EL HOMBRE
CON LAS RESPUESTAS
(The Man
with the Answers)
2020. Dir.
Stelios Kammitsis.
Víktoras (Vasilis Magouliotis), joven
artesano griego, ex clavadista ganador de medallas, pierde a su abuela y decide
emprender un viaje para visitar a su madre, Angeliki, en el sur de Alemania, a
la cual no ha visto por mucho tiempo. Vende sus medallas de oro, desempolva el
viejo Audi familiar y toma el ferry que lo dejará en Bari, Italia, para
atravesarla por carretera y llegar a su destino. En el bote, conoce al extrovertido
Mathias (Anton Weil), joven mochilero que anda de vacaciones, al cual primero
repudia cuando nota que se roba un sándwich del restaurante, pero luego, al
llegar a puerto, le ofrece llevarlo consigo, para que le apoye con idioma y
direcciones. Las personalidades chocan: ante el desparpajo de Mathias está el
callado Víktoras, quien trae sus propios problemas e inseguridades.
Paulatinamente se irá conformando más que una amistad entre ellos. El título se
refiere a las constantes preguntas que Mathias hace al desconfiado Víktoras.
Las respuestas, tal vez, están en el personaje libre que disfruta de la vida,
contra las decepciones y soledad en que ha estado sumergido el joven griego.
Una primera parte de la cinta nos muestran a Víktoras trabajando en una restauradora de muebles, aparte de que va a visitar a su abuela al hospital, practica en la cama elástica, se ejercita caminando sobre sus brazos, recibe un telefonema de su madre, hasta que, al morir la anciana, decide partir hacia Alemania. Ya en el ferry que lo traslada hacia Italia, conoce a Mathias, al cual primero rechaza, pero luego acepta por comodidad, aunque siempre con la desconfianza de que es un extraño. Ya, en esta segunda etapa de la narración, inicia lo que es un viaje por carretera, con experiencias diversas, pláticas, preguntas, enojos y diversiones que irán proporcionando mayores datos sobre esta pareja de jóvenes, cuyos viajes existenciales son igualmente indefinidos, sin rumbo preciso. Mathias es instructor de snowboarding en Baviera, quien tiene todavía un mes de vacaciones antes de retornar al trabajo. Víktoras fue dejado por su madre, a la abuela, años atrás, al conocer a un alemán e irse a vivir con él, precisamente a la región bávara, donde ahora tiene otro hijo pequeño: sigue indeciso ante ir a verla, aunque, al menos ya ha iniciado su ruta.
El contraste entre las personalidades
de Mathias, que disfruta de la vida engulléndola a pedazos, y Víktoras, cuya
problemática personal (carrera profesional no terminada, acto deportivo abandonado,
además del fracaso familiar), le ha sumido en la tristeza, es el atractivo
principal de la película que nos habla del complemento personal, del
descubrimiento de uno mismo a través del otro, de la apertura hacia los
momentos que pueden ofrecer satisfacciones, del rechazo hacia aquello que se
torna obstáculo para el goce. Mathias le pide a su compañero que tome
carreteras vecinales para disfrutar de paisajes y parajes. En algún momento, lo
lleva a la celebración de la boda de unos amigos. Víktoras comienza a vivir
otros hechos, para él desconocidos hasta el momento. Como consecuencia, surge
el afecto entre ellos: la cinta no establece, ni distingue las orientaciones
sexuales, dentro de ese sentido libre que, para estos tiempos, ya no puede
escandalizar a nadie.
El director Stelios Kammitsis
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