LA GUERRA DEL MAÑANA
(The Tomorrow War)
2021. Dir. Chris McKay.
En diciembre 2022, mientras se televisa un juego de futbol americano, ocurre una interrupción: de la nada surgen, en medio del estadio, soldados cuya líder informa que vienen del año 2051 y requieren ayuda. El planeta ha sido invadido por feroces extraterrestres y la raza humana está a punto de ser aniquilada: solamente queda medio millón de seres en toda la Tierra. Se empieza a reclutar a militares, luego a civiles, que deben de servir por siete días: muchos de ellos no regresan. Uno de ellos es el profesor Dan Forester (Chris Pratt), padre de la niña Muri, quien acaba de sufrir una gran frustración al no ser aceptado para un trabajo de investigación. Al llegar a la derruida ciudad de Miami, se encuentra con la Coronela Forester (Yvonne Strahovski), eminente científica además, quien resulta ser su propia hija. La búsqueda de una toxina para retornarla al año 2023 y que se tomen precauciones para que no se llegue a este futuro, es una de las causas por las cuales ella solicitó que se reclutara a su padre.
Los soldados del futuro llegan en 2022, a pedir ayuda (al frente, Jasmine Mathews, a quien podemos disfrutar en la serie de televisión "The Rookie" como la oficial Rachel)
Una
variante sobre los viajes en el tiempo como se ha visto en joyas clásicas (La
máquina del tiempo, 1960 o Terminator, 1984) y en otras cintas mayores
(Asesino del futuro, 2012 o Al filo del mañana, 2014) como
menores (12 monos, 1995 o Ténet, 2020), donde lo que más intriga
al espectador son las paradojas teóricas del fenómeno, además de las
alternativas para cambiar la historia (El efecto mariposa, 2004). En
este caso, las personas que vienen del futuro no han nacido todavía y las que son
llevadas al futuro están condenadas a morir antes del 2051, para evitar que se
encuentren consigo mismas. En cuanto al cambio de la historia, se intuye y quedará
como asignatura pendiente al retornar al presente. Como en toda cinta de
ciencia ficción, se sabe que no existe una lógica tal cual la utilizamos en lo
cotidiano, pero esa es una de las grandes libertades de esos sueños llamados películas,
porque como en las cintas de Christopher Nolan, todo lo que sucede no puede ser
comprobado, así que no queda más que aceptar y, sobre todo, disfrutar.
La
cinta es entretenidísima y se dedica a la acción constantemente. Los pequeños
intermedios son reflexivos o de conversaciones que tienen que ver con el
consabido e importante discurso de la familia (Muri adulta con Dan, o el mismo
Dan con su padre, del cual ha estado alejado por resentimientos del pasado),
así como de la historia y los hechos que sucedieron (por eso, uno se entera de
que Dan deberá volver al año original). El ritmo se mantiene por medio del
suspenso: se describen a los extraterrestres y se informa de su letalidad, pero
no se muestran sino hasta que se han establecido todas las variables para
comprender la secuencia narrativa. El estilo del realizador (responsable de las
cintas “Lego”, que desconozco) es el uso de una cámara en movimiento para ir
acercando al espectador hacia el objeto de curiosidad.
Un
gran despliegue de efectos especiales que van dando cuenta de la devastación
planetaria, acompaña a un elenco preciso y empático. Tal vez, el juego
consciente de este viaje al estilo Terminator hizo que el guionista nos compartiera
un guiño de ojo al hacer que el personaje de Pratt le diga a su hija: “I will
be back”, ya sin el apóstrofe del personaje de Schwarzenegger. También es importante
destacar el sentido metafórico de estos depredadores que han devastado a todo
el planeta, cuando pensamos en el Covid y sus consecuencias. Al iniciar en un
tranquilo 2022, sin mascarillas, con fiestas familiares y clases en las
escuelas, se da por sentado que la pandemia ha sido controlada: no obstante,
esa amenaza que llega del futuro da a entender que se debe estar preparado
porque seguiremos estando expuestos a un planeta con tantos cambios ambientales
y atmósfera contaminada: no se necesita tener a monstruos extraterrestres
cuando ya los tenemos microscópicos, depredadores, por todas partes, y hasta
mutando.
El realizador Chris McKay en el rodaje de la película
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