RESPECT: LA HISTORIA DE ARETHA FRANKLIN
(Respect)
2021. Dir. Liesl Tommy.
Aretha Franklin nace dentro de una familia acomodada en Detroit en 1942. Hija de un popular e influyente predicador bautista (Forest Whitaker), separado de su esposa (Audra McDonald), la pequeña Aretha era alentada por ambos para su canto. El padre, en la iglesia. La madre, en su casa, practicando con ella. La cinta nos llevará, como toda biografía fílmica, por sus triunfos, sus caídas, sus problemas maritales, pero, sobre todo, hacia la lucha con sus demonios personales. La cinta inicia con Aretha cantando en una fiesta de su padre y, luego, en la iglesia. Una toma circular hará que pasen los años para presentarla ya como una joven de 17 años (Jennifer Hudson), sometida a la voluntad de su padre quien la promueve con la marca de discos Columbia para que inicie su carrera. Luego de nueve álbumes, donde Aretha grababa solamente versiones ya hechas populares por otros cantantes, pudo liberarse de la influencia paterna para caer en brazos de quien sería su primer marido, Ted (Marlon Wayans, magnético), quien sería su representante y crítico, además de golpeador. Aretha no encontraba su voz, hasta que pudo grabar en la marca Atlantic, donde un productor le permitió hallar un estilo y, así iniciar su carrera exitosa. Luego, vendrían otros problemas.
Gracias a la interpretación de la excelente Hudson, la cinta adquiere cierta verosimilitud. El guion se divide, como es usual en este tipo de película en tres partes: primero es el inicio y descubrimiento personal; en segundo acto está la caída o el conflicto humano; al finalizar, viene la redención y la información, antes de los créditos, sobre las glorias, reconocimientos y detalles de su vida posterior (o fallecimiento, como es en este caso), para el espectador desinformado. Y como ocurre con este tipo de películas, lo que uno recibe, es un resumen simple y fácil de la vida de los personajes. A pesar de durar casi dos horas y media, uno no puede evitar comparar ciertos momentos con el documental (o la película biográfica) de Tina Turner (hombres manipuladores que explotan y luego son desechados ante la humillación constante). En otros momentos, está la soberbia de la cantante que, dominada por su “demonio personal”, que en este caso es el pasado de falta de amor maternal y una violación (que la hizo tener un hijo a los doce años, aunque en la realidad se habla de que fue un novio de su secundaria con el cual tuvo otro hijo), hace que sienta remordimientos por el alejamiento de la fe, de la iglesia.
Otras secuencias sirven para enmarcar la historia gracias a los hechos que sucedieron a
su alrededor: la cinta nos muestra a Aretha desde 1952 hasta 1972. Por supuesto
que se hablará de Martin Luther King y el activismo por los derechos civiles. Aretha
participa en conciertos para recaudar fondos y se lanza en pro de la liberación
de Ángela Davis. Las canciones populares de Aretha hablan de respeto y del amor
entre parejas, que reflejan sus relaciones maritales. La cinta se dedica a
mostrar la tormentosa unión con Ted, y luego la dificultad de convivir con el
segundo marido, Ken (Albert Jones). No obstante, todo se torna simple, sin
posibilidades de comprender las realidades internas de la cantante. La cinta
adquiere mucha vida cuando se muestra su proceso creativo, tanto en su departamento
con sus hermanas, en los estudios de grabación y luego, en uno de sus grandes
momentos de fama al grabar su disco de música cristiana como una forma de
hallar respuesta a su vida: es donde vemos lo que era el manjar espiritual, fruto de su talento, para la cantante. La cinta termina, en los créditos, con las imágenes
de la verdadera Aretha Franklin cantando “Natural Woman” y es donde vibra el
ambiente, la atmósfera que, por desgracia, no se siente en la cinta que se
acaba de ver.
Jennifer Hudson con la directora Liesl Tommy
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