SEGUNDAS
VUELTAS
1- LAS BRUJAS
(The Witches)
2020. Dir. Robert
Zemeckis.
Nueva lectura fílmica del cuento de Roald Dahl que Nicolas Roeg llevó a la pantalla en 1990 para sumergirnos en la fantasía total de un mundo con brujas acechantes y malvadas cuyo odio hacia los niños las llevaba a emprender la misión de convertirlos en ratones. La narración tiene un gran encanto: un niño es protegido por su abuela luego de quedar huérfano. Para aliviarlo de sus penas y alejarlo de las brujas, lo lleva a un magnífico hotel donde, sin imaginarlo, se celebrará una convención de estas damas realmente monstruosas, disfrazadas de personas convencionales, aunque, su reina, sea glamorosa y moderna. El cuento tenía el objetivo de prevenir a los niños contra la excesiva confianza ante personas desconocidas y exaltar el amor familiar sobre cualquier otra condición. Ahora, en estos tiempos de pluralidad, se ha adaptado para que los personajes principales sean de raza negra con el afán de ir extinguiendo los prejuicios segregacionistas.
Lo más ingenioso de la trama de Dahl es que no se siguen las convenciones de veneno y antídoto. El niño será transformado en ratón para no tener retorno a su forma humana. Sin embargo, esto dará lugar a que tome la vida de otra manera, con propósito y esperanza. La abuela lo aceptará aún como animalito, normalmente repulsivo. La gran diferencia entre la versión original en cine y la que ahora nos presenta el maestro Zemeckis reside en, sobre todo, los efectos visuales y un sentido más convencional y feliz de las nuevas condiciones en que se ha manifestado a la familia, contra el sentido más reflexivo y sublime de la primera versión. Esto queda acentuado desde el hecho de que la cinta ha sido producida y adaptada por el excesivo e insoportable Guillermo del Toro, aunque, por fortuna, evitándonos la pena de que la dirigiera (habría sido varias veces más grotesca, esquemática y superficial). Zemeckis, más contenido y preocupado por el sentido de humanidad (que ha mostrado en todas sus cintas, desde su serie de Volver al futuro pasando por Forrest Gump, Contacto o la extraordinaria Aliados), sabe manejar a sus actores y a las situaciones que les rodean sin llegar a los extremos.
Octavia Spencer es una delicia, como
siempre, al interpretar a la comprensiva abuela. Anne Hathaway es una
moderna y elegante bruja cuya metamorfosis es horrenda, algo que resulta
congruente en esta época prioritariamente visual donde hay que sorprender (una
secuencia donde los ratoncitos son perseguidos por los ¡brazos! de esta malvada
bruja es hilarante y angustiante para el espectador). No obstante, uno recuerda
a la sofisticada Anjelica Huston en la versión original y la Hathaway queda a
deberle. La fantasía se agradece porque la magia es atrayente.
El director Robert Zemeckis
2- REBECA
(Rebecca)
2020. Dir. Ben Wheatley.
Nueva lectura fílmica de la novela de Daphne Du Maurier que el maestro Alfred Hitchcock había trasladado a la pantalla en 1940 para convertirse en cinta de culto e influencia, además de ganarse el Óscar como la mejor de su año. Una novela romántica, con influencias góticas, que recuerda a los textos de las Brönte, además de cuentos de hadas, mezclados con intriga policiaca y ciertos tonos eróticos. Maxim de Winter (Armie Hammer, seductor), viudo, conoce a la simple dama de compañía de una matrona inglesa, de la cual nunca se sabrá su nombre (interpretada por Lily James), para quedar prendado de ella y en cuestión de días, pedirle que sea su esposa. La lleva a su mansión de Manderley, un palacio imponente, donde el ama de llaves principal es la Sra. Danvers (Kristin-Scott Thomas) quien le hará la vida imposible porque ella no deja de pensar en su patrona Rebeca, la difunta esposa de Max. La trama nos llevará a las intrigas, pleitos, miedos que sufrirá la joven dueña de la casa hasta que se descubra un secreto que podría llevar todo a su fin.
Uno se pregunta acerca de la necesidad de rehacer la nueva versión de una cinta que ya es clásica, cumbre de la historia del cine (marcó el debut norteamericano del maestro Hitchcock: el arranque de su nueva etapa), y en realidad, solamente se puede responder que ha incorporado a la trama, la sensualidad y los puntos delicados de una novela que, hace ochenta años, no podía haber permitido cierto erotismo, ni abiertas sugerencias de la ninfomanía de Rebeca, ni siquiera la aceptación de que Max la hubiera matado. El realizador Ben Wheatley es solvente y ha declarado en el más reciente número de la revista “Sight & Sound” que no intentó filmar otra versión de Hitchcock, sino su propia visión sobre la que fuera una popular novela que recorrió al mundo vendiendo millones de ejemplares. En su cinta más conocida en México, El rascacielos (High-Rise, 2015) nos hablaba acerca de un mundo distópico, postapocalíptico en un edificio de departamentos que dejaba claras las diferencias sociales hasta que una situación imponderable las destrozaba. A su manera, esta Rebeca vuelve al tema de la clase aristocrática, su posicionamiento social pero también su mezquindad. La joven nueva consorte pertenece a una clase baja que no está familiarizada con las costumbres de la riqueza, y las mismas clases bajas la miran con desprecio o burla en su interior.
El reparto no queda por
debajo de las expectativas. Lily James tiene el aspecto frágil y juvenil
que Joan Fontaine exaltaba en la pantalla para mostrarla indefensa ante la maldad,
aunque con el carácter dormido que tendrá que despertar cuando la verdadera
adversidad cruce por su camino. Armie Hammer es un actor duro que se
repite en actitudes y reacciones que notamos en la cinta que le dio esplendor (Llámame
por tu nombre, 2018), pero posee la personalidad distinguida de sus bellas
facciones y su excelente físico que atrae. Hay diversos momentos en la película
donde se siente el erotismo y el deseo entre la pareja (que no se aborda ni se
sugiere en la versión original, plenamente romántica). Laurence Olivier era
gran actor teatral pero en cine tendía al exceso y también se tornaba mecánico.
Kristin Scott-Thomas es una adecuada y perversa ama de llaves cuyo rol
no le representaba ningún reto ante la actitud que requería transmitir. Esta
nueva visita a Rebeca sigue siendo fiel a la novela, añade las audacias
adecuadas, y continúa intrigando e invitando al espectador a disfrutarla. El
melodrama nunca muere y siempre seduce.
El director Ben Wheatley
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