martes, 19 de mayo de 2020

ENTRETENIMIENTO BANAL


LOS CABALLEROS
(The Gentlemen)
2020. Dir. Guy Ritchie.


         El reportero Fletcher (Hugh Grant) visita a Ray (Charlie Hunnam) quien es el asistente, consejero y segundo del poderoso narcotraficante Michael Pearson (Matthew McConaughey). Empieza a platicarle que, por encargo de Big Dave, magnate del periodismo, ha investigado la vida y hechos de su jefe. Viene a ofrecerle todas sus evidencias por veinte millones de libras. Aparte de presentarlas como si fuera el guion de una película, empieza a narrarle todas sus búsquedas que nosotros, como espectadores, atestiguamos por medio de imágenes. La narración tendrá elipsis, prolepsis y analepsis que, en lenguaje menos pedante, son cortes narrativos, adelantos o retrocesos en el tiempo, por lo que las diferentes líneas de acción de muchos personajes (entre otros están un aristócrata que va a comprar el negocio de Pearson, la esposa de éste que es todo un personaje endurecido, un hampón chino, un entrenador de boxeo para jóvenes que anda sacando del mal camino y hasta la mafia rusa).
El cultivador de marihuana y su esposa
El lugarteniente
El reportero chantajista
         Siendo fiel a su estilo de Juegos, trampas y dos armas humeantes (1998) o Snatch: cerdos y diamantes (2000), y sí, no faltará quien mencione Revólver (2005) o RocknRolla (2008), donde persiste pero ya disminuido, donde siguió las enseñanzas de su incuestionable influencia (o sea Tarantino), el realizador Ritchie retorna al juego de crímenes, hampones y la justicia que se impone para el menos amoral de sus personajes. En realidad, aquí no hay figuras positivas ni redimibles, pero esa no es la cuestión de importancia. Los caballeros nos habla de una realidad actual donde la perversión ha vencido a los sistemas usuales de moralidad: el único signo para que Pearson sea el héroe de esta película, junto con su fiel Ray y el altruista entrenador, es que él se dedica solamente al cultivo y explotación de la marihuana, a gran escala: una droga que no produce muerte, sino relajación. 
El hampón oriental
El entrenador que redime
         La película inicia de una manera críptica que se irá traduciendo conforme se va desarrollando: sabemos que Pearson quiere dejar el negocio pero requiere, entonces, de un comprador solvente y poderoso. Al despreciar el saludo del magnate durante una recepción, éste quiere limpiar su humillación poniéndolo en evidencia ante el público y de ahí su contratación de Fletcher. Este tipo de narración es lo que puede confundir inicialmente, pero luego el espectador se va dando cuenta de que se está contando como si fuera una película, con escenas alternativas o imaginadas, pero que va creando los puntos de contacto de la trama. Ritchie se ha distinguido más por la forma que por el fondo: es más estilo que ideología: frivolidad contra trascendencia. Igual que Tarantino, sus imágenes son poderosas y frecuentemente sorpresivas. Contrario a su mentor, no hay un discurso interno potente ni tampoco se va creando un mundo que tenga continuidad en su obra total. Por eso estamos ante una película bastante entretenida, a la cual no se puede dejar de mirar para no perder el hilo de la narración (ante tantas situaciones y personajes), pero que al final permanece como una buena cinta de acción que pasa a formar parte del montón.
El comprador millonario
El magnate periodístico
         Y dentro de esas imágenes sorpresivas están los métodos de persuasión que se utilizan con cada personaje amenazante para que deje de presionar y se aleje de sus intenciones. Están los espacios inmensos de producción y desarrollo de la marihuana: los espectaculares castillos británicos que ahora son mansiones desgastadas que requieren de mucho mantenimiento o los barrios bajos que contrastan en un Londres, o sus alrededores, contemporáneo y portentoso. O el taller de reparaciones mecánicas que es propiedad de la esposa de Pearson donde solamente hay mujeres espectaculares como empleadas. O los inesperados saltos o caídas desde las alturas que dan otro rumbo a los hechos. No deja de ser un conjunto de momentos atrapantes e irónicos.
Guy Ritchie
         Cuando Ritchie se ha salido de esta temática ha permanecido con su tendencia de apantallar sin dejar de lado la banalidad. Tanto Insólito destino (2003) como sus relecturas del personaje de Sherlock Holmes (donde ni siquiera era necesario mencionarlo, a no ser por razones obviamente comerciales) que no tenía ni rastro de las características del popular detective, por no hablar de su desastrosa y superflua visión de El rey Arturo (2017) hasta llegar a su versión de Aladino (2019). Su mejor logro ha sido la versión de El agente de C.I.P.O.L. (2015) por la recreación de una serie de los años sesenta, que permanece fiel a su época y que recuerda al género de espionaje que cundió por esa década, ya que al menos se anclaba en cierto tipo de ficción que fue del agrado popular (aparte del disfrute de unas presencias imponentes). Con esto, podemos concluir que Ritchie es notable para entretener, algo que logra con creces en esta cinta.



        




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