domingo, 6 de diciembre de 2020

AMORES FÓSILES

 

AMONITA

(Ammonite)

2020. Dir. Francis Lee.

         Mary Anning (Kate Winslet) ha seguido los pasos de su padre en la búsqueda de fósiles marinos, en las costas de Lyme Regis, en Dorset. Ahora, ya cuarentona, ha adquirido cierto prestigio, pero vive con su madre y tiene una tienda donde vende productos para turistas que le permite sobrevivir. Un día llega Roderick Murchison (James McArdle) quien le pide que le permita acompañarla y verla trabajar. Mary, siempre reservada y de modales ásperos, accede bajo reservas. El mismo Murchison le pide dejarle a su esposa Charlotte (Saoirse Ronan), quien se encuentra delicada de salud y requiere del clima del lugar, para que le acompañe en sus búsquedas. Un fuerte resfriado hace que la mujer sea atendida por Mary en su propia casa. Paulatinamente, la distante relación entre las mujeres irá tomando otros matices hasta llegar a la sexualidad.

         Estamos ante una ficción sobre dos personajes que existieron. Mary Anning fue la primera mujer considerada como paleontóloga en Inglaterra y Charlotte Murchison fue su amiga, ya que compartieron los intereses sobre la búsqueda de fósiles. No hay evidencia de que su relación fuera lésbica, ni tampoco Charlotte era menor en edad que Mary, como se muestra en la película. Charlotte tuvo una relación muy cercana con su marido, además de que Mary concibió varios hijos en la vida real. Sin embargo, estamos ante una ficción cinematográfica.

         En esta reinvención de situaciones y de personajes, se habla de los sentimientos reprimidos y de sus vías de escape. Sin importar cuál fue la realidad, el discurso fílmico nos lleva a una época de limitaciones y estrictas moralidades que no dejaban la salida de deseos ni emociones. Las amonitas son fósiles que se encuentran incrustados u ocultos dentro de rocas y requieren de un trabajo especial, con cuidado, entrega y amor por el oficio, para salir a la luz. Las dos mujeres de esta ficción no pueden dejar aflorar sus sentimientos por temores sociales (se sugiere que Mary tuvo una primera posibilidad de liberar su lesbianismo con una mujer mayor de su localidad; en una velada musical a la cual asiste junto con Charlotte, mira a esta platicar con esa mujer y se abre una angustia en su corazón) o expresar sus deseos por el comportamiento que debe tener una buena esposa (Charlotte es dominada por su esposo, y sufre de “melancolía” que, en realidad, era represión sexual: por la noche ve desnudarse a su marido, antes de que entre en el lecho, pero al querer insinuársele, el hombre la rechaza).

         Entonces, la cinta se dedica a ir liberando estas sensaciones y deseos como si fuera el trabajo que se realiza sobre una roca que contiene amonitas. El uso de dicha metáfora sirve para que el realizador haga su propuesta sobre el significado que “profunda amistad” tiene en los textos biográficos del pasado. Las condiciones del lugar y tiempo que tienen ambas mujeres, además de las acciones que van suavizando a la agreste Mary y a la necesitada Charlotte.

         El director Francis Lee, congruente con sus intereses expresivos, nos había ofrecido otra cinta, pero sobre homosexualidad masculina, llamada Tierra de Dios (God’s Own Country, 2017) donde un campesino tenía que satisfacer  sus necesidades sexuales buscándolas lejos de la granja y de su familia. La llegada de un emigrado rumano a trabajar en el lugar permitía las condiciones para darle sentido a lo que antes era simplemente fisiológico. Ahora es el mar, en lugar de la tierra. Es una mujer que está cercada por sus circunstancias. La llegada de una dama joven y gentil le permite abrirse al placer antes negado que devendrá amor.

El director Francis Lee



 

        

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