LA MARCA DEL DEMONIO
2020. Dir. Diego Cohen.
Un prólogo nos muestra a un sacerdote exorcizando a un niño que está amarrado a una cama, con espuma en la boca, agitándose desesperadamente. El niño pierde el conocimiento, aparece un libro bajo la cama, y el sacerdote toma el cuerpo, envuelto en una sábana, lo lleva por carretera hasta un precipicio donde lo tira. Sin embargo, se nota que el cuerpo se mueve cuando un cuervo se posa sobre él y empieza a picotearlo. Un intertítulo expresa que han pasado treinta años. La filóloga Cecilia (Lumi Cavazos) termina una clase donde habla de minucias sobre el arameo. Una amiga le entrega un libro que le ha llegado por mensajería, que es idéntico al que apareció en el prólogo. La mujer lo guarda en una caja fuerte pero su hija Fernanda (Nicolasa Ortiz Monasterio) lo toma a escondidas. Lo muestra a su hermana Camila (Arantza Ruiz) quien recita unas palabras del libro por lo que es poseída por un demonio. Por otro lado, nos encontramos al enigmático Karl (Eivaut Rischen) quien es el niño, ya crecido, del prólogo, el cual fue encontrado y protegido por el sacerdote Tomás (Eduardo Noriega), al cual provee de heroína para satisfacer su adicción. Cuando Camila empieza a mostrar los efectos de su posesión, Fernanda busca a Tomás para que la ayude a exorcizarla.
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Esta es la mínima sinopsis que se puede
mencionar de otra producción dirigida por Diego Cohen, realizador que muestra
su pasión por el género del terror con el terrible defecto de que repite
fórmulas ya vistas en la cinematografía de otros países. Otras de sus
anteriores cintas han sido Perdidos (2014) donde se volvía a utilizar el
procedimiento del vídeo encontrado para esclarecer lo que sucedía a unos
estudiantes que exploraban un edificio abandonado con tal pobreza de producción
que las secuencias eran largas y se volvía siempre a los mismos lugares. Luna
de miel (2015) narraba la obsesión de su personaje masculino por poseer a
la mujer de sus sueños dando lugar a secuestro, tortura y una respuesta
inesperada pero gratuita por parte de ella. En este caso, el tema del exorcismo
ya ha sido tantas veces narrado que las variaciones posibles son minúsculas y,
como sucede en este caso, el deseo de alcanzar algo distinto, lo lleva a la
confusión total para el espectador.
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Karl ha resucitado y tal parece que su
experiencia consiste en poder exorcizar demonios que luego lo llevan a acciones
terribles (canibalismo, por ejemplo) para posteriormente deshacerse de ellos
(en retroceso, se muestra que así fue como asesinó al sacerdote del prólogo
donde fue encontrado por Tomás). La cinta inicia con un epígrafe del popular H.
P. Lovecraft (Que no está muerto lo que yace eternamente, y con eones extraños,
incluso la muerte puede morir) que es una de las
frases más citadas del ficticio Necronomicón (que es otra de las creaciones
del autor dentro de sus historias de terror y cuya lectura daba lugar a
situaciones terribles y que, se supone, es el que recibe la filóloga). Esto es
lo que viene a “justificar” la resucitación de Karl pero ahora, al ser Camila
poseída, él sufre en carne propia dicha posesión, para luego enfrentarse con
ella. El papel de Tomás resulta accesorio, mostrando a su adicción como una
debilidad humana. Todo viene a terminar en masacre, resucitación, situaciones
cíclicas que dan por resultado algo sin pies ni cabeza. El afán de cultivar un
género da lugar a repeticiones sin sentido ni originalidad. El afán por
alcanzar originalidad da lugar al absurdo total dentro de lo fantástico.
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En su favor está una bella fotografía
aérea que plasma la belleza de Durango (donde la filmación inició en 2017 pero
como ahora el cine mexicano sigue el canon norteamericano de indicar sus
producciones por año de estreno, se indica que es el actual). El reparto cumple
con lo mínimo necesario, dentro del pobre guion. La producción corrió a cargo
de Armando Casas (quien inicialmente fue anunciado como director y Cohen como
productor, pero algo debió ocurrir en el camino). No obstante, por el título y
el mentado tema de terror, es por lo que ha obtenido una distribución en las
cadenas de cine (aunque limitada a salas de poca monta).
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