. Dir. Norman Jewison) o “¿Sabes quién viene a cenar?” (Guess Who’s Coming to Dinner. 1967. Dir. Stanley Kramer), la misma comunidad intelectual de color (así como la blanca) lo catalogó como mero instrumento de la sociedad hegemónica para calmar las conciencias. La realidad, a su alrededor, no había cambiado: se mantenía el racismo y la intolerancia. Ahora se alaba la audacia de mostrar a un negro abofeteando a un supremacista blanco, o a un negro besarse con una joven blanquísima, pero el personaje era un detective orgulloso de Nueva York o profesionista rico y distinguido, respectivamente, modificando circunstancias y creando la ilusión cinematográfica. Además, Poitier era un negro de facciones finas, atractivo.

Sidney Poitier y Katharine Houghton en
"¿Sabes quién viene a cenar?" (1967)

         ===Por otro lado, el documental no profundiza en su larga relación extramarital con la actriz Diahann Carroll, que le llevó a un divorcio, protegiendo así su imagen. Tampoco menciona que en su etapa como director colaboró y promovió al también popularísimo, entonces, Bill Cosby, en 4 películas. Durante el documental aparecen las seis hijas de Poitier, producto de sus dos matrimonios, pero es hasta casi el final cuando se le da cuadro a Joanna Shimkus, actriz canadiense, blanca, quien sería su segunda esposa.

Sidney Poitier y Rod Steiger en "Al calor de la noche" (1967)

         ===Como documento visual y testimonial de una época y de un actor pionero por su relevancia racial, estamos ante una propuesta de gran interés, homenaje y culto a la personalidad de todo un personaje. No obstante, la cultura de cancelación, los temas delicados interraciales, el oportunismo político y social de estos tiempos, hace que se sienta limitado y ligero en sus alcances: es la visión racial desde una posición de privilegio.

El director Reginald Hudlin




martes, 4 de octubre de 2022

EL ECLIPSE

LENTES OSCUROS
(Occhiali neri)
2022. Dir. Dario Argento.

                        Diana (Ilenia Pastorelli) maneja en su auto por las calles de Roma y nota que la gente está mirando hacia el cielo. Baja de su auto y se acerca a un grupo de personas. Con sus lentes negros empieza a visualizar un eclipse total de sol y alguien comenta: “los antiguos pensaban que los eclipses presagiaban males para la humanidad”. Más adelante, sabemos que Diana es prostituta de lujo. Asiste a los hoteles para encontrarse con sus clientes. Uno de ellos quiere que le permita realizar un acto que ella rehúsa, otro queda muy satisfecho. Al salir del hotel y entrar en su auto, un hombre quiere atacarla, pero ella logra alejarse, y el tipo la persigue a gran velocidad. Diana choca contra otro auto en el cual muere la pareja china que manejaba, quedando vivo un niño en la parte trasera. Diana sobrevive el accidente, pero pierde la vista. De alguna manera, el eclipse ha cumplido como mal presagio.

                        Todo lo anterior es el prólogo de la película en una brillantísima secuencia, usual en el maestro Argento. No he mencionado que antes del incidente de Diana, ha ocurrido el crimen de otra prostituta cuando salía de un hotel. Simplemente por ese inicio, se conforma la brillantez de Argento en el manejo del género que le dio renombre dentro del “giallo” italiano, con la saña asesina y los litros de sangre consecuentes. A partir de este momento, la cinta sigue con su atmósfera de intriga y suspenso, aunque de manera moderada, centrándose más en la relación que surge entre Diana y el niño huérfano, Chin (Andrea Zhang), así como su adaptación a la nueva calidad de invidente, sin dejar de lado su profesión. Diana no siente haber sido culpable directa de la muerte de los padres del niño, por lo que lo visita, creando una situación de madre sustituta ante el niño, primero reacio a sus atenciones y, luego, dependiente de ella.

                        El maestro Argento se regodea en las escenas violentas, pero no deja en suspenso la identidad del asesino. Lo sugiere, de manera simple en unos momentos previos a mostrarlo abiertamente. Por otro lado, no “explica” los motivos que le llevan al crimen: es un psicópata, como tantos vistos ya, cuyas compulsiones pueden ser comprendidas por un público, sobre todo el que se ha acostumbrado a ver su cine. Las secuencias siguientes al escape de Diana y Chin, de su casa, para evitar que la policía llegue a llevarse al pequeño (que había escapado del orfanato para buscarla), son simples, efectivas, sin mayor elaboración, más que estar siempre poniendo en alerta al espectador de hechos que no ocurrirán, tal como Argento lo ha realizado en sus mejores películas.

                        Tal parece que a sus ochenta y dos años, Argento prefiere centrarse en la víctima y sus circunstancias. Esos malos presagios del eclipse solar la llevarán a consecuencias funestas: no será solamente esa persecución asesina, sino su nueva realidad de ceguera y futura soledad. De antemano, como espectadores, sabemos que la relación entre Diana y Chin no tendrá futuro al tratarse de una prostituta y de un niño. Lo más terrible para Diana será el destino que enfrenta. Aún ciega, por necesidad de dinero, acude con un antiguo cliente para tener sexo. El tipo le comenta que es mejor para él, ya que siempre se ha considerado un monstruo físicamente. Argento nos pone a pensar en las secuelas de las vidas de los sobrevivientes de crímenes, amenazas, asaltos, todo aquello que nos saca, injustamente, de una rutina de comodidad. La escena final es ambivalente entre la esperanza y el desconsuelo.

Andrea Zhang, Ilenia Pastorelli y el maestro Argento, durante el rodaje




domingo, 18 de septiembre de 2022

GRACIOSA

DOLITTLE
2020. Dir. Stephen Gaghan.
         Alejada de la comedia musical de 1967 que fue un gran fracaso taquillero y fue hundiendo a la Fox: mucho más distante de las comedietas tontas con Eddie Murphy que solamente abusaban del hecho del habla de los animales, estamos ante una encantadora creación del personaje con triste historia de amor que al final de cuentas llevará al perdón, a la redención y al triunfo, como cualquier historia fantástica que se respete.
         El Dr. Dolittle era un portento de sabiduría, de conocimiento de la fauna, de bondad hacia sus semejantes, al grado que la Reina de Inglaterra le otorgó un gran espacio para que mantuviera a sus animales y diera servicio a las mascotas de los humanos, apoyado con sus fieles amigos: un orangután miedoso, una cotorra sabia, un oso polar friolento, entre muchos otros. Al perder a su mujer en una aventura, donde partió solitaria, que le llevaría a otro gran descubrimiento, llegó la melancolía, la indiferencia, el encerramiento. Ahora Dolittle vive jugando ajedrez y pasando los días con una barba crecida, sin bañarse, confinado en su casa. Todo termina cuando llegan a visitarlo la doncella Lady Rose, confidente de la Reina Victoria, quien ha caído misteriosamente enferma, para pedirle que vaya a hacerle una consulta; por otro lado, el joven Stubbins, renegado cazador, quien, por un fallido disparo a instancias de su tío, ha herido a una ardilla y quiere que Dolittle lo salve. La amenaza de perderlo todo si la Reina muere, hace que Dolittle entre en razón (y de paso salve a la ardilla).
         Esto hará que Dolittle se embarque en busca de una extraña fruta y tenga que enfrentar a un malvado rival: Y a partir de aquí, la cinta arranca. La película es un dechado de imaginación y de personajes graciosos. La relación entre ellos va conformando una fauna plena de alegorías del comportamiento humano con errores, defectos y virtudes. Los peligros harán que cada uno busque y encuentre la manera de sobrepasar sus limitaciones y supere sus defectos. El hecho de que podamos escuchar sus quejas, temores e ironías es lo que permite una gracia tranquila que provoca la sonrisa. 
Otra gran cualidad es que Gaghan y sus coguionistas están conscientes de que todo ya ha sido contado. Se juega con la fantasía, por lo que se pueden dar el lujo de la elipsis. La trama se siente apresurada, pero era necesario: ya se sabe que acortar distancias resulta en mayor agilidad. Estamos ante una cinta que dura apenas 100 minutos (contra la musical con Rex Harrison que se sentía eterna con dos horas y media) porque ya conocemos todo lo que hay en medio de una travesía: se muestra solamente cierta acción y resulta suficiente. Ya sabemos que las soluciones para saltar obstáculos, deben de estar acompañadas de obvios peligros. Y en medio de todo, está Robert Downey Jr. Su acercamiento al personaje es equilibrado y pleno de gracia. Su autocompasión se destruye y su aprendizaje de vida le devuelve la esperanza… El espectador se contamina: felicidad.

El director Stephen Gaghan
                 

lunes, 12 de septiembre de 2022

EL AMOR FILIAL

TODO SALIÓ BIEN
(Tout s’est bien passé)
2021. Dir. François Ozon.

                   Emmanuéle (Sophie Marceau, sobria y elegante) recibe la noticia de que su padre ha sufrido un derrame cerebral. En el hospital, el hombre, André (André Dussolier, de nostálgicos recuerdos por sus roles con Alain Resnais), octogenario, está inconsolable por lo que significará su dependencia hacia los demás. En cierto momento, le pedirá a Emmanuéle que le ayude a morir. A partir de ahí, empezará toda una serie de dudas, consultas, conflictos morales. Emmanuéle tendrá que compartirlo con su hermana Pascale (Géraldine Pailhas, contenida), para encontrar una solución. Ante la pregunta de su abogado por el motivo para haberse negado, la mujer contesta: “no puedo decirle que no a mi padre”.

                   Basada en las memorias de Emmanuéle Bernheim, quien fuera novelista y guionista, colaboradora de Ozon en varias de sus películas (“Bajo la arena”, “Ricky”, “Swimming Pool” o “5 x 2”), la cinta viene a ser un tributo a su recuerdo, además de mostrar, sin llegar a la protesta o la denuncia, una situación común en Europa: la decisión de morir con dignidad. Al no ser permitida la Eutanasia en Francia, Emmanuéle opta por preguntar a una asociación suiza, donde, bajo ciertas circunstancias legales, puede realizarse. La cinta prefiere centrarse en las relaciones humanas: a pesar de no haber tenido una niñez feliz con su estricto y contradictorio padre, Emmanuele mantiene el amor y el respeto.

                   A través de unas cuantas escenas que suceden en el pasado, se nota la crueldad del padre: si la niña no interpretaba un mapa de carretera, era una idiota;  si la encontraba comiendo, le decía gorda. En una secuencia, la esposa de André, Claude (Charlotte Rampling, actriz fetiche de Ozon, siempre excelsa), va a visitarlo al hospital, se da cuenta que sigue vivo, decide irse. Poco a poco se irán develando los motivos de su frialdad y la explicación de André hacia su hija: “tu madre es de concreto; está muerta”).

Sophie Marceau y Charlotte Rampling, como la madre

                   Emmanuéle llega al grado de pagarle a la responsable de la asociación suiza, sus gastos para viajar a París y le proporcione informes: la mujer (Hanna Schygulla, ya casi octogenaria, con una brillantez transparente) le explica la burocracia, pero surgen otros temas: el posible arrepentimiento casi a la hora de la asistencia al suicidio (el aspirante debe de tomar por su propia mano, el líquido mortal: nadie puede “matarlo”, debe ser por propia mano).

Las hermanas con la abogada suiza (Hanna Schygulla)

                   Es tan redonda la película que se presentan todos los aspectos laterales de la familia: aparte de esos recuerdos infelices, están los nietos de André, a los cuales el abuelo desea ver en un recital donde interpretará el clarinete. O Serge el marido de Emmanuéle, quien es curador de un museo de cine (en algún momento comenta que iniciará un ciclo de Buñuel, André le responde que le gustó mucho la película acerca de los adolescentes y Serge le saca de la duda en perfecto español “Los olvidados”.

                   La cinta sucede entre un 15 de septiembre y el final de abril del año siguiente. El espectador va siendo testigo de la convalecencia de André, además de la terquedad en su convicción por abandonar la existencia: “tengo 85 años, si acaso esto hubiera ocurrido diez años antes…”. De la misma manera, los sentimientos encontrados de las hermanas se van asentando: sin dejar de presentir el dolor, va ocurriendo una resignación anticipada. De esta manera, el maestro Ozon nos habla de la dignidad, de la inevitabilidad de la muerte, de que existe un tiempo para las diversas etapas de la vida: el proceso que todo ser humano experimenta, en relación con los demás, a pesar de la mezcla de momentos crueles o entrañables.

André Dussolier, Sophie Marceau y François Ozon en Cannes 2021