ABEJAS REINAS
(Queen Bees)
2021. Dir. Michael Lembeck.
Helen Wilson (Ellen Burstyn) es viuda, vive sola y su nieto Peter (Matthew Barnes) la visita a menudo. Ambos juegan a adivinar las citas precisas de escritores, deportistas y hasta de Miley Cyrus. Aunque Helen es muy lúcida, vive olvidando las llaves de su casa, sin poder entrar de nuevo. Cierta noche, mientras cocina, sale a tirar basura y vuelve a quedar fuera de casa: la cocina empieza a arder, causando daños cuantiosos. Su hija Laura (Elizabeth Mitchell), le insiste que pase unos días en Pine Grove, una residencia para adultos mayores. Helen accede porque será temporal: no obstante, el tiempo de reparación se irá alargando. Al llegar a su nuevo hogar, Helen no desea hacerse amiga de nadie, mucho menos cuando encuentra a las “abejas reinas” del lugar que son afrentosas, rudas y absolutas: Janet (Jane Curtin), Margot (Ann-Margret) y Sally (Loretta Devine). A Helen no le importa ya que solamente estará poco tiempo en esa residencia. Luego, de pronto, llega Dan (James Caan) quien empieza a visitarla, a pesar del rechazo de ella, y más tarde a profundizar en su relación.
La elegancia de Ellen Burstyn
La
trama es muy simple y ya se ha visto en infinidad de películas juveniles. De
hecho, uno puede identificar situaciones que usualmente suceden en las
secundarias norteamericanas donde las “chicas malas” forman una pandilla que no
permite la cercanía de otras. En este caso, la dominante del trío es Janet, a
quien todos detestan por fría y malvada. Helen no es una mujer dócil y muestra
desinterés, pero una de las “abejas”, Sally pasa a saludarla y a invitarla a formar
parte de jugadoras de bridge, ante el rechazo y prepotencia de Janet. Por otro
lado, Margot es la frívola y promiscua del grupo: luego de cinco matrimonios,
ahora acecha a Arthur (Christopher Lloyd), quien es el galán del lugar. Janet
provoca problemas a Helen por su amargura constante que se explicará más
adelante dentro de la trama. El acercamiento entre Dan y Helen se da como un
proceso de conquista usual que los adolescentes realizan cuando se encuentran
en la edad de los primeros acercamientos eróticos.
Entonces,
a partir de una trama insulsa, estamos ante una cinta encantadora porque
transporta las acciones de una secundaria a la tercera edad. La mirada hacia
los viejos resulta estereotipada cuando se trata a la sexualidad donde surgirán las bromas
sobre la potencia y el viagra. Arthur será el equivalente a un jovencito mujeriego
que vuelve locas a las muchachas, mientras que Dan será el galán anhelado, el
que tiene todas las cualidades y la ternura que embelesa a la joven que no
desea abrir su corazón ante un rompimiento de amores previos, aunque en este
caso sea la viudez, el alejamiento por la muerte. Margot será la coqueta que se
acuesta con todos mientras llega el hombre definitivo y Janet, la frustrada que
no ha alcanzado a sentir amor. Sally se divorció cuando su marido descubrió que
era gay aparte de tener cáncer: vendría a ser la chica enferma que sale
adelante por su carácter vivaz.
No
obstante, el encanto mayor lo otorgan las presencias de actores ya ancianos que
permiten una solidez absoluta por los gajes del oficio. Ellen Burstyn tiene 88
años y James Caan, 81, aparte de Christopher Lloyd con 83. Por su parte,
Ann-Margret acaba de cumplir 80 años, dejando como “jóvenes” a Jane Curtin con
74 y Loretta Devine con 72. Uno, como espectador también mayor, se conmueve al
reencontrarlos en esta comedia amable, sin mayores complicaciones, con un par
de conflictos nada trascendentes, porque recuerda al James Caan musculoso y
atractivo de El padrino (1972) o a la seductora Ellen Burstyn como dama
rica texana en La última película (1971), ya con movimientos más delicados,
pieles ajadas, cierto cambio de ritmo en sus acciones, cuerpos obviamente
transformados por los años, pero con una elegancia absoluta que no niega su
pasado de glamour (Burstyn aparece muy bien vestida; Caan, con traje
cotidiano o de gala). No es una gran película, ni siquiera original, aparte de que tiene varios desequilibrios en el guion, pero es ejemplo de esa magia inexplicable del cine que hace válidos defectos que rechazamos en otras películas. Es donde las emociones (el corazón, la nostalgia, la memoria) destruyen todo cánon crítico.
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