(Overlord)
2018. Dir. Julius Avery.
Un grupo de soldados paracaidistas se prepara para saltar sobre un pueblo francés invadido por nazis que mantienen una antena de transmisión que obstaculiza el desembarco de los aliados norteamericanos. Es la víspera del día D, pero antes de que puedan realizar su misión, el avión es atacado, forzando al salto de emergencia. Por tal motivo, solamente cinco soldados se encontrarán en el bosque cercano, pero uno de ellos morirá al pisar una mina. El encuentro con una de las mujeres que habitan el pueblo hará que exista la posibilidad de un refugio mientras deciden la forma en introducirse a la torre donde se encuentra el centro de operaciones. Más adelante, se darán cuenta de que hay una finalidad más tenebrosa que esconden los nazis: la búsqueda de un suero que crea zombis ultra fuertes y casi indestructibles: la posibilidad de un poderío infinito.
Estamos ante un gran ejemplo de cine híbrido: la película inicia con el género bélico para posteriormente introducirse en los terrenos del terror, con toda la acción y el suspenso que podrían esperarse de ambas narrativas. Con una hiper violencia sustentada en el odio de la confrontación humana que sigue caminos distintos, es natural que el villano supremo sea el nazi con sus afanes de exterminio, mientras que el bando contrario muestra al norteamericano en dos sentidos: uno redimible, bueno por naturaleza, incapaz de causar daño; y en otro ejemplo, el violento que no perdona, demuestra su disgusto y olvida los límites civilizados. De esta manera se alcanza un equilibrio que no se convierte en mera propaganda usual, aunque se caiga en lugares comunes (como en Bastardos sin gloria), donde no todo es maniqueo.
El ritmo es extraordinario y la acción jamás decae. El eficiente
y brillante reparto está compuesto por actores más conocidos a través de series
de televisión: Jovan Adepo (Jack Ryan, The Leftovers), Wyatt
Russell (la reciente serie Falcon y el soldado de invierno), Pilou
Asbaek (Juego de tronos) o John Magaro (Primera vaca), por lo que
la película es una producción que se centra más en su discurso que en estrellas
populares y esa es otra de sus tantas cualidades. En estos tiempos, cuando el
tema de la Segunda Guerra Mundial ha pasado a otros niveles, además de que el
tema ya no es cercano a las nuevas generaciones, se tiene la ventaja de que se
manejan los extremos en personajes más que en la explicación de un conflicto:
el único punto histórico es el día D y se establece la fecha del desembarco: 6
de junio de 1944. El título en español es el nombre con el cual se designó a
esa batalla. Y luego viene, como desviación, el camino hacia el terror: género
tan querido y admirado, sobre todo en la edad juvenil. De ahí, que la cinta
tuvo un merecido éxito durante su paso por las salas de cine. No debe contarse mucho
para no echar a perder las sorpresas. Simplemente, una de las mejores películas
de su año.
El director Julius Avery
No hay comentarios:
Publicar un comentario