Dirs. Damiano y Fabio D’Innocenzo.
Un narrador comenta al inicio de la película que se ha encontrado el diario incompleto de una jovencita. Luego de aclarar que es una historia verdadera basada en una mentira, se entra de lleno a la vida en un suburbio al sur de Roma. Un vecindario de clase media alta donde conviven diversas familias. Una noche, varias parejas con sus hijos cenan en casa de Bruno (Elio Germano, excelente como detestable) y Dalila. El hombre hace que sus hijos Dennis y Alessia, lean en voz alta sus reportes de calificaciones con puras notas altas. En el verano, compra una alberca inflable que se torna en la atracción de todos los jovencitos que están siempre en ella. Una de las niñas, Viola, se infecta con piojos, por lo que sus padres le cortan el cabello y la culpan por haber estado en esa alberca. Uno de los compañeros de estos niños es Geremia, de clase baja, con padre que es mesero en una pizzería… Y así, se van sucediendo episodios que describen la vida cotidiana de estos personajes, entre otros. No obstante, hay toda una realidad oscura, oculta detrás de las amables apariencias.
Segunda película escrita y dirigida por los hermanos D’Innocenzo, que se ganó el Oso de Plata al mejor guion en el Festival de Berlín 2020, y que resulta desagradable en cuanto a lo que está narrando y que resulta ser, paradójicamente, su mayor atractivo fascinante. La cinta nos habla del fracaso parental y de la insatisfacción filial. Las formas de actuar de los padres no corresponden con las expectativas de los hijos. Todos ellos obedientes, inteligentes, sometidos a la voluntad y dictados de las personas mayores. Alrededor está la complacencia o a violencia. Nunca hay un diálogo para propiciar la comprensión ni dilucidar las esperanzas de los niños, casi adolescentes, que se encuentran en los umbrales de la sexualidad, de la búsqueda de respuestas hacia su futuro y del sentido de la existencia. Ante la complacencia de todos por la alberca que se ha vuelto comunitaria, su dueño decide reventarla, aduciendo que fue un acto de vandalismo.
Una de las niñas le muestra a Dennis el celular donde su padre ha guardado vídeos pornográficos y le propone que pierdan la virginidad. Geremia contrae sarampión, por lo que la madre de Viola le pide a su padre que le permita que ambos pasen una tarde juntos para que la jovencita pueda contagiarse y quitarse ese “pendiente” natural, ya que todos sus amigos ya lo han sufrido previamente. Luego está la presencia de un maestro que sirve como guía de alternativas destructivas y quien será el único que pueda proveer de salidas extremas a las situaciones insostenibles que viven sus alumnos. El horror que se deriva ni siquiera pone en aviso a los padres de que algo anda mal.
Una cinta difícil gracias
a las situaciones perversas de lo que, idealmente, sería una fábula con todo y
moraleja. En este caso, como el título original lo indica, son “fabulillas”,
mencionadas de manera despreciable (como un equivalente despectivo de
“palabrotas” o “palabrejas”). Al nivel de un Todd Solondz (Bienvenidos a la casa de las muñecas, Happiness) en cuanto a la disección moral de la familia o un
Michael Haneke (Funny Games) ante el envilecimiento y la fatalidad, no es una película para sensibilidades débiles. La
cinta tiene una circularidad en su narrativa, cambiando personajes y
circunstancias, pero siempre estableciendo una terrible frustración y
desesperanza. Y sin embargo, seduce, atrapa, permite reflexionar…
Los hermanos D'Innocenzo