LA VIDA ESCOLAR
(La vie scolaire)
2019. Dirs. Grand Corps Malade y Mehdi Idir.
Una mirada objetiva hacia la educación actual en una escuela situada en el corazón de Saint Denis, suburbio parisino donde habita toda una mezcla de razas diversas. Aunque pareciera que estamos ante otra cinta de casos extremos donde se tratarán las mismas situaciones de siempre sobre drogas, sexo y decadencia social, la cinta ofrece una visión global del mundo en que vivimos confrontando tanto las situaciones de maestros y alumnos cuya diferencia reside en la edad, en que están en lados opuestos de circunstancias: unos son alumnos, sometidos a un régimen; los otros son la autoridad, los guías. La cinta no nos deja olvidar que quienes están al frente de esta educación también fueron alumnos que vivieron en condiciones semejantes porque sus orígenes étnicos también fueron semejantes.
Inicia el año escolar y la directora del plantel presenta a la nueva consejera, Samia (Zita Hanrot) y su equipo de monitores. Se encargan de la disciplina y el orden en la escuela. Así, Samia irá conviviendo con diferentes maestros y conociendo a los alumnos que llegan a su oficina por faltas, retardos, indisciplina. Se establecerá una relación particular entre Samia y un alumno, Yanis (Liam Pierron) ya que ambos viven una experiencia similar: Samia tiene a su pareja en la cárcel y Yanis a su padre. Igualmente, Samia encontrará que el maestro Messaoud (Soufiane Guerrab) es otra persona con la cual puede confiar y en quien encuentra compatibilidad en sus ideas acerca de la misión que se han echado a cuestas.
Sin pontificar, ni caer en los lugares comunes, la cinta nos va mostrando indirectamente las vidas de los alumnos a través de sus comportamientos en la escuela (las mentiras, las bromas, los retos), así como aspectos de las personalidades en algunos profesores (sus cualidades y defectos, además de sus filias y fobias). Así como Samia tendrá interés en los casos más fuertes, también disminuirá la atención en casos nimios, como el robo de una goma para borrar. Y lo más interesante es la manera en que se comparan las formas de actuar de cada uno de estos sectores: hay una secuencia magistral donde, por efectos de edición, se alternan momentos de fiestas que están celebrando simultáneamente tanto los maestros como los alumnos, para demostrar que las diferencias son circunstanciales, de tiempo y de contexto, ya que en ambos casos se discute sobre temas usuales a cada edad, en ambos casos se acercan a la droga recreativa y al alcohol, así como las relaciones sentimentales o simplemente sociales, entre ellos. De la misma forma, se hará notar que los castigos tienen diversos grados de consecuencias tanto en alumnos como maestros.
El caso de Yanis es peculiar porque es un muchacho inteligente, convencido de que la droga no es el camino adecuado, pero quien no muestra interés o curiosidad en la escuela. Se vive cuestionando el sentido de la educación escolar porque no le encuentra aspectos prácticos. No sabe lo que quiere hacer en la vida (algo que Samia intentará descubrir) y, sin embargo, debe cumplir con las normas de la educación institucionalizada, a pesar de que alguien en la cinta menciona que lo tradicional no es adecuado para todos los alumnos.
Samia, por su parte, se ha mudado a este suburbio, y encontrado este trabajo, para estar cerca de la prisión donde está recluido su amado. De ascendencia argelina, ha tenido el privilegio de una posición acomodada, además de ajustarse a la modernidad sin seguir las tradiciones religiosas. Su vida personal entrará en conflicto y confesará a su colega que siente inútil su trabajo. Messaoud le comenta que no podrán “salvar” alumnos, sino intentar encaminarlos.
La cinta llega a un final que resulta irónico. Una gran panorámica sobre los altos edificios habitacionales de Saint Denis hace cuestionarnos: ¿Será que la vida escolar es una gran jaula en la que nos encontramos atrapados temporalmente? ¿O es que no será la solución a los males de este mundo ya tan deteriorado? Al dejarnos inquietos, la cinta cumple con su misión.
Los directores Grand Corps Malade y Mehdi Idir
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