domingo, 12 de diciembre de 2021

LA ASCENDENCIA

 

MADRES PARALELAS
2021. Dir. Pedro Almodóvar.

         Janis (Penélope Cruz) es fotógrafa en el invierno madrileño de 2016. Luego de una sesión con el antropólogo forense Antonio (Israel Elejalde), le comenta que en su pueblo debe de haber una fosa donde se enterraron a víctimas de los crímenes de la guerra civil, entre ellas, su bisabuelo, y le pide su ayuda. Es el preámbulo para que ambos tengan relaciones y Janis quede embarazada. En la maternidad, conoce a Ana (Milena Smit), adolescente. Mientras Janis no se arrepiente y reconoce que fue un accidente, Ana sufre. Una vez que sus hijas nacen, todo queda atrás. Prometen volver a encontrarse. Cuando Janis recibe a Antonio para que vea a su hija, la reacción de éste es confusa: no la reconoce como su hija porque es una niña con piel morena y desconfía de Janis, quien le pide que se vaya. Tiempo después reencuentra a Ana que le informa de la muerte de su hija. Janis, entonces, toma decisiones para encontrar la respuesta a ciertas dudas que surgen en su cabeza. Y no puede contarse más.

         Sin dejar de lado su inclinación melodramática, el maestro Almodóvar ofrece un interesante giro sobre el tema de los cambios accidentales en las guarderías de hospitales, al mostrar una gran madurez en sus intenciones expresivas acerca de la toma de conciencia en cuanto al pasado histórico, la ascendencia familiar, el sentido del honor y la necesidad de ajustar cuentas con nosotros mismos. La finalidad no es el pretexto melodramático: Almodóvar, ya bastante maduro, se preocupa por el sentir nacional en su patria. Hubo cien mil desaparecidos en la Guerra Civil que se encuentran diseminados por las tierras nacionales. Infinidad de familias que desconocen dónde quedaron los restos de sus antepasados relativamente recientes. Una situación que no es exclusiva de España y que se mantiene en el presente, producto de otro tipo de guerra sucia. Conocer los orígenes y aceptarlos, son condiciones obligatorias para toda persona. Este es el principal objetivo de expresión para el maestro Almodóvar. 

         Es deslumbrante cómo un tema repetido en películas y telenovelas se convierte en piedra de toque para extender su significado hacia asuntos más serios, políticos e históricos. La película nunca cae en el tremendismo, ni en la fórmula fácil. Todo se va narrando naturalmente: Almodóvar todavía refina su manera de contar. Hay secuencias que se presentan de manera alterna, utilizando elipsis para acortar tiempos y evitar escenas que resultarían tediosas y predecibles. A pesar de sus dos horas de duración, la cinta fluye sin tedio ni displicencia para el espectador. Los personajes femeninos son libres: Janis ha seguido una tradición donde madre y abuela vivieron sin maridos, criando a una hija. La propia madre de Ana es una mujer que decidió abandonar al marido para seguir con una carrera como actriz. Todo acorde con una imagen que se repite en estos tiempos que vivimos. El hombre está ausente, es mero accesorio, apoyo, refuerzo.

         Y luego está la sublime actuación de Penélope Cruz, que le ganó la Copa Volpi como mejor actriz en el pasado Festival de Venecia. Un ejemplo de gran evolución que se ha ido desarrollando con los años. La joven Milena Smit cumple perfectamente, siendo una principiante en cine. Almodóvar nos regala a presencias suyas del pasado, ya entrañables, como Rossy de Palma o Julieta Serrano (más anciana). Aparece una bellísima Aitana Sánchez-Gijón, como madre de Ana y el guiño de ojo de Almodóvar es Daniela Santiago, la actriz trans de la serie Veneno, en un fugaz papelito como modelo. Madres paralelas sirve para reafirmar y confirmar la excelencia de Almodóvar como cineasta: uno de los pocos que son originales, vigentes, propositivos en el cine mundial.

Almodóvar con sus actores Israel Elejalde y Penélope Cruz



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