EL SILENCIO ES BIENVENIDO
2017. Dir. Gabriela García Rivas.
Amanda (Daniela Newton) observa. La niña, preadolescente, en la edad más odiosa de esa etapa, no deja de lado el celular. Viaja con su familia por carretera. Están de vacaciones y visitarán a la abuela en Veracruz, pero antes llegarán a un spa para pasar unos días. La película nos mostrará cómo la niña es testigo de las relaciones tirantes entre sus padres, Joel (Jorge Luis Moreno, el novio que muere en Me late chocolate) y Mónica (Eileen Yáñez), además de agobiar a su hermanita Andrea (Andrea Newton) con cuentos crueles como una manera de desahogar su enojo contenido.
La mirada constante, con el celular
y audífonos infaltables
El silencio es bienvenido
deviene otra obra contenida dentro de nuestro cine. No suceden grandes cosas,
pero uno, como espectador, siente que algo está presente dentro de su ausencia
en imágenes. La atmósfera es pesada y uno imagina que la violencia verbal entre
las frases hirientes que se lanzan los padres, tendrán otras consecuencias
mayores. Cuando Amanda manifiesta que no quiere ir a ver a la abuela, que ya la
han visto en otras ocasiones durante el año, una manera de despreciar a sus padres
es siendo contundente: “al menos ya le queda poco tiempo”. La madre le pide que
calle, pero el padre se dirige a ella y le dice “seguramente, lo habrá
escuchado de ti”.
La placidez que augura desgracia
Durante una parada en una hermosa
laguna, Andrea encuentra una piedra extraña y su padre la alaba, le comenta que
debe ser volcánica, que la guarde, para que Amanda, con la sola mirada, vuelque
su desprecio. Más tarde, atormentará a Andrea diciéndole que esa roca hará que
un volcán tenga erupción y todos mueran quemados. La pequeña se asusta pero no
la delata, simplemente termina siendo víctima de otro tipo de leve violencia
familiar.
Los soldados prepotentes
Así poco a poco, la autora completa
García Rivas, en su ópera prima, va fabricando algo que irá escalando para terminar
como seco comentario hacia el entorno en que se ha sumergido el país en estos
últimos años. No es necesaria la grandilocuencia ni las escenas gráficas: basta
un reportaje de periódico, el cadáver de un perro destripado al lado de la
carretera, la presencia de un retén militar con soldados prepotentes, una riña
fuera de una cantina, un lugar perdido dentro de un campo de platanales para
que se llegue a un corolario lógico. Y siempre queda la mirada perenne, los
ojos de una preadolescente que se abren a la triste y, tal parece. inexpugnable
realidad en que vivimos.
La directora García Rivas (izquierda)
junto con sus actores.
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