jueves, 30 de junio de 2022

FALSOS PROFETAS

GONZÁLEZ: FALSOS PROFETAS
2013. Dir. Christian Díaz Pardo.

         González (Harold Torres, extraordinario como siempre, sobre todo ahora que ya se ha internacionalizado) es un hombre desempleado. Busca trabajo y no encuentra. Debe la renta del cuarto donde vive. No ha pagado una televisión. No ha podido enviarle dinero a su madre enferma. Cierto día encuentra un anuncio donde se piden auxiliares telefónicos y resulta ser el call center de un templo cristiano. Es aceptado y comienza su labor como asesor espiritual. Conoce al pastor (Carlos Bardem) en sus sesiones cotidianas, aunque también lo sigue por un programa de televisión donde utiliza su acento portugués, que ya en su privacidad deja de lado: es mera artimaña. González empieza a pensar (y a fantasear) que él puede llegar a ser líder de esa congregación.

         La película inicia como una denuncia de la pobre situación laboral, la falta de oportunidades (más bien la poca oferta ante tanta demanda: cuando González va a alguna oportunidad de trabajo, siempre hay cuatro o cinco personas adelante de él) para luego pasar al problema del empleado clase media o baja que tiene adeudos en tarjeta de crédito o en el artículo que compró a plazos, como le sucede a infinidad de personas por medio del dinero plástico. No todo termina ahí: la misma situación que ahoga y que no tiene fondo, queda de lado cuando está la alternativa de explotar la fe de los seres a nuestro alrededor. González cree en sí mismo y que Dios está en él. Su inspiración será producto del ambiente falso que le rodea. Su deseo se deberá a las catarsis emocionales de la comunidad, de los creyentes que sueltan dinero porque creen en su fervor, que será el pago para salir de sus problemas.

         Ópera prima del realizador Díaz Pardo (quien ya ha filmado su segunda cinta: Sanguinetti, 2020) con guion suyo y del productor-escritor Fernando del Razo, tenemos el tema de la falta de credibilidad para el mundo que nos rodea, nos promete maravillas y, finalmente, no cumple con ellas. Si no es posible creer en la oferta laboral ni tampoco en las instituciones (banco, tiendas) aquí se muestra el asunto de la explotación de la fe religiosa. A la masa se le convence de que el dinero no es la vida porque la vida es Cristo, así que en lugar de tenerlo en tus manos, entrégalo a su casa. Sabemos desde hace mucho tiempo de los fraudes que se cometen en nombre de Dios y la proliferación de iglesias cristianas o sectas falsas. No puede generalizarse pero el gran porcentaje de nuevas denominaciones y pastores dudosos da lugar a pensar en la charlatanería. Podemos verlo en canales de televisión y lo mismo sucede en estaciones de radio (como lo hace el personaje de la cinta y que ahora, todos los días, en horarios diversos, aparecen personas vestidas de chamanes, indígenas, o utilizan acentos extranjeros: algo que se enfatiza en esta película como parte de la falsedad y el engaño).

         Y la película sorprende porque no sigue los lugares comunes que uno esperaría. La transformación de González en su persona (y en su forma de pensar) se irá dando a lo largo de la experiencia que tendrá con quienes llaman en busca de ayuda o confort espiritual (porque no tienen otra salida más que un teléfono); aparte, estarán las relaciones con una compañera de trabajo, creyente, que será sorpresivamente metamorfoseada por el propio joven; o las largas esperas y reflexiones para ir creando un plan que le permitirá llevar a cabo todos sus anhelos y futuras acciones. Se llega a una frase final espléndida que tiene mucho sentido ante la impunidad, la violencia, los medios digitales que han también transformado nuestra realidad.

 El director Christian Díaz Pardo



 

viernes, 17 de junio de 2022

ABOLIR LA VOLUNTAD

LA CABEZA DE LA ARAÑA
(Spiderhead)
2022. Dir. Joseph Kosinski.

         En un futuro cercano, los prisioneros que aceptan ser voluntarios para experimentos de nuevas drogas en sus cuerpos, son trasladados a “Spiderhead”, una cárcel moderna, amplia, donde tienen acceso a comodidades, comida, habitaciones propias. El Dr. Steve Abnesti (Chris Hemsworth) es quien lleva a cabo las pruebas. Uno de sus pacientes avanzados, que le han dado mejores resultados es Jeff (Miles Teller), cuyo delito fue provocar la muerte de unos amigos, al estrellar su auto bajo el influjo del alcohol. El propósito de las drogas consiste en manipular los sentimientos de las personas, sobre todo el amoroso. El objetivo es encontrar una manera artificial para evitar que se cometan latrocinios, crímenes, atrocidades en el mundo.

         A partir de un cuento de George Saunders, escritor ganador del premio Booker, entre otros, publicado en “The New Yorker”, revista que también coproduce esta película, tenemos un manifiesto acerca del dominio, de la manipulación de los otros. Abnesti, como moderno Dr. Mengele, utiliza a personas como conejillos de indias. Su justificación reside en que son seres capaces de las peores destrucciones y asesinatos, por lo que su redención será motivo de goce y salvaguarda del mundo. Abnesti ha experimentado con diversas drogas cuyos símbolos son semejantes a una tabla del Bingo: N-40, B-6, o adquieren nombres ya precisos: Verbaluce o Darkenofloxx, que el autor, en su cuento, colocaba con el símbolo de “marca registrada” como una forma de aclarar la importancia de la actividad empresarial que estos hechos alcanzaban.

         Los prisioneros, incluyendo a Abnesti, traen un aditamento inserto en sus cuerpos (“Mobipak”) que es controlado por un celular para ir inyectando las diversas drogas que se experimentan en ellos. Con una sustancia, la persona puede ir variando la percepción de la persona que tiene enfrente: Jeff comparte uno de los cubículos con otra de las internas, de la cual va sintiendo gran atracción al grado de llegar a las relaciones sexuales intensas y repetidas (“hacer el amor”, es lo que indica Abnesti); en otro aspecto, es llevado hacia un muladar que, bajo los efectos de una droga, lo mira como un hermoso jardín. En contraparte, hay una droga que saca lo peor de cada persona, provocando fobias y miedos infinitos, que pueden llevarlos hasta el suicidio. Todos estos experimentos, finalmente, lograrán su objetivo al encontrar la droga perfecta, la que permita la obediencia absoluta, aquella que terminará por completo con la voluntad personal: no obstante, siempre estará presente la cuestión moral (el romance que surge entre una interna y Jeff hará que evite su aniquilación).

         La visión de la cinta me llevó a buscar y leer el cuento. Es obvia la necesidad de una adaptación cinematográfica que permita mayor acercamiento a este edificio que, en el cuento, se describe como si fuera una araña, donde la oficina de Abnesti viene a ser la cabeza, y todos los compartimientos sus patas, sus extensiones. Es una prisión bajo este nombre, que se encuentra en alguna isla lejana (de hecho, la cinta fue filmada en Queensland, Australia, con bellos paisajes). Igualmente, era pertinente, y de esperarse, los requerimientos de Hollywood al presentar una producción que debe apelar a todo público (con mayor razón, al ser para Netflix). El cuento hablaba del sacrificio como una manera para escapar de una realidad monstruosa y evitar, de alguna manera, cierta catástrofe; la cinta ofrece una solución más práctica y lógica, al traer la ciencia-ficción a un final más cercano a las prácticas humanas.


         La cinta está conformada con muchos temas ochenteros de Supertramp, Poco, Hall & Oates, The Doobie Brothers, que sirven como comentario alrededor de lo que sucede en la cinta. No es gratuita su inclusión y se agradecen. Hay hasta dos arreglos de los grandiosos Swingle Singers, para música barroca. Igualmente, es una delicia disfrutar del magnético Hemsworth fuera de sus roles de acción y fantasía: una gran opción que resulta verlo como personaje antagonista (mientras llega su reciente aventura como “Thor”, el mes próximo). Gran entretenimiento de un realizador que ha sabido expresarse por medio del género de acción (Tron: Legado; Top Gun: Maverick): aquí, más mesurado, confirma su excelencia.

El realizador Joseph Kosinski



lunes, 13 de junio de 2022

A PACHANGUEAR, EDGARDO...

LA PACHANGA
1981. Dir. José Estrada. 

para Edgardo Reséndiz, con nostalgia y amistad 

            José Estrada (1938 – 1986) fue director de teatro antes de tener la oportunidad de asistir a Jorge Fons en su cortometraje “La sorpresa” incluido en la cinta de episodios “Trampas de amor” (1968). Los mismos productores de esta cinta que eran dueños de Cinematográfica Marte (Mauricio Walerstein y Fernando Pérez Gavilán), compañía que permitió el debut de nuevos realizadores en la industria durante la segunda mitad de los años sesenta, le apoyaron en su primera experiencia como director de un cortometraje (“Rosa”) incluido en otra cinta conformada por episodios: “Siempre hay una primera vez” (1969). Inició así una carrera que estaría conformada por dieciséis largometrajes producidos y exhibidos por compañías industriales que irían desde la expresión personal y su gusto por la crítica social (en el estilo del cine urbano de Alejandro Galindo) como “Cayó de la gloria el diablo” (1971) o “El profeta Mimí” (1972) hasta obras de encargo como “Uno y medio contra el mundo” (1971) y “El albañil” (1974) o cintas con los personajes de Pepito y Chabelo, con la ventaja de que estaban realizadas con gusto y talento porque no se puede calificar a Estrada de mediocre ni de mal narrador. Sus películas pueden tener diversos niveles de calidad pero ninguna es aburrida o incorrecta. 

José Estrada en la filmación de "Ángela Morante ¿crimen o suicidio?

            En 1981, con producción de Rogelio Agrasánchez, cuyas cintas eran usualmente melodramas rancheros, comedias cabaretiles y algunas de luchadores, filmadas con ínfimos presupuestos, casi a destajo por diversos realizadores, José Estrada logró, quizás accidentalmente, una de sus más deliciosas comedias con tono satírico-social y crítica a los eventos significativos en la vida del mexicano: la fiesta de quinceañeras (como lo había tratado lateralmente en su primer largometraje “Para servir a usted”) y los momentos de velación en funerales. Me refiero a La pachanga. Hay un edificio de departamentos en la Ciudad de México por la Viaducto Piedad. En cada uno de ellos habitan familias particularísimas: Un boxeador de segunda (Noé Murayama) con esposa sensual y rubia (Claudia Islas) que tienen  sirvienta (Patricia Rivera); un detective (Gregorio Casal) y su esposa sumisa (Elsa Cárdenas), cuyos hijos consisten de un joven (Óscar Bonfiglio), una niña muy despierta (Lolita Cortés) y otro niño; los padres (Jorge Patiño y Carmelita González) de una quinceañera muda (Anaís de Melo); un comerciante judío (Sergio Jiménez) casado con una beata católica (Ana María de Panamá) que son padres del chambelán de la quinceañera (Roberto Huicochea); un taxista (Alejandro Ciangherotti Jr.) que vive con su esposa (Julissa) y su suegro confinado a silla de ruedas (Mario del Mar). Alrededor de ellos hay un carnicero (José Chávez Trowe), un peluquero (Gerardo del Castillo), un sastre borracho (Mario Zebadúa), entre otros secundarios. 

El detective con la sensual...


La sirvienta de la que todos aprovechan...

            La trama consistirá en narrar lo que acontece un fin de semana que culminará con la fiesta de los quince años e, inesperadamente, el velorio del suegro del taxista, muerto por haber quedado expuesto a la intemperie en el balconcito de su departamento. La primera constante de comportamiento estriba en los aspectos sexuales a través de la infidelidad consumada (el detective se acuesta con la rubia) o anhelada (la mayoría de los hombres sueñan con la rubia); por otro lado está el joven adolescente que empieza a explorar sus instintos naturales (el hijo del detective con la sirvienta) o la quinceañera que resulta embarazada para luego enterarnos de que el responsable fue el hijo del comerciante judío. Otro aspecto residirá en la descripción del gran evento social con sus rituales: el ensayo del bailable, los vestuarios de los involucrados, las mujeres en el salón de belleza y el momento en sí; simultáneamente, de manera inesperada, ocurre el velorio del padre de la mujer del taxista con la gente que va a dar el pésame, la llegada de los arreglos florales, las confusiones. A través de estos puntos clave están las intrigas melodramáticas o cómicas: la hija pequeña del detective vive metiéndose en todo, escuchando por los rincones, viendo lo que acontece en cada recoveco, contando ingenuamente los chismes que se transmiten en privado a través de palabras textuales que en su boca son inocentes. 

La rubia con la quinceañera muda y embarazada

            La mujer beata compra carne de puerco que al deshebrar hace pasar como pollo a su marido. La mujer del taxista no entiende los albures que le lanza el carnicero. El suegro, al morir en su silla de ruedas y ser encontrado hasta la mañana siguiente, ha quedado casi petrificado por lo que está sentado como otro doliente en el funeral mientras que el ataúd permanece vacío. El boxeador pierde una pelea y se emborracha porque su mujer lo ha amenazado con abandonarlo. El detective desiste a la hora de la verdad en abandonar a esposa e hijos por la vecina sensual quien se da cuenta que en realidad está bien y no le falta nada junto a su marido. 

La rubia deseada por un sastre...

       Estrada aprovechaba el habla popular además de explicar a sus personajes por medio de gestos, escenografía y vestimenta (no en balde estaba su formación teatral). Aunque sea una producción pobre, la película se siente redonda gracias a los peinados, los vestuarios, los muebles de cada departamento que dicen mucho sobre los personajes y dan mayor sentido a la trama. La filmación en espacios limitados y sobre escaleras que conectan pisos es magistral (el fotógrafo fue el experimentadísimo Rosalío Solano).Y uno de los aspectos destacables es el reparto perfecto. Constituido por nuevas y viejas glorias de nuestro cine permitió disfrutar de otras facetas de actrices como Julissa o Carmelita González; el descubrimiento de un talento infantil que, por desgracia, ya no sería explotado por el cine, o sea Lolita Cortés. Tampoco sucedería con los jóvenes como Bonfiglio o Huicochea. Claudia Islas (quien había aparecido en el primer largometraje de Estrada) estaba en el estereotipo adecuado, lo mismo que el fortachón Casal ya rumbo a la cincuentena.

El momento en que se descubre el embarazo...

           En este 2011 serán treinta años de la filmación de “La pachanga” y, por desgracia, también, un cuarto de siglo desde que nos abandonó, prematuramente, el realizador Estrada. El cine que nos dejó trae recuerdos de una etapa productiva y de apertura en el cine mexicano. Luego habría otras dificultades, mas aún entre ellas, y con obras menores (como “Ángela Morante ¿crimen o suicidio?” y “Pum”, o el encargo de Televicine “Ángel del barrio”), lograba resaltar su discurso, su preocupación por retratar características propias, palpables, explicativas del ser mexicano.





domingo, 12 de junio de 2022

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL SIDA

120 LATIDOS POR MINUTOS
 (120 battements par minute)
 2017. Dir. Robin Campillo.

         Gran tributo a quienes fallecieron por el SIDA en sus tiempos iniciales ante la indiferencia gubernamental y los temores infundados de una población ignorante y discriminadora. La recreación de lo que fue un movimiento importante en pro de los derechos de las víctimas de la terrible peste del siglo veinte (homosexuales, drogadictos, prostitutas: finalmente, cualquier ser humano) se entremezcla con una historia de amor para alternar lo romántico con lo político, para subrayar que los seres humanos aman contra toda displicencia y bajo cualquier circunstancia o condición. Igualmente es un recordatorio de lo que fueron tiempos terribles que no se han extinguido: permanece la propagación del SIDA pero ahora hay medicamentos más fuertes y efectivos que, no obstante, tampoco significan una victoria o la total erradicación (hablemos, a otro nivel, del coronavirus). Las nuevas generaciones requieren ser testigos del pasado y sus tragedias: darse cuenta de los antecedentes abominables y los derechos adquiridos y terrenos ganados por las luchas de otros seres que sucumbieron.

Las reuniones de los activistas
para exigir su derecho a la vida

         La cinta nos lleva a principios de los años noventa cuando la rama francesa de Act Up, movimiento activista que exigía atención del gobierno hacia la investigación sobre esta terrible enfermedad, además de las obligaciones sociales de las industrias farmacéuticas, realizaba acciones audaces e intromisiones inesperadas ante conferencias médicas, reuniones gubernamentales, oficinas y escuelas para despertar la conciencia del mal. Estamos ante una de las reuniones de Act Up donde se discute una última acción malograda que se presenta ante cuatro nuevos miembros de la comunidad infectada. Nathan (Arnaud Valois, conmovedor) es uno de ellos. Ahí conocerá a Sean Dalmazo (el argentino Nahuel Pérez Biscayart: toda una revelación) para enamorarse perdidamente y vivir juntos el triste destino de su cotidianeidad.

Sean y Nathan serán pareja condenada
por la terrible plaga que cimentará su amor 

         Entonces, la película se divide en dos narraciones que hablan del poder indolente y gregario por una parte, y de la lucha por adquirir el respeto a la dignidad del hombre por el simple hecho de serlo. La parte de falso documental (excelente recuperación de época) se dedica a la crónica de los esfuerzos de un grupo de personas que deseaban la seguridad y el derecho a la libertad de otros semejantes. La narración de una relación amorosa reflexiona sobre el destino (Sean se infectó a través de la relación desprotegida con un maestro cuando tenía dieciséis años: primera vez que exploraba el sexo) y la solidaridad en común (Nathan se enamora sin importarle la condición de su compañero: aún en la crisis se requiere del desahogo sexual). La cinta reconstruye los procesos de batalla por la redención social (que se irá ganando) y de contienda personal (que se perderá aunque al final trascienda en otro ser e ir más allá de la muerte). Aún como cenizas estará la presencia, la exigencia de la justicia y la recuperación de la dignidad.

Robin Campillo se ganó el Gran Premio
del Jurado en Cannes 2017


sábado, 11 de junio de 2022

EVITAR EL AMOR

MONEYBOYS
2021. Dir. C.B. Yi.

         Fei (Kai Ko) se prostituye como medio de vida para enviar dinero a su familia, que vive en el pueblo del sur de China, de donde salió, buscando mejoría económica. Un prólogo nos muestra su relación con Xiaolai (J.C. Lin), quien al notar que ha sido golpeado por un cliente, va en su busca y lo agrede. El tipo se defiende con sus amigos y destroza las piernas de Xiaolai. Cuando la policía va en busca de Fei, éste decide escapar. Cinco años más tarde, Fei se encuentra en otra ciudad, ha continuado con su oficio y vive con comodidad. Una trampa que le pone la policía al hacer pasar a un agente como cliente, hace que Fei retorne a su pueblo. Se da cuenta de que la familia rechaza su forma de vida, aunque siga aceptando su dinero. Al volver a la ciudad, le sigue su amigo de la infancia, Long (Bai Fu Yan), al cual no desea recibir en su casa, pero finalmente, accede, sobre todo cuando el joven se enamora y decide dedicarse también a la prostitución. Todo va bien hasta que reaparece Xialoai.

         Filmada como coproducción entre Francia, Austria, Bélgica y Taiwán, estamos ante la ópera prima del realizador Yi, quien fuera discípulo de Michael Haneke en la Escuela de Cine en Viena. La acción sucede en el sur de China, pero la cinta fue rodada en Taiwán. “Moneyboy” es el término bajo el cual se define a hombres que se venden a otros hombres. La prostitución es ilegal en China, pero las penas van desde multas hasta quince días en la cárcel. La película se dirige, por lo tanto, a mostrar la vida cotidiana de uno de estos trabajadores sexuales, estableciendo un contexto social y personal. En alguna parte de la película, Long le reclama a Fei que tenga que vivirse de manera miserable cuando el anhelo es una vida mejor a la que se tenía. Fei le hace ver que hay que llegar a sacrificios individuales (vender el cuerpo; besar, a pesar de sentir asco) si no se cuentan con otros privilegios. Queda establecido, de antemano, que la vida podría ser normal, natural y simple, si se quedaran en los pueblos de origen: el problema reside en la insatisfacción personal, reprimir orientaciones, quedar sujetos a los requerimientos de los demás, de la familia.

         La secuencia donde la policía tiende una emboscada a Fei, muestra la vulnerabilidad y otro de los riesgos que vive. Es lo que produce la necesidad de retornar al pueblo, con la intención de notar si ha habido algún cambio en actitudes o circunstancias. Lo único bueno es el reencuentro con su hermana y con el siempre optimista Long. Ya en la ciudad, cuando Long ha seguido su camino, Fei hace que lo acompañe a su “agencia” (que viene a ser una especie de “padrote” corporativo), donde otros “moneyboys” hacen alarde de sus logros o aclaran los abusos a los cuales se encuentran expuestos (como sucede con Fei en el prólogo con un cliente sádico). Provocan a Long diciéndole que tal vez sea virgen, que no tiene el “equipo” adecuado, ni sabe quitarse la ropa. Fei lo defiende, deseando que no tenga que llegar a esos límites. Lo acepta en su casa, hay enamoramiento, pero, como ha sucedido desde la separación de Xiaolai, prefiere mantener su distancia. Llega al grado de permitir que uno de sus colegas, sea el primero al cual Long entregue su cuerpo. No obstante, este hecho produce que la relación se vuelva más íntima entre ellos.

         Y todo va teniendo cierta acción positiva hasta que hay un reencuentro fortuito con Xiaolai. Retornan las dudas, el amor que existió, el escape, la nueva situación como lisiado que vive el viejo amante. Comienza una crisis de relaciones. Fei ya no sabe cuál ha sido el momento de mayor felicidad en su vida: el cuidado, la atención, el sacrificio de Xiaolai, o la ternura, entrega, y atención de Long. La cinta, entonces, toma su verdadera intención: el retrato de un personaje que vive al extremo, evita la relación amorosa y pierde el rumbo cuando se encuentra ante una encrucijada. La respuesta deberá ser, aunque Fei lo niegue, el amor.  

El realizador C.B. Yi, en el Festival de Cannes