BLOOD
QUANTUM
2019.
Dir. Jeff Barnaby.
La película inicia en 1981 en la ficticia
reservación india de Red Crow que se encuentra en Québec, al norte de Montreal,
donde viven los indios Mi’gmaq. El viejo Gisigu (Stonehorse Lone Goeman) está
pescando salmones en el río que divide a la población blanca de los nativos
canadienses. Al llegar a su casa, luego de sacarle las entrañas, empiezan a
moverse. Llama a su hijo, el sheriff Traylor (Michel Greyeyes) para
mostrárselo. Antes, éste ha tenido que darle el tiro de gracia a un perro
moribundo que echa a la cajuela de su auto. Junto con su padre, se da cuenta de
los salmones que han revivido y debe lidiar con el perro resucitado. Por otro
lado, su hijo Joseph (Forrest Goodluck) ha sido encarcelado junto con su
hermanastro Lysol (Kiowa Gordon) por haberlo ayudado luego de que el segundo
había cometido un vandalismo sobre un auto. En su celda, un hombre muere,
resucita, muerde a Joseph, pero es ultimado a tiros por Traylor quien llega en
ese momento. Empiezan a suceder hechos extraños que sugieren una catástrofe. Pasan seis meses. La reservación se ha convertido en el refugio de
los indígenas quienes son inmunes al virus que producen zombis. Surgen descontentos porque se ha apoyado a muchos blancos que no se encuentran
infectados y que son, de todas maneras, un peligro, ya que son potenciales
asesinos: una cosa es que los indios no se infecten, otra que puedan ser comidos por estos blancos, muertos vivientes.
En esta cinta que parte de una premisa
harto conocida (y muy explotada, sobre todo por la televisión), se tiene el
giro de sangre y de raza. La inmunidad de los nativos se convierte en metáfora
irónica. Las personas de raza blanca son quienes, ahora, buscan la protección y
la supervivencia. Luego de siglos de abuso e invasión de tierras, las reglas se
han invertido. No hay mayor explicación, solamente el sentido de superioridad,
además de la suspicacia. Igual que en cualquier comunidad, los intereses y las
ambiciones estallan. Traylor ha sido el jefe de este grupo, pero Lysol ha
comenzado a cuestionar su autoridad: no desea que haya más blancos en la
comuna. Su desprecio llega al grado de considerarlos objetos, como a una joven
que admite para que sea su prostituta. Siente recelos hacia Joseph porque le
acompaña su novia blanca, embarazada, de la que existe la intriga sobre las
características que tendrá su bebé mestizo. Por su parte, irónicamente, Lysol pierde el pene cuando se lo come su amasia blanca ya transformada en zombi. A partir de estos puntos, se
desarrolla una esperada revuelta con su lucha consiguiente.
Supe de esta película por un artículo
en The New York Review of Books (Robert Sullivan, “A Very Zombie American
Virus”, 6 de septiembre) que ofrecía ciertos antecedentes desconocidos: en
1981, los Mi’gmaq iniciaron una protesta contra los blancos que intentaban extender
sus dominios (un campo de golf) dentro del territorio de la reservación. Hubo
abusos y lucha con las consecuentes intervenciones gubernamentales. El título
de la cinta se refiere a una antigua medida que indicaba el rango de pureza, de
ascendencia nativa que tenían estos indígenas. En la película, los blancos acuden
con los nativos para buscar sobrevivir y se muestra la calidad humana de estos
últimos al admitirlos y cuidarlos como cualquier ser moralmente justo. No
obstante, siempre ocurren desacuerdos y pleitos. Al colocar la cinta en el
mismo año de los disturbios, así como utilizar al mismo Río Rastigouche, como
el escenario de esta fábula zombie, el realizador Barnaby ejerce su crítica
social, e inicia y termina la película en el mismo lugar que separa a las razas, expresando su orgullo y su trascendencia permanente.
La cinta, de todas maneras, tiene su esperanza en ese bebé mestizo que viene a
ser una especie de alianza y símbolo de comunidad. Más interesante es el hecho
de que director, actores y algunas personas del equipo técnico, son nativos
canadienses.
Toda esta información complementaria,
que fue la que me movió a buscar la cinta en mis plataformas, demuestra que
siempre son importantes las referencias. Algunas críticas sobre esta película
se quedan simplemente en la queja vulgar y esperada, ignorante y complaciente, usual ante la superficialidad, de que es “otra cinta más de zombis”… El estilo, la vuelta de tuerca, el orgullo
de raza, de antemano le da otros matices que la tornan diferente y, sobre todo,
cuestionante…
El director de raza Mi'gmaq, Jeff Barnaby
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