domingo, 19 de abril de 2020

SIN MORALISMOS


NUNCA, RARAS VECES, EN OCASIONES, SIEMPRE
(Never, Rarely, Sometimes, Always)
2020. Dir. Eliza Hittman.
         Al inicio de esta estrujante película, Autumn (Sidney Flanigan) participa en una muestra de talentos estudiantiles interpretando una canción con su guitarra. Antes hemos visto a un imitador de Elvis y a un trío de jóvenes con canción al estilo Do-Woop que hace pensar que estamos en los años cincuenta. Más tarde, nos damos cuenta que es 2019 en Ellensboro, Pennsylvania, pero como si se estuviera en esa década. Durante la interpretación un joven la insulta y, más tarde, mientras Autumn celebra junto con su familia, el mismo tipo le hace señas obscenas imitando una felación. 
         Al día siguiente, Autumn se dirige a una oficina de planeación familiar para enterarse de su situación. Una prueba de embarazo resulta positiva. La encargada le comenta que tiene alrededor de diez semanas y le muestra un vídeo en contra del aborto. Autumn y su prima Skylar (Talia Ryder) trabajan en un supermercado como cajeras. Sin querer, debido a sus náuseas, la otra chica se entera de su situación. Al no poder abortar en su estado sin el consentimiento de sus padres, Autumn decide ir a Nueva York. Skylar toma dinero de su trabajo para poder acompañarla. Así iniciará un viaje de incertidumbre que deparará algunas sorpresas pero es donde la joven podrá realizarse el aborto buscado.
         Sin juicios morales o discursivos, la cinta nos muestra la realidad a la que se enfrentan los jóvenes hoy en día. Estados Unidos, en sus pueblos y ciertos estados, todavía impone obstáculos y decisiones sobre las realidades de sus adolescentes. De ahí que la atmósfera de siglo veinte se sienta desde el inicio de la cinta hasta las acciones que deberá tomar Autumn. Cuando llega a la clínica recibe atención y comprensión de una manera natural, sin culpas, ni remordimientos o sugerencias indirectas, contra la actitud en la oficina de su pueblo. 
         El título de la cinta nos remite a las respuestas de las encuestas que usualmente se nos presentan. Las opciones son las que debe responder Autumn ante las preguntas de la trabajadora social que la atiende. De esta manera nos vamos enterando e imaginando lo que ha sido la vida de la muchacha, porque la película no explica ni pierde tiempo en ofrecer antecedentes o explicar consecuencias. Autumn se ha embarazado, no le ha comentado a su madre, no se sabe quién es el padre (tal vez el muchacho que se burló de ella al inicio) y no le queda más que tomar su decisión: no está lista para ser madre en esa edad ni tampoco desea ofrecer al bebé en adopción. La relación con la prima es cercana, pero es de las que ya no requieren palabras. Se apoyan porque han crecido juntas y es lo que hace la familia, a pesar de que Autumn, dentro de sus presiones, de repente la insulta. Su viaje a Nueva York les ofrecerá tanto agresiones (un tipo que se empieza a tocar frente a ellas en el Metro) o bondades (la relación con un joven estudiante que las ayudará inesperadamente).
Skylar con su benefactor Jasper
(Théodore Pellerin)
         La realizadora Hittman nos había deslumbrado previamente con Beach Rats (2017) que aquí pudimos disfrutar en la Cineteca Nuevo León (o por streaming) donde un joven luchaba por aclarar su identidad sexual queriendo estabilizarla por medio de la droga. Tanto en esa cinta como en la que ahora nos ocupa, hay un personaje que no tiene comunicación con sus padres: está la soledad y lo que viene a ser un aislamiento voluntario por el sentimiento de incomprensión. Igual que en la anterior cinta,  Nunca, raras veces, en ocasiones, siempre, fue filmada en 16 mm por la cinematografista francesa Hélène Louvart (Feliz como Lázaro o Familia sumergida), alcanzando una atmósfera intimista para una cinta que nos habla de las realidades de un mundo que debe replantearse el bienestar del ser humano.
Las actrices con la directora
Eliza Hittman (derecha).

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