LA
DOSIS
2020. Dir. Martín Kraut.
Marcos (Carlos Portaluppi) es un enfermero que lleva veinte años trabajando en una clínica. Su eficiencia es tal que, una paciente que había sido considerada sin signos vitales, logra recuperarse gracias a una nueva descarga eléctrica que le aplica. Sin embargo, Marcos practica la eutanasia: lo hace más por compasión, en casos ya perdidos, que por intenciones criminales. Cuando llega Gabriel, nuevo enfermero, joven, ágil, seductor, sus sentimientos son encontrados. Se torna amigable, es bastante simpático hacia Marcos, hasta que, cierta noche, éste lo descubre mientras está matando a una paciente con una jeringa. A partir de este momento, su relación se vuelve más tortuosa.
Estrenada en el Festival de Rotterdam, a principios de 2020, ahora llega por diversas plataformas esta ópera prima, procedente de Argentina, cuyo realizador se inspiró en un caso que sucedió en Uruguay y que quedara sin resolver. A partir de la anécdota ha creado esta ficción con dos personajes completamente opuestos en finalidades y físicos: mientras que Marcos es obeso, con barba, y sus intenciones son meramente compasivas, Gabriel es esbelto, bello, lampiño, y sus actitudes lindan en la perversión. A la experiencia de Marcos se contrapone la novedad de este joven cuya madre fue enfermera y, de ahí, que le naciera el gusto por la atención hacia los pacientes (o al menos es lo que le expone a Marcos en una primera plática). La trama deja muy clara la diferencia en intenciones de cada uno de los enfermeros, al grado de que se acepta sin reservas las acciones de Marcos, pero se condena y asusta la tranquilidad de Gabriel.
Gabriel se torna en el doble de Marcos, en su complemento oscuro, en su obsesión, en su lucha contra el mal (acorde con su propia escala de valores). Atento, porque le cura la mano luego de un accidente con un abrelatas manual y le regala uno eléctrico (Marcos acostumbra comer latas de chícharos). Ambiguo, porque lo deja encerrado en un elevador para aprovechar un cambio de turno. Cínico, ya que acompaña a Marcos para ver al director del hospital para que lo acuse, algo que no puede ocurrir en el último momento. Seductor, porque corteja a Noelia (Lorena Vega), una enfermera amiga de Marcos, aunque también es solícito y afectuoso con éste. Una investigación sobre el incremento de mortalidad en la clínica, hará que Marcos empiece a buscar los antecedentes de Gabriel.
La dosis se desarrolla dentro
del terror psicológico. Gracias a sus perfectos intérpretes (Portaluppi,
veterano y siempre magnífico; Rogers, con menos experiencia y mucho carisma
personal), además de una fotografía impecable que utiliza mucho los reflejos de
los personajes en cristales para dar idea de la apariencia, además de matices
azules y verdes que contrastan con el aspecto de la clínica, se va manteniendo
el suspenso y al espectador solamente le queda la intriga, la curiosidad por conocer
de qué manera irá resolviéndose esta sombría relación y, en un giro que incluye
humor negro (y absurdo), además de una mezcla de melancolía y deseo, nos remite
a una completa soledad. Lo mejor es que la cinta no se vuelve juez implacable,
moralizante, por lo que la vida sigue su rumbo.
El director Martín Kraut con su ópera prima
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