EL INSULTO
(Qadiat raqm 23 /L’insulte)
2017. Dir. Ziad Doueiri.
Cuando el capataz palestino Yasser, refugiado en Beirut, arregla un drenaje ilegal en la casa del cristiano libanés Toni, éste lo destruye provocando que el palestino le responda “maldito idiota”. Ante esta situación, Toni exige una disculpa a lo cual Yasser se niega porque piensa tener la razón. Cuando finalmente, convocado por su jefe, Yasser va al taller de Toni para solicitar perdón, sin poder expresar palabra, el libanés le dice “ojalá Sharon hubiera acabado con todos los palestinos” provocando la ira de Yasser quien lo golpea rompiéndole dos costillas. Esto da pie a que Toni vaya al hospital pero siga alimentando su ira. Al no obedecer órdenes médicas, se desmaya en su taller ante lo cual su esposa, embarazada, da a luz una niña prematura. Toni decide demandar a Yasser con el apoyo de un astuto abogado. A Yasser no le quedará más que aceptar el apoyo de una abogada que se ofrece a defenderlo.
A partir de una situación donde quedan evidentes los odios étnicos debidos a una historia y tradición de guerras crueles y criminales, el realizador Doueiri nos enfrenta a dos seres lastimados que se aferran a sus propias situaciones, más que nada a sus dignidades. La cinta se torna, entonces, en una serie de confrontaciones que serán subrayadas por los respectivos abogados con una curiosa serie de argumentos que resultan, en ocasiones, extremos y fuera de lugar para nuestra sensibilidad occidental. La frase que más se distingue es que “nadie tiene el monopolio del sufrimiento” cuando se van conociendo experiencias y circunstancias de cada personaje marcados por los conflictos bélicos. En Líbano se prohíbe a sus ciudadanos que pisen suelo israelita. Por otro lado, no se olvida al Septiembre Negro criminal.
El realizador Doueiri acepta que su cinta no es trágica ni busca crear polémica, sino enfatizar sobre acciones que la mayoría de los habitantes de Medio Oriente han experimentado. No puede darse “vuelta a la hoja” de manera tan sencilla. El dolor está presente ante la pérdida de seres queridos o la pérdida de facultades por la lucha. La trama de la película viene a ser una metáfora particular con el deseo de eliminar el fanatismo y buscar el respeto que todo ser humano merece. El reparto es preciso: el actor Adel Karam interpreta a Toni y es perfectamente detestable desde el inicio por su actitud prepotente y despreciativa hacia el palestino: paulatinamente irá cambiando lo mismo que la vida que le rodea. Por su parte, Kamel El Basha, como el palestino, es un ser digno cuya responsabilidad profesional se erige contra su antagonista hasta que la actitud le hace reaccionar.
Hay un momento donde ambos se encuentran por motivos que el espectador descubrirá. Yasser tiene problema con su automóvil. Toni se da cuenta y le ayuda para que arranque el motor. Es un mínimo toque donde ambos se dan cuenta de las posibilidades de convivencia pacífica, a través de lo que puede verse como una contradicción. Se le ha criticado a la película de ligera porque no presenta una “solución” ni establece un “mensaje”. No es necesario ya que el objetivo es enaltecer el honor humano y la cortesía que se merece cualquier persona, sea quien sea, proceda de donde proceda. Una película ejemplar.
Ziad Doueri entre sus dos actores,
Adel Karam y Kamel El Basha
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