NOCHE DE FUEGO
2021. Dir. Tatiana Huezo.
Un pueblo en alguna sierra del Bajío. Sus habitantes viven bajo la sombra del miedo. Los cárteles se han apropiado de sus existencias: la mejor manera para salvarse es trabajar en los campos de amapola, de cuyas flores se extrae el opio que es fuente de muchos alcaloides. Tres amigas, Ana, Paula y María, niñas alrededor de ocho años que viven su inocencia entre sus juegos infantiles, su efímera educación porque los maestros desaparecen o no sienten tener garantías para su protección. A las niñas, sus madres les cortan el pelo para que parezcan niños y así evitar que las roben para terribles consecuencias: todo esto no se entiende por las pequeñas que lloran y se quejan, aunque en realidad viven ajenas a la realidad de sus padres. Sin transición anunciada, pasa el tiempo y las niñas, ahora son adolescentes que siguen siendo protegidas por las madres ante el terror de que sean raptadas. Esta admirable película es una mezcla de muchos temas que conocemos a través de las noticias y que describen el infierno terrenal: feminicidio, explotación, amenaza constante.
Ana, la protagonista principal, es una niña que juega a la concentración mental, a las escondidas, pero que no entiende los motivos por los cuales su madre le ordena siempre que corra a esconderse en lo que es una fosa cavada en su patio, cada vez que se escucha la llegada de las camionetas de los cárteles. No sabe el motivo de que su maestro, de pronto, ya no asista a clase, ni acepta que le corten su larga cabellera. Ana, adolescente, trece años, juega con sus amigas en una fría laguna, comparte su admiración por el maestro Leonardo con el cual puede acabar la primaria y quien le enseña que las cosas que están boca abajo pueden arreglarse para ser correctas, lo que la inspira para ser maestra. Ana se convierte en mujer de pronto, cuando le baja la regla, y se enoja cuando la madre quiere que se vaya a vivir con su papá, ahora bracero en Estados Unidos. Hasta el momento en que conoce la terrible realidad, su inocencia termina y llega el golpe de la verdad que le rodea.
Esa
es la gran enseñanza de la película: cómo el acercamiento al miedo, a conocer
lo que es la amenaza omnipresente, modifica nuestra percepción de la realidad.
De niña a mujer, de inocente a estupefacta. Sin reparto profesional, sino con
actrices encontradas luego de una búsqueda de doce meses, luego de entrevistar
a 800 niñas y jóvenes, es admirable cómo estos seres intuitivos logran conmover
y meter al espectador dentro de lo que es una violencia callada (en realidad es
indirecta hasta cierto clímax). La realizadora Huezo filma su primera cinta de
ficción, luego de ofrecer documentales muy apreciados, recreando algo que no
parece tener final y cuya respuesta parece ser correr y seguir corriendo, hasta
no encontrar otro camino. Lo más triste es que las mejores cintas mexicanas de
estos tiempos se refieren a una realidad insalvable (Sin señas particulares,
Estación 14, y pronto deberá llegar La civil).
La directora Tatiana Huezo
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