lunes, 28 de septiembre de 2020

ESCAPE Y CASTIGO

 

CHICAS PERDIDAS Y HOTELES DE PASO

(Lost Girls & Love Hotels)

2020. Dir. William Olsson.

 

         Margaret (Alexandra Daddario) trabaja como maestra de inglés en una escuela para azafatas en Tokio. De noche se reúne a beber con dos amigos: Ines (Carice van Houten) y Liam (Andrew Rothney) para luego buscar sexo anónimo con hombres a los cuales pide que la lleven a un hotel de paso. Cierto día, por casualidad, se topa con un miembro del Yakuza e inicia una relación apasionada que se torna amor imposible. Basada en una popular novela semiautobiográfica de la canadiense Catherine Harnahan, quien además escribió el guion de esta cinta, tenemos el retrato de una mujer que busca escapar de su pasado y castigar su presente. A los hombres les pide que la aten o que la asfixien hasta el límite justo: uno podría pensar que desea morir. No obstante, el encuentro con Kazu, el hampón (Takehiro Hira) le dará otra alternativa y cierta esperanza. Sin embargo, es un hombre prohibido.

Margaret, sin rumbo, buscando hombres

         Estamos ante el retrato de lo que significa la depresión y sus maneras oscuras para combatirla. Margaret requiere humillarse ante desconocidos y esperar, quizás, el posible final para su dolor. Los riesgos del sexo casual son un camino hacia la autodestrucción. Por otro lado, no hay posibilidad de una atadura emocional: es una simple transacción de cuerpos. Del pasado, solamente se sabrá que perdió a sus padres y que su hermano es un esquizofrénico. Sus únicas amistades son personas sin mayores ambiciones ni anhelos, como ella. Todos han huido de alguna circunstancia personal para llegar a este Tokio con sus cortos callejones, sus negocios particulares, sus pequeños departamentos, sus automatizados hoteles de paso. Es una atmósfera libre pero asfixiante.  Luego, al conocer a Kazu, todo cambiará para sus rutinas. Surge el amor que será motivo para una esperanza, la posibilidad de experimentar momentos espirituales, pero también su posterior decadencia y caída, fracaso emocional, inicio de otro camino en su vida.

Margaret y su amante

         La bella Alexandra Daddario muestra una fragilidad que se contrapone a la imagen promiscua de su personaje por lo que se torna cualidad interpretativa. Su aspecto físico pertenece más a una chica dulce y virginal que a una ninfómana, y esos han sido sus roles previos, por lo que este contraste impacta y convence. En el caso de Takehiro Hira, estamos ante un actor experimentado, más conocido por series de televisión (Giri/Haji por Netflix), que presenta un aspecto endurecido, como corresponde a un siniestro criminal, pero que luego revela su lado sensible y comprensivo, siempre con la verdad por delante. La pareja transmite una sensualidad placentera. La cinta nos recuerda, temáticamente, a una de las grandes películas de los años setenta que ya ha pasado al olvido (Buscando a Mr. Goodbar, 1977, Dir. Richard Brooks) donde una mujer buscaba respuesta a su soledad con hombres distintos hasta que era asesinada. Aquí tenemos una variante más adecuada a las expresiones del nuevo milenio con su aislamiento personal y el sentimiento de desesperanza.

 El director William Olsson

                  

 

 

domingo, 27 de septiembre de 2020

MERO ENTRETENIMIENTO

 

ENOLA HOLMES

(2020. Dir. Harry Bradbeer)

 

         Este reciente estreno de Netflix juega nuevamente con un personaje literario que, a su vez, fue explotado por la escritora Nancy Springer, inventando una hermana menor a Sherlock y Mycroft Holmes. Estamos en 1900 cuando Enola (Millie Bobby Brown) acaba de cumplir 16 años. Dirigiéndose directamos a los espectadores, nos cuenta sus antecedentes sobre cómo fue educada en casa por una madre autosuficiente. Todo iba de maravilla hasta que cierto día la mujer desapareció. Volvieron a casa Sherlock (Henry Cavill) y Mycroft (Sam Claflin) quien era su tutor. La decisión de este último para internarla en una escuela de señoritas hace que Enola escape de casa para ir en busca de su madre (quien le había dejado dinero y varias pistas para que las descifrara). Se disfraza de jovencito y en el camino, se encuentra con Tewkesbury (Louis Partridge), un joven marqués quien también anda escapando por desavenencias con su familia. Enola le ayudará en el camino a Londres, donde se separarán para que cada uno busque su destino.

 

         La película nos trae otra versión amable de las películas de aventuras con toda la truculencia narrativa para que se desarrollen los hechos que llevarán, obviamente, a un final feliz. Enola viene a ser más inteligente que Sherlock en cuanto a la resolución de pistas y a la interrelación de situaciones aisladas. Se nota que la trama fue pensada minuciosamente para alimentar el suspenso y dar continuidad a los hechos. A pesar de que es entretenida y su reparto muy atractivo, termina sintiéndose artificiosa: será que ya se ha dado tantas vueltas y giros a las tramas policiacas que, bajo el pretexto de que es una película, se abusa de la libertad que posee el cine. Podrá decirse que es cine para jóvenes

 

Por otro lado, para estar acorde con los tiempos, se centra en los personajes femeninos, a los cuales muestra “empoderados” y decisivos: la base de la intriga está situada en la extensión del voto, aunque nunca se define abiertamente para qué. Y, además, están las consabidas y absurdas reglas de diversidad (que los Óscares han avalado) en cuanto a la obligación de tener repartos multirraciales en roles de tramas cuyas épocas históricas no permitirían en la realidad. Bueno, tal vez sea por otro tipo de extensión: la libertad creativa del cine…

Henry Cavill como un Sherlock disminuido por su hermana

El director Harry Bradbeer


FALTA DE IDENTIDAD

 

MONZÓN

(Monsoon)

2019. Dir. Hong Khaou.

         Kit (Henry Golding) nació en Vietnam pero abandonó el país a los seis años cuando sus padres escaparon del comunismo. Ahora ha retornado a Saigón (hoy Ciudad Ho Chih Minh) como primera escala antes de viajar a Hanoi para localizar el mejor lugar donde depositar las cenizas de su madre, fallecida recientemente. Visita a un viejo amigo de infancia al cual le confiesa que ya ha olvidado el idioma y al cual le pide fotografías donde salgan sus familias. Por la noche, se encuentra en un bar con un joven afroamericano, Lewis, al cual ha conectado por medio de una App de citas, y con quien tiene relaciones sexuales. Los siguientes días visita la ciudad para darse cuenta de los contrastes del progreso. Luego de reencontrarse con Lewis, viaja a Hanoi para conocer el lugar donde habían nacido sus padres.

         En esta exquisita representación de la falta de identidad personal, de las consecuencias de la migración y de la exploración del propio pasado, se revisan los cambios que ha sufrido el mundo en sus idiosincrasias y sus formas de pensar. Golding dejó su país en medio de la inocencia, ajeno a las realidades de una guerra cruenta para comenzar una nueva vida en Inglaterra y ahora, al retornar para devolver unas cenizas al país natal y, de esa manera, cerrar un círculo de vida, se puede cuestionar los absurdos, las ironías, las decisiones de la historia. Vietnam fue el escenario de una lucha donde finalmente triunfaron ciertos intereses y una ideología que, con el paso del tiempo, se ha tornado obsoleta y se ha ido integrando en el proceso del mundo.

         Kit platica con su amigo de la infancia, Lee (David Tran), cuya familia no pudo escapar del régimen y tuvo que soportar los programas de “reeducación social”. Ahora, en el transcurso del tiempo, hay otra generación que ya ha olvidado ese pasado y no tiene conciencia de la sangre derramada y de las injusticias vividas. El país se ha asimilado con el mundo en cuanto a la tecnología, la búsqueda de las satisfacciones personales y económicas, dentro del progreso que no se puede detener.

         Kit platica con su amante Lewis (Parker Sawyers, quien interpretó al joven Obama en Michelle y Obama, por su gran parecido físico con el expresidente) para enterarse de que su padre fue combatiente en Vietnam, nunca platicó sobre sus experiencias y se suicidó cuando llegó a cierta edad. No se explaya en esa historia personal pero deja establecidas las cicatrices que se provocaron en el segmento de jóvenes norteamericanos que tuvieron que ir a pelear en lo que resultó ser un gran fracaso, la pérdida o mutilaciones de cientos de miles de vidas inocentes: algo en lo que se ha reflexionado a través del tiempo por el cine (la reciente Cinco sangres de Spike Lee toca el tema de los afroamericanos en Vietnam) y que en esta cinta no se necesita considerar ya que muestra los efectos del pasado.

         Kit platica con la joven Linh (Molly Harris), empleada de una galería que promueve el arte contemporáneo en Hanoi, quien lo lleva a visitar a su familia que produce té de flor de loto, que ella ya no acepta pero que ha sido el oficio familiar por años, manteniendo una tradición. Kit se integra al proceso de separación de hojas, tallos, semillas, que se repite cotidianamente y así escucha diversas opiniones y formas de pensar en un grupo social. Linh es graduada universitaria gracias al sacrificio económico de sus padres y se ha desligado de la tradición, y vive con el deseo de emigrar.

         Las imágenes de un Vietnam contrastante y moderno que finalmente se reunificó y cuyo régimen socialista fue adaptándose a los cambios del mundo. La realidad actual donde los jóvenes no tienen conciencia de sus antecedentes generacionales. La naturalidad con la cual se llevan a cabo las relaciones homosexuales (aparte de Lewis, Kit tiene un encuentro con otro joven en Hanoi). La tradición que permanece todavía, aunque las nuevas normas le irán aniquilando paulatinamente. El realizador Hong Khaou, de origen camboyano-vietnamita, nos invita a reflexionar sobre los efectos del pasado en la identidad personal. Toda una lucha que vino terminando en otra adhesión al mundo. porque el tiempo propicia al olvido...

El director Hong Khaou



jueves, 24 de septiembre de 2020

LOS CAMINOS DEL ARTE

 

LOS HIJOS DE ISADORA

(Les enfants d’Isadora)

2019. Dir. Damien Manivel.

         Otra propuesta fílmica donde el pasado incide en el ámbito contemporáneo para reiterar que los sentimientos son universales y trascendentes. Esta cinta está dividida en tres partes que tienen relación con la coreografía “Madre” que Isadora Duncan, precursora de la danza moderna, creó en 1921, ocho años después de que sus dos hijos, una niña de 7 y un niño de 3 años, perecieran ahogados al caer el coche donde viajaban, al río Sena. La pérdida de sus hijos produjo una parálisis emocional en la bailarina quien pasó largo tiempo inactiva, presa del dolor. En esta cinta, el realizador Damien Manivel (quien fuera bailarín antes de dedicarse al cine) expresa el efecto de este dolor y su tristeza, casi un siglo después, ante la recreación de la pieza coreográfica.

         En la primera parte, una joven bailarina (Agathe Bonitzer) lee la autobiografía de Isadora y se entera (nos enteramos) de su tragedia. Se traslada a una biblioteca donde revisa las transcripciones anotadas de la coreografía que empieza a recrear en un estudio, de manera diligente y formal. Mira a través de una ventana donde hay niños jugando felices. En la siguiente sección, otra bailarina (Marika Rizzi) monta la misma coreografía a una alumna con síndrome Down (Manon Carpentie) que será presentada en una próxima fecha en un teatro de la Bretaña francesa. Maestra y bailarina se van sensibilizando ante la coreografía: en una vuelta a la playa, la mujer cuenta que sus hijos se encuentran estudiando en el extranjero y los extraña. La alumna escucha constantemente a Scriabin cuya música acompaña a la coreografía. En la tercera parte, durante la representación de la danza (que no ve el espectador), la cámara recorre los rostros del público para centrarse en una anciana de color (Elsa Wolliaston) quien tiene lágrimas en el rostro.

         Así, hemos visto el desarrollo de una coreografía desde distintos puntos de vista: una recreación personal, otra interpretación particular que llegará a una representación, para terminar en los efectos que ésta causa en el espectador. Si la primera bailarina lo realiza como complemento y curiosidad artística de su propia admiración hacia una figura importante de la danza, en el siguiente caso está el trabajo de recreación en circunstancias particulares ya que la alumna explora sus propias capacidades y busca encontrarle sentido ante una madre que no tiene a sus hijos consigo. La conclusión del proceso, como de la película, está en una madre ya con los años encima que ha perdido a su hijo, como lo demuestra el encendido de una vela al retrato enmarcado de un joven. La mujer, en la soledad, intenta imitar los movimientos de los brazos que ha visto en el espectáculo y que una maestra ha inculcado y enfatizado en su alumna, además de los primeros bocetos que al inicio de la recreación experimenta una bailarina que desea expresarse.

         Una tenue división entre documental y ficción. Las cuatro mujeres que protagonizan esta película son, o han sido, bailarinas (o en el caso de Manon, es su actividad estética). En el caso de la anciana en el tercer segmento, se trata de una mujer de ascendencia jamaiquina quien introdujo danzas africanas con sus variantes europeas en la Francia de los años sesenta. El realizador Manivel se llevó el premio a la mejor dirección en el Festival de Locarno 2019. Su película es un bello e indirecto homenaje a Isadora Duncan, o sea, a la danza contemporánea en su origen. Más que nada es el énfasis en cómo la pieza artística nos conmueve, nos modifica o nos transforma porque los caminos en que llega a cada uno de nosotros son infinitos.

El realizador Damien Manivel, en Locarno 2019



domingo, 20 de septiembre de 2020

CONTRA LA ENMIENDA

 

LA SEGUNDA

(The 2nd)

2020. Dir. Brian Skirba.

 

         El título de la película se refiere a la segunda enmienda de la constitución norteamericana donde se defiende el derecho a poseer armas por cualquier ciudadano. La premisa de esta cinta de acción parte de un momento en el cual los miembros de la Suprema Corte de Justicia tomarán su decisión para reformarla. Vic (Ryan Phillippe), agente del servicio secreto, va a recoger a su hijo Sean (Jack Griffo), al campus donde han comenzado las vacaciones navideñas. Ya solamente quedan el muchacho y su compañera Erin, hija de un juez. Vic se da cuenta de algunas situaciones sospechosas con el chofer que ha ido por Erin: en realidad es parte de una banda que quiere secuestrarla para chantajear a su padre en la decisión que tomará sobre la segunda enmienda. Vic utiliza su oficio y experiencia, a la cual se le une su hijo, para evitar el secuestro.

         Producida por el propio Phillippe, junto con muchas otras personas, estamos ante otra cinta de acción que nos remite a las relaciones intrafamiliares para que se detone la amenaza y la violencia y dar paso a la salvación. Aunque no es la gran producción de algún estudio importante de Hollywood, viene a ser el equivalente para tiempos de pandemia: menos presupuesto, estrella que fue importante pero luego decayó, trama que une a padre e hijo en una situación peligrosa, elementos que nos remiten a una variante, en menor escala, al ciclo de Duro de matar de los años ochenta o el de Búsqueda implacable ya del nuevo milenio. El personaje de Vic sufrió la pérdida de su esposa debido a una venganza y la separación de su hijo se ha debido a la entrega a su oficio, pero nunca han existido rencores entre ellos. Erin es una chica de posición acomodada que lleva buena relación con sus padres. La unión familiar se enfatiza para que tenga mayor relevancia su preservación.

Ryan Phillippe y Jack Griffo: padre e hijo que parecen hermanos

Casper Van Dien

         La alta tecnología que utilizan los inminentes secuestradores se explicará más adelante cuando se revele el origen del chantaje contra el juez. A los jóvenes protagonistas se les presenta al inicio de la película en una clase de esgrima donde cada uno demuestra su habilidad que será oportuna en su lucha contra los atacantes. Y hay un prólogo donde Vic debe cuidar de otro juez bajo las mismas circunstancias que posteriormente se darán en el otro personaje judicial, y aunque logra salvarlo, se da cuenta de que requiere descanso y de que el tiempo y su fortaleza se han ido agotando en conjunto.

         Ryan Phillippe saltó a la fama a finales de los años noventa con películas que fueron taquilleras (Estudio 54, Juegos sexuales) y que explotaban la sexualidad juvenil. Sin embargo, a pesar de aparecer en otras buenas películas (Gosford Park, El defensor) que no fueron taquilleras, solamente quedó su fama que fue disminuyendo. Se refugió en la televisión y en producciones con menores presupuestos donde obtuvo cierta notoriedad (la más reciente fue Shooter que pasó por Netflix). En esta cinta se autoproduce y tiene el rol principal. No posee el físico de otros héroes de acción y aunque ahora ya ha cumplido 45 años, mantiene su presencia juvenil por lo que parece más el hermano mayor que el padre del actor que interpreta a su hijo. Algo a favor es que se aprovecha esta característica para presentarlo vulnerable y frágil frente a los fortachones que lo acechan y que, en ocasiones, parecerán vencerlo. Y el villano es excepcional, otro sobreviviente popular de los años noventa, Casper Van Dien (famoso por Invasión, la alucinante cinta de Paul Verhoeven en 1997), es quien lo interpreta: frío, directo y elegante. La cinta deja abierta la posibilidad de una secuela y esperemos que así sea…

El director Brian Skirba



miércoles, 16 de septiembre de 2020

LA FE Y EL DESTINO

 

EL DIABLO A TODAS HORAS

(The Devil All the Time)

2020. Dir. Antonio Campos.

 

         Una narración que se expande por veinte años para discurrir sobre la fe, ya sea su pérdida o su usualmente errónea interpretación. Construida en diversos tiempos, es difícil de sintetizar sin revelar situaciones clave. Un acercamiento posible sería comentar que el joven Willard (Bill Skarsgård) regresa endurecido por la guerra luego de haber tenido que rematar a un oficial que había sido desollado y crucificado por los japoneses. El encuentro con una chica que le gusta y su posterior casamiento le devuelven la fe, tiene un hijo llamado Arvin (el cual, en su juventud, será interpretado por el talentoso Tom Holland) al cual dará una educación agreste y de sobrevivencia que le llevará a actuar de cierta forma con el paso del tiempo. Alrededor de este personaje aparecerán muchos otros, representativos de su tiempo y forma de pensar.

         La acción sucede entre dos pueblos de Ohio y Virginia Occidental que muestran una mentalidad cerrada y centrada alrededor de la iglesia protestante y el fanatismo religioso. El realizador Campos (al cual debemos la estrujante Christine de 2016, acerca de una reportera que se suicida frente a las cámaras de televisión), junto con su hermano Paulo Campos, adaptó con mucha fidelidad el guion de una popular novela de Donald Ray Pollock (hay edición en idioma castellano) que está habitada por jóvenes predicadores que llevan su fe hasta el crimen por creer en la resurrección o que utilizan su influencia religiosa en jovencitas púberes para arrancarles la virginidad. O tenemos oficiales corruptos que tanto permiten la prostitución como ocultan evidencias. O un fotógrafo que se excita con la pornografía visceral junto con su esposa. Es un amplio panorama de caracteres definidos por su entorno. La atmósfera es oscura y Campos entra en el ámbito del Film noir contemporáneo en donde los criminales cometen sus tropelías a la vista, sin conciencia, en muchas ocasiones pensando en la rectitud de su comportamiento.

 Un extraordinario Tom Holland

         Con narración magistral en cuanto a la conexión temporal, la cinta inicia en 1957, cuando el pequeño Arvin asiste junto con su padre a lo que llama “el tronco de la oración”, un espacio detrás de su casa donde ha colocado una cruz, en conmemoración de aquella vivida en la guerra, para agradecer o exigir la clemencia divina. En el momento y la circunstancia debida, habrá una imagen patriarcal que nos devuelve a la Biblia con Abraham y un sacrificio: hecho que marcará a Arvin para poder llegar a una redención (y cierre personal) años más tarde. El tiempo vuelve a 1945 para vivir los momentos del encuentro de las parejas que habitarán a esta narración. El realizador Campos utiliza la música de manera inteligente y se escucha, por ejemplo, “Wheel of Fortune” de la cantante Kay Starr, que habla del azar, para enfatizar la unión de parejas para que se cumplan sus destinos.


         Para redundar en su efectividad visual, se utiliza a un narrador omnisciente que nos cuenta todos los detalles alrededor de cada uno de estos personajes: sus secretos, sus pasiones, hechos que solamente ellos podrían conocer y que, en algunos casos quedarán ocultos para los demás. De antemano sabremos cuál será el fin de ellos y es lo que torna excitante, y en suspenso, aquello de lo que uno como espectador se está enterando. El propio novelista Pollock es quien narra los hechos: una técnica utilizada con frecuencia en el cine de suspenso y crimen del cine norteamericano en sus tiempos dorados. Así, fragmentada pero con plena coherencia, sin dejar cabo suelto, y con el apoyo de un reparto estelar (Robert Pattinson, Mia Wasikowska o Riley Keough, entre otros) además de otro emergente (Eliza Scanlen o Haley Bennett), estamos ante otra visión de la fe y cómo contribuye a orientar, modificar o destruir el destino de cada uno.

 El director Antonio Campos

        

lunes, 7 de septiembre de 2020

ORGULLO DE RAZA

 

BLOOD QUANTUM

2019. Dir. Jeff Barnaby.

 


         La película inicia en 1981 en la ficticia reservación india de Red Crow que se encuentra en Québec, al norte de Montreal, donde viven los indios Mi’gmaq. El viejo Gisigu (Stonehorse Lone Goeman) está pescando salmones en el río que divide a la población blanca de los nativos canadienses. Al llegar a su casa, luego de sacarle las entrañas, empiezan a moverse. Llama a su hijo, el sheriff Traylor (Michel Greyeyes) para mostrárselo. Antes, éste ha tenido que darle el tiro de gracia a un perro moribundo que echa a la cajuela de su auto. Junto con su padre, se da cuenta de los salmones que han revivido y debe lidiar con el perro resucitado. Por otro lado, su hijo Joseph (Forrest Goodluck) ha sido encarcelado junto con su hermanastro Lysol (Kiowa Gordon) por haberlo ayudado luego de que el segundo había cometido un vandalismo sobre un auto. En su celda, un hombre muere, resucita, muerde a Joseph, pero es ultimado a tiros por Traylor quien llega en ese momento. Empiezan a suceder hechos extraños que sugieren una catástrofe. Pasan seis meses. La reservación se ha convertido en el refugio de los indígenas quienes son inmunes al virus que producen zombis. Surgen descontentos porque se ha apoyado a muchos blancos que no se encuentran infectados y que son, de todas maneras, un peligro, ya que son potenciales asesinos: una cosa es que los indios no se infecten, otra que puedan ser comidos por estos blancos, muertos vivientes.

 


         En esta cinta que parte de una premisa harto conocida (y muy explotada, sobre todo por la televisión), se tiene el giro de sangre y de raza. La inmunidad de los nativos se convierte en metáfora irónica. Las personas de raza blanca son quienes, ahora, buscan la protección y la supervivencia. Luego de siglos de abuso e invasión de tierras, las reglas se han invertido. No hay mayor explicación, solamente el sentido de superioridad, además de la suspicacia. Igual que en cualquier comunidad, los intereses y las ambiciones estallan. Traylor ha sido el jefe de este grupo, pero Lysol ha comenzado a cuestionar su autoridad: no desea que haya más blancos en la comuna. Su desprecio llega al grado de considerarlos objetos, como a una joven que admite para que sea su prostituta. Siente recelos hacia Joseph porque le acompaña su novia blanca, embarazada, de la que existe la intriga sobre las características que tendrá su bebé mestizo. Por su parte, irónicamente, Lysol pierde el pene cuando se lo come su amasia blanca ya transformada en zombi. A partir de estos puntos, se desarrolla una esperada revuelta con su lucha consiguiente.

 


         Supe de esta película por un artículo en The New York Review of Books (Robert Sullivan, “A Very Zombie American Virus”, 6 de septiembre) que ofrecía ciertos antecedentes desconocidos: en 1981, los Mi’gmaq iniciaron una protesta contra los blancos que intentaban extender sus dominios (un campo de golf) dentro del territorio de la reservación. Hubo abusos y lucha con las consecuentes intervenciones gubernamentales. El título de la cinta se refiere a una antigua medida que indicaba el rango de pureza, de ascendencia nativa que tenían estos indígenas. En la película, los blancos acuden con los nativos para buscar sobrevivir y se muestra la calidad humana de estos últimos al admitirlos y cuidarlos como cualquier ser moralmente justo. No obstante, siempre ocurren desacuerdos y pleitos. Al colocar la cinta en el mismo año de los disturbios, así como utilizar al mismo Río Rastigouche, como el escenario de esta fábula zombie, el realizador Barnaby ejerce su crítica social, e inicia y termina la película en el mismo lugar que separa a las razas, expresando su orgullo y su trascendencia permanente. La cinta, de todas maneras, tiene su esperanza en ese bebé mestizo que viene a ser una especie de alianza y símbolo de comunidad. Más interesante es el hecho de que director, actores y algunas personas del equipo técnico, son nativos canadienses.

 


         Toda esta información complementaria, que fue la que me movió a buscar la cinta en mis plataformas, demuestra que siempre son importantes las referencias. Algunas críticas sobre esta película se quedan simplemente en la queja vulgar y esperada, ignorante y complaciente, usual ante la superficialidad, de que es “otra cinta más de zombis”… El estilo, la vuelta de tuerca, el orgullo de raza, de antemano le da otros matices que la tornan diferente y, sobre todo, cuestionante…

El director de raza Mi'gmaq, Jeff Barnaby



sábado, 5 de septiembre de 2020

TODOS SOMOS OTROS

 

PIENSO EN EL FINAL

(i’m thinking of ending things)

2020. Dir. Charlie Kaufman.

 

La mayoría de las personas son otras:

sus pensamientos, las opiniones de otros;

su vida, una imitación; sus pasiones, una frase.

Oscar Wilde, De profundis

 

 


            Tiempos que se entremezclan, narrativas que se modifican, personajes que siempre son posibilidades de otros. Uso constante del subjuntivo porque ella puede ser Lucy o Louise que estudia física cuántica o hubiera sido una simple mesera, además de que Jake, su novio, con el cual ella está pensando terminar, puede ser maestro en una secundaria o hubiera sido el propio conserje que acaso escucharía las comedias musicales que montarían los alumnos a lo largo de treinta años, sobre todo Oklahoma. Nada convencional en cuanto a lo que Netflix ha acostumbrado producir y presentar a sus espectadores, el resultado es que le va a dejar confundido o furioso. Basada en una importante y críptica novela canadiense de Iain Reid (quien además coproduce esta película), el realizador Charlie Kaufman vuelve a sus mundos oscuros o extraños (extravagantes como ¿Quieres ser John Malkovich? o El ladrón de orquídeas, sus guiones que dirigió Spike Jonze) ya que muestra un retrato de múltiples alternativas tanto en personajes y en situaciones.

 


            Un frío día de invierno, Lucy (Jessie Buckley) acompaña a su novio Jake (Jesse Plemmons) a la granja de los padres de éste, quien se los desea presentar. Escuchamos los pensamientos de Lucy quien inicia sus diálogos con el título original de la película: “estoy pensando en terminar” y su actitud irá cambiando con el paso del tiempo. Se contradice expresando que Jake es buena persona. Su conversación alcanza diversos tópicos que alcanzan a los trenes de Mussolini o las cejas de Brezhnev para hablar de la época de estancamiento soviética. Al llegar a la granja, Lucy conoce a la madre (Toni Collette) y al padre (David Thewlis), los cuales, a lo largo de la velada pasarán de jóvenes a mediana edad, luego a la vejez. En el caso de la madre, hasta la casi agonía, y el padre en los albores del Alzheimer. Lucy pide a Jesse que vuelvan porque tiene que preparar un trabajo pendiente, pero en el camino de retorno, ocurre algo definitivo para llegar a un desenlace.

 


            Además de las distorsiones narrativas, la cinta incluye muchas referencias que se presentan en su elemento base para luego ser discutidas por la pareja. Lucy entra al cuarto de adolescencia de Jake y, por ejemplo, ve que está una antología de críticas de cine de Pauline Kael (“For Keeps”), una prestigiosa crítica norteamericana que colaboró por 30 años en la revista The New Yorker (creando polémica y escuela, además de influenciar en sus lectores) que servirá para que dé lugar a una discusión sobre la película Neurosis de mujer (A Woman Under the Influence, Cassavetes, 1974) ya que Lucy repetirá al pie de la letra las palabras negativas de la Kael para que Jake no lo acepte. Así habrá alusiones pictóricas, literarias y musicales que siempre terminarán siendo puntos importantes para aclarar lo que hubiera sido si acaso no se hubieran conocido, o si hubiera ocurrido en otro momento de su vida, o si acaso el conserje que miraba embelesado bailar a los jóvenes participantes de la comedia musical se permitía imaginar otras consecuencias y cierres para su propia existencia. La frase de Óscar Wilde que he puesto como epígrafe de este comentario se expresa en un momento de la trama y viene a resumir perfectamente todo lo que esta fascinante, magnética, confusa película nos comunica.

 


           El director Charlie Kaufman