CHICAS PERDIDAS Y HOTELES DE PASO
(Lost Girls & Love Hotels)
2020. Dir. William Olsson.
Margaret (Alexandra Daddario) trabaja como maestra de inglés en una escuela para azafatas en Tokio. De noche se reúne a beber con dos amigos: Ines (Carice van Houten) y Liam (Andrew Rothney) para luego buscar sexo anónimo con hombres a los cuales pide que la lleven a un hotel de paso. Cierto día, por casualidad, se topa con un miembro del Yakuza e inicia una relación apasionada que se torna amor imposible. Basada en una popular novela semiautobiográfica de la canadiense Catherine Harnahan, quien además escribió el guion de esta cinta, tenemos el retrato de una mujer que busca escapar de su pasado y castigar su presente. A los hombres les pide que la aten o que la asfixien hasta el límite justo: uno podría pensar que desea morir. No obstante, el encuentro con Kazu, el hampón (Takehiro Hira) le dará otra alternativa y cierta esperanza. Sin embargo, es un hombre prohibido.
Margaret, sin rumbo, buscando hombres
Estamos
ante el retrato de lo que significa la depresión y sus maneras oscuras para
combatirla. Margaret requiere humillarse ante desconocidos y esperar, quizás, el
posible final para su dolor. Los riesgos del sexo casual son un camino hacia la
autodestrucción. Por otro lado, no hay posibilidad de una atadura emocional: es
una simple transacción de cuerpos. Del pasado, solamente se sabrá que perdió a
sus padres y que su hermano es un esquizofrénico. Sus únicas amistades son
personas sin mayores ambiciones ni anhelos, como ella. Todos han huido de
alguna circunstancia personal para llegar a este Tokio con sus cortos
callejones, sus negocios particulares, sus pequeños departamentos, sus
automatizados hoteles de paso. Es una atmósfera libre pero asfixiante. Luego, al conocer a Kazu, todo cambiará para
sus rutinas. Surge el amor que será motivo para una esperanza, la posibilidad de
experimentar momentos espirituales, pero también su posterior decadencia y
caída, fracaso emocional, inicio de otro camino en su vida.
Margaret y su amante
La
bella Alexandra Daddario muestra una fragilidad que se contrapone a la imagen
promiscua de su personaje por lo que se torna cualidad interpretativa. Su aspecto
físico pertenece más a una chica dulce y virginal que a una ninfómana, y esos
han sido sus roles previos, por lo que este contraste impacta y convence. En el
caso de Takehiro Hira, estamos ante un actor experimentado, más conocido por
series de televisión (Giri/Haji por
Netflix), que presenta un aspecto endurecido, como corresponde a un siniestro
criminal, pero que luego revela su lado sensible y comprensivo, siempre con la
verdad por delante. La pareja transmite una sensualidad placentera. La cinta
nos recuerda, temáticamente, a una de las grandes películas de los años setenta
que ya ha pasado al olvido (Buscando a
Mr. Goodbar, 1977, Dir. Richard Brooks) donde una mujer buscaba respuesta a
su soledad con hombres distintos hasta que era asesinada. Aquí tenemos una
variante más adecuada a las expresiones del nuevo milenio con su aislamiento
personal y el sentimiento de desesperanza.