120 LATIDOS POR MINUTOS
(120 battements par
minute)
2017. Dir. Robin
Campillo.
Gran tributo a quienes fallecieron por el SIDA en sus tiempos iniciales ante la indiferencia gubernamental y los temores infundados de una población ignorante y discriminadora. La recreación de lo que fue un movimiento importante en pro de los derechos de las víctimas de la terrible peste del siglo veinte (homosexuales, drogadictos, prostitutas: finalmente, cualquier ser humano) se entremezcla con una historia de amor para alternar lo romántico con lo político, para subrayar que los seres humanos aman contra toda displicencia y bajo cualquier circunstancia o condición. Igualmente es un recordatorio de lo que fueron tiempos terribles que no se han extinguido: permanece la propagación del SIDA pero ahora hay medicamentos más fuertes y efectivos que, no obstante, tampoco significan una victoria o la total erradicación (hablemos, a otro nivel, del coronavirus). Las nuevas generaciones requieren ser testigos del pasado y sus tragedias: darse cuenta de los antecedentes abominables y los derechos adquiridos y terrenos ganados por las luchas de otros seres que sucumbieron.
Las reuniones de los activistas
para exigir su derecho a la vida
La cinta nos lleva a principios de los años noventa cuando la rama francesa de Act Up, movimiento activista que exigía atención del gobierno hacia la investigación sobre esta terrible enfermedad, además de las obligaciones sociales de las industrias farmacéuticas, realizaba acciones audaces e intromisiones inesperadas ante conferencias médicas, reuniones gubernamentales, oficinas y escuelas para despertar la conciencia del mal. Estamos ante una de las reuniones de Act Up donde se discute una última acción malograda que se presenta ante cuatro nuevos miembros de la comunidad infectada. Nathan (Arnaud Valois, conmovedor) es uno de ellos. Ahí conocerá a Sean Dalmazo (el argentino Nahuel Pérez Biscayart: toda una revelación) para enamorarse perdidamente y vivir juntos el triste destino de su cotidianeidad.
Sean y Nathan serán pareja condenada
por la terrible plaga que cimentará su amor
Entonces, la película se divide en dos narraciones que hablan del poder indolente y gregario por una parte, y de la lucha por adquirir el respeto a la dignidad del hombre por el simple hecho de serlo. La parte de falso documental (excelente recuperación de época) se dedica a la crónica de los esfuerzos de un grupo de personas que deseaban la seguridad y el derecho a la libertad de otros semejantes. La narración de una relación amorosa reflexiona sobre el destino (Sean se infectó a través de la relación desprotegida con un maestro cuando tenía dieciséis años: primera vez que exploraba el sexo) y la solidaridad en común (Nathan se enamora sin importarle la condición de su compañero: aún en la crisis se requiere del desahogo sexual). La cinta reconstruye los procesos de batalla por la redención social (que se irá ganando) y de contienda personal (que se perderá aunque al final trascienda en otro ser e ir más allá de la muerte). Aún como cenizas estará la presencia, la exigencia de la justicia y la recuperación de la dignidad.
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