INFINITOS
(Infinite)
2021. Dir. Antoine Fuqua.
Los Infinitos pertenecen a una raza de inmortales que reencarnan luego de morir. Hay dos bandos: los creyentes, que piensan en mejorar a la especie humana con cada retorno, y los nihilistas, que desean terminar con este ciclo, al destruir toda vida posible en el planeta: de esa manera, ya no habría alternativas para renacer. Evan (Mark Wahlberg) siempre ha creído que es esquizofrénico. Desde jovencito tiene pesadillas que parecen vivencias, así como alucinaciones que le presentan hechos extraños. Al no encontrar trabajo y la necesidad de dinero, fabrica una espada samurái, en estilo antiquísimo, de la cual el mismo Evan no comprende su habilidad ni conocimiento para realizarla. La vende a un narcotraficante a cambio de pastillas para su enfermedad, pero al ser traicionado, provoca un incidente que le lleva a la cárcel. Ahí le reencuentra Bathurst (Chiwetel Ejiofor), su némesis, principal promotor del nihilismo. La cinta inicia con un prólogo en Ciudad de México, en 1985, donde la anterior encarnación de Evan, Treadway (Dylan O’Brien), es perseguido por la previa encarnación de Bathurst (Rupert Friend) quien busca recuperar “el huevo”, un aditamento dorado, con forma ovoide (como huevo Fabergé, estilizado), que servirá para sus fines de aniquilación total. Todos mueren. Ahora, en 2020, retoman el reto.
Basada en una novela, edición de autor, que tuvo la suficiente publicidad y promoción para levantar el interés de productores fílmicos, estamos ante otra película del enérgico realizador Antoine Fuqua donde continua con sus discursos en pro de la justicia y del bienestar humano. Luego del cine de acción (El justiciero, Día de entrenamiento), fantasía (El rey Arturo), melodrama (Revancha), y hasta del oeste (Los siete magníficos), que volvió a filmar debido a que estaba basada en Los siete samuráis, una de las obras maestras de Kurosawa, realizador al cual admira desde que la conoció siendo adolescente; y ahora se introduce en la ciencia ficción, con una trama cuyas posibilidades son múltiples para la creación de una franquicia. Ya desde el momento en que esta cinta tiene dobles actores para mismos personajes, puede uno intuir que el objetivo consistirá en la continuidad de esta rivalidad, aunque con otros elencos. Es una situación cómoda y libre que se convierte también en su principal limitación ya que la perpetuidad de una persecución no ofrece mayores matices ni atractivos o alternativas más allá de los efectos especiales y la repetición de situaciones.
La
cinta inicia con una persecución en la Ciudad de México donde se muestran las
avenidas aledañas al Zócalo y sus edificios. Algunas partes del Paseo de la
Reforma, para luego entrar en una fantasía, divertida para los mexicanos o
quienes conozcamos la geografía de estos lugares, ya que la acción pasa, de
inmediato, a callejones de Guanajuato, insólitos para ser pensados en la
capital mexicana, para luego reintegrarse a aquella, pero bueno, es una
película donde no hay motivos para respetar la lógica. Esto, más el eficacísimo
sentido del ritmo y de la acción que posee el director Fuqua son las mayores
cualidades de una película que, por desgracia, va disminuyendo en interés según
se va desarrollando. Es lo que puede rescatarse de una cinta que pudo ser mucho
mejor. Antoine Fuqua sigue siendo un director admirable, pero aquí estamos ante
una de sus cintas menores…
El director Antoine Fuqua
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