jueves, 16 de septiembre de 2021

EL PADRE EJEMPLAR

 

EL OLVIDO QUE SEREMOS
2020. Dir. Fernando Trueba.

         Sobre la novela sin ficción de Héctor Abad Faciolince y con guion de su hermano David Trueba, el realizador Fernando Trueba nos ofrece la que es su última cinta hasta el momento y que participó en el Festival de Cannes, se ganó el Goya como mejor película iberoamericana (ya que es producción colombiana) y está nominada para el próximo Ariel en la misma categoría. El libro del aclamado Abad Faciolince es un retrato de su padre, Héctor Abad Gómez, médico preocupado por la salud pública, defensor de los derechos humanos, activista político, pero, sobre todo, y es lo que más nos enfatiza esta cálida película, un amoroso padre y esposo. Además de definir y describir a una personalidad única y responsable, esta vida refleja la historia y el desarrollo de la Colombia en las décadas de los setenta y ochenta.

         En la novela, el niño Héctor Joaquín, llamado Quiquín, expresaba que si su padre muriera, él se tiraría al río. Le encantaba su olor, su manera de ser, el hecho de que no lo regañara sino que le hiciera comprender cuando había cometido un error para que razonara y corrigiera sus acciones. Una familia con tío arzobispo que lograba que una monja josefina fuera tutora de sus sobrinos más pequeños, pero cuyo padre no era creyente, y la madre simplemente cumplía con los preceptos mínimos de la religión. Familia con cinco hijas y un pequeño que iba creciendo con el gran ejemplo paterno. La cinta podría confundirse con una muestra dulcificada por la memoria, pero todo se aclara cuando nos damos cuenta de la excelente construcción de un personaje que fue real y al cual siempre le importó el prójimo.

         Hombre con defectos: al enrabiarse prefería encerrarse y escuchar música para calmar su temperamento. Al ser homenajeado en la universidad porque se jubilaba, ofreció un discurso quemante donde declaraba que cuando apenas estaba comprendiendo su labor, era retirado para irse a cultivar rosas en su jardín. Hombre sensible: se le muestra llorando, encerrado, cuando se entera de un cáncer que se ha desarrollado en el cuerpo de una de sus hijas. O emocionado en el cine mientras disfruta de La muerte en Venecia (Visconti, 1971), porque valora a la belleza. Maestro nato: al darse cuenta de que Quiquín muestra sus primeros deseos eróticos, le cuenta una anécdota donde un amigo estaba preocupado porque su hijo se masturbaba con frecuencia en la preadolescencia, por lo que habló en privado con el muchacho para decirle que no había problema y que lo hiciera con discreción. En otro momento, hace que Quiquín se disculpe con una familia judía porque le había roto un vidrio como protesta porque le habían dicho que fueron los culpables de la muerte de Cristo: el padre le habla de los campos de concentración y de los odios gratuitos. Lecciones indirectas para razonar y actuar.

         La película se centra en dos tiempos: el pasado, 1971 y siguientes, es en color, porque refleja la infancia, la adolescencia, la época inocente, agridulce, donde todo parece ser fácil y hay salud, risas, vacaciones. El presente, 1983 hasta 1987, es en blanco y negro: el país ha entrado en graves conflictos por la milicia y los terroristas, la violencia y la droga. Héctor hijo, ya no es el pequeño Quiquín: ha estudiado letras en Turín, luego conoce a una chica, retorna a Medellín para el homenaje de su padre e inicia su carrera como escritor. Luego de la universidad, el médico Abad tiene sus programas de radio, sus declaraciones explosivas, la inclusión de su nombre en listas de “condenados a muerte”, que le llevarán a su fatal destino.

         Fernando Trueba (Belle Epoque, La niña de tus ojos) es un realizador sensible, surgido en los ochenta, cuya obra usualmente habla del pasado, deseando darle un significado histórico, tanto en hechos como consecuencias. El elenco es extraordinario: Javier Cámara interpreta al médico Gómez con todo equilibrio, dulzura y firmeza. El pequeño debutante Nicolás Reyes Cano muestra toda la ternura e inocencia que se mezcla con la travesura y el descubrimiento de la vida. Juan Pablo Urrego interpreta al hijo ya mayor, el que vive la terrible experiencia de ver a su padre acribillado, sangriento, y descubrir en el bolsillo de su saco, el poema atribuido a Borges que expresa: Ya somos en la tumba las dos fechas del principio y del término… Y en otra frase: Pienso con esperanza en aquel hombre que no sabrá quien fui sobre la tierra…

         La cinta nos habla de nuestro paso por la tierra y de cómo debemos entregar lo mejor de nosotros mismos al prójimo. Nunca se había sentido lo efímero de las cosas y las personas como en estos tiempos. Lo que hoy es noticia en los medios, mañana se torna polvo, y así se van acumulando muchos otros datos y notas y personas que hoy se recuerdan y mañana se olvidan brutalmente. Lo que hizo el narrador de este retrato es recordar a su padre y destacar el bien que sembró…Ya somos el olvido que seremos, el polvo elemental que nos ignora…

El director Fernando Trueba con el genial Javier Cámara



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