CIRCUS OF BOOKS
2019. Dirs. Rachel Mason y Kathryn Robson.
Circus of Books es el nombre de la que fuera una legendaria sex shop en West Hollywood, especializada sobre todo en mercancía gay. También es el título de este documental donde la directora Mason ofrece un recuento de la vida de sus padres, dueños y operadores de la tienda durante 37 años. El documental nos lleva hacia los orígenes de la pareja Karen y Barry Mason: ella era periodista en Cincinnatti hasta que se cansó de cubrir tragedias y crímenes, por lo que se mudó a California. Barry había sido técnico de efectos especiales en 2001: Odisea del espacio y en la serie Viaje a las estrellas (Star Trek) bajo las órdenes de Linwood Dunn, personaje esencial del ramo (y quien estuvo en Monterrey en alguno de los coloquios de cine que organizaba la Universidad Regiomontana en los años ochenta). Luego se tornó inventor en el ramo médico, aprovechando sus experiencias dentro de esos efectos, pero luego tuvo que abandonarlo. Sin tener trabajo, ya casados, Karen encontró un anuncio periodístico donde el legendario Larry Flynt, editor de la revista Hustler solicitaba distribuidores. De esa manera nació su tienda.
Karen y Barry Mason:
una familia común
El documental nos lleva a esos momentos
con imágenes y testimonios que se vuelven muy importantes. Se habla de una
época cuando estas tiendas, así como los clubes gay eran las formas de
convivencia, encuentro y ligues entre hombres que, desgraciadamente, vivían con
la amenaza de ataques por parte del gobierno, siempre en nombre de la defensa
de la familia bajo cargos de obscenidad. La tienda se tornó en espacio
indispensable, pero lo más sorprendente del documental es que uno se entera de
una pareja que veía el asunto como negocio: una manera para sobrevivir. “Como
vender manzanas”, dice uno de los entrevistados de la cinta. La directora Mason,
y sus dos hermanos, atestiguan que nunca se enteraron de la naturaleza del
oficio de sus padres, ni siquiera cuando hubo una orden de gobierno contra
ellos.
Karen Mason en una muestra comercial
de productos para consumo adulto
Por otro lado, se muestra el lado
humano (e irónico) de la familia: uno de los hijos, Josh, se dio cuenta de que
su orientación era homosexual. Al darlo a conocer, luego de años e intentos
fallidos, el padre lo tomó de manera natural, pero Karen tuvo sus reservas
(sobre todo, debido a los atavismos de su religión judía). Así, se hacen notar tanto
la frialdad (era un negocio y se respetaba a los clientes y empleados) como la
contradicción personal (siempre ver al género y la sexualidad, como algo que
ocurre alejado de la realidad cercana a nosotros). No obstante, el efecto final
fue favorable.
La directora Mason con un ícono gay
de los años 80: Jeff Stryker
Estamos ante un documental que resulta
ilustrativo y fundamental acerca de los cambios sociales y la evolución de
pensamiento. Para los jóvenes actuales, la facilidad de acercamiento ilimitado
y gratuito a la pornografía, o el acceso a conocer y encontrar parejas para
intercambios sexuales, será curioso, sorprendente e inexplicable. El hecho de
que hayan existido este tipo de factores y circunstancias para las generaciones
del pasado viene a ser un recuento histórico, y un triste testimonio de inútiles
represiones que provocaron luchas para ser, por fortuna, eliminadas. Más que
nada, el hecho de que este caso particular fuera producto de una necesidad
económica, dentro de una familia, a la cual se consideraba como principal
víctima amenazada por la obscenidad.
Las realizadoras Mason y Robson
en el Festival de Tribeca 2019
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