lunes, 22 de junio de 2020

NEO POLICIAL FRANCÉS


BALA PERDIDA
(Balle Perdue)
2020. Dir. Guillaume Pierret.
         El género policiaco ha sido esencial en la evolución del cine francés. Desde los años treinta con Marcel Carné o Julien Duvivier hasta llegar a mediados de los cincuenta con Jacques Becker o Jean-Pierre Melville, para que los jóvenes de la nueva ola lo adoptaran, revisaran y pusieran al día (Truffaut o su mejor exponente, Claude Chabrol). Desde finales de los años noventa hasta nuestros días, se ha producido lo que se ha considerado como el neo noir, cintas donde se habla del tráfico de drogas, la prostitución, pero sobre todo, de manera recurrente, la corrupción policiaca. En un extremo superior podemos mencionar a Los miserables (Ladj Ly, 2019) que alcanzamos a ver y reseñar en su exhibición pública previa a la pandemia. Ahora, por medio de Netflix, nos llega la ópera prima de Guillaume Pierret Bala perdida.
Lino (Alban Lenoir)
         Lino (Alban Lenoir) es un mecánico excepcional que logra incrementar la aceleración de los automóviles. En un espectacular intento de asalto a una joyería, donde su vehículo atraviesa literalmente toda una cuadra de edificio, es atrapado y enviado a prisión, pero antes hace que escape su cómplice, su hermano que lo acompañaba, Quentin (Rod Paradot). Luego de cierto tiempo, recibe la visita de un detective, Charas (Ramzy Bedia), quien le ofrece pronta liberación si le ayuda con los vehículos policiacos, además de lograr descubrir a unos narcotraficantes. Un atentado, donde las autoridades logran incautar al veloz auto que usaban sus ocupantes, permite que Charas se dé cuenta que era el mismo aditamento que Lino traía en su automóvil. Éste se da cuenta que la única persona que sabe arreglar ese dispositivo tiene que ser su hermano, por lo que inicia un operativo donde se descubre que uno de los cómplices es el agente Areski (Nicolas Duvauchelle) quien mata a Charas y tiene en sus manos a Lino.
Charas (Ramzy Bedia)
         Con apenas 90 minutos de duración, la cinta se vuelve efectiva: se establecen las variables donde cada personaje queda bien definido, para centrarse en persecuciones que resultan espectaculares. Los hechos van pasando a distintos grados de intriga, resultados inesperados y, por lo tanto, a niveles que se van superando. Lo más notable en estos argumentos de corrupción policiaca son los momentos de desesperanza: al manejar su autoridad y poder, se torna en juez implacable. No queda otra salida que buscar caminos inesperados para permitir rutas de escape. Lino se enfrenta ante la falta de credibilidad: su imagen se vuelve inicialmente negativa al caer toda la culpa en sí mismo, sobre todo al haber supuestamente asesinado a su protector, uno de los pocos policías honestos dentro de la ley.
Areski (Nicolas Duvauchelle)
         Alban Lenoir ha sido doble de acción en infinidad de películas. Dicha experiencia (aunada a su buena presencia y a su efectividad como actor) permite esa ligereza y fluidez en las secuencias que requieren impulsos y respuestas rápidas. Nicolas Duvauchelle es el perfecto villano (aparente agente celoso de su labor, frío asesino en realidad) y ya ha tenido muchas experiencias en el género, aunque sus cintas no llegaban tanto a nuestras salas comerciales y lo hemos visto a través de “streaming” (inició entre los muchos legionarios de Beau travail y reapareció con Claire Denis, como directora en Una bella luz interior). La cinta deja un final abierto pensando en alguna secuela: ha tenido mucha aceptación popular, por lo que esperemos que así sea.
El director Guillaume Pierret


        



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