NI UN PASO EN FALSO
(No Sudden Move)
2021. Dir. Steven Soderbergh.
Es la ciudad de Detroit, en 1954. Curt Goynes (Don Cheadle), recién salido de prisión, acude con su amigo Jimmy, quien le ha llamado para un trabajo aparentemente fácil que le traerá el dinero necesario para recuperar un terreno en Oklahoma. El contacto es un hombre autoritario Doug (Brendan Fraser, irreconocible) quien lo relaciona con otros dos tipos: Russo (Benicio del Toro) y Charley (Kieran Culkin). Solamente tendrán que retener como rehenes a la familia del contador Matt (David Harbour), mientras éste recupera un documento esencial para quienes han contratado a los tipos. Las cosas salen mal porque el documento no se encuentra donde se debía, el intento por matar al contador y su familia da como resultado la muerte de uno de los tipos, y de esta manera, inicia otro plan para que Russo y Curt consigan el documento y hagan los tratos correspondientes con las altas esferas involucradas.
El irregular y prolífico Soderbergh, quien ha pasado de un género a otro, con diversos niveles de calidad (las excelentes Un romance peligroso o Contagio o La suerte de los Logan, contra las pifias engañosas y grandilocuentes como Tráfico o Solaris) entra de lleno a una recreación del mejor Film Noir de los años cincuenta, en cuanto a atmósfera y actitudes (fumar sin remordimiento, la mujer en casa, la ropa particular), además de ir desentrañando una trama oscura donde hay traiciones, secretos, personajes inesperados. La invasión de los delincuentes en la casa de Matt, la realizan solamente con antifaces para proteger su identidad ya que todavía no existían los avances científicos del ADN o las cámaras de vídeo por todas partes. Eran los tiempos de secretos documentos guardados en cajas fuertes.
Aparte de cuestiones internas que relacionan tanto a Goynes como Russo con cabezas de grupos mafiosos que, en esos años, también intentaban apoderarse de lugares y de productos, hay una subtrama que involucra al espionaje industrial dentro de las compañías automovilísticas. Y de ahí se derivan historias de adulterios y esposas infieles. El guion, muy bien estructurado, permite conocer a los personajes de manera indirecta. Los problemas sentimentales de ambos (una visita que realiza Goynes a una anterior novia; la dama visitante, que debe tomar precauciones para no ser vista en el departamento de su amante Russo). Y luego está, el eterno retrato, ineludible, de la familia. Matt tiene esposa, quien se enterará de un amorío gracias al hecho delictuoso, y dos hijos, una niña y un adolescente (el adorable Noah Jupe, quien de niño nos deleitó con Suburbicón, Contra lo imposible, y recientemente con las dos partes de Un lugar en silencio, entre otras), quien se rebelará contra las debilidades del padre y dejará en claro sus creencias y valores.
Así Soderbergh mezcla delito más verdad. Nos muestra las dos caras de la existencia, a través de una narración que ofrece las reglas por las cuales se mueven los hampones junto con una visión ácida e irónica sobre los poderosos, el gobierno, la policía. Y no deja de lado el microcosmos básico de la familia que permanece contra toda amenaza. Una recuperación de género debida al guionista de La magnífica aventura de Bill y Ted, Hombres de negro o la primera versión fílmica de Los ángeles de Charlie (2000), que dan idea de su manejo de la acción, además del equilibrio entre múltiples situaciones sin que jamás se sienta que una se torne insulsa por exceso de otra. El reparto estelar es icónico para Soderbergh (Cheadle, Del Toro).
El director, también fotógrafo, Steven Soderbergh
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