viernes, 14 de mayo de 2021

TESTIGO DE UN CRIMEN

 

LA MUJER EN LA VENTANA
(The Woman in the Window)
2021. Dir. Joe Wright.

         Anna Fox (Amy Adams) es agorafóbica. Vive encerrada en una casa del viejo Manhattan, con sótano, tres pisos e invernadero en la azotea, bebiendo vino y viendo viejas películas en DVD. Su psiquiatra la visita una vez a la semana. Un día se mudan nuevos vecinos enfrente de su casa: una pareja y su hijo adolescente. El muchacho, Ethan Russell (Fred Hechinger) va una noche a dejar un regalo de bienvenida de parte de su madre. Cuando Anna intenta salir por una situación que se presenta, se desmaya en el momento que llega una mujer (Julianne Moore). Al despertar, ambas platican y Anna la saluda como la madre de Ethan y ella le corresponde haciendo un dibujo que firma como “Jane Russell”. A la noche siguiente, Anna mira por la ventana y es testigo de un ataque que sufre Jane, al ser acuchillada. Anna habla a la policía que llega a su casa, acusa al marido (Gary Oldman) de Jane como el agresor, pero le explican que no ha habido ningún incidente y que ahí está Jane Russell quien se presenta ante Anna, pero ¡es otra mujer! Esta es la base del argumento que se irá desarrollando entre intriga, suspenso y melodrama psicológico.

         Basada en una popular novela de A. J. Finn, publicada en 2018 para luego ser traducida y alcanzar enormes ventas en todo el mundo, estamos ante una situación explotada en muchas ocasiones: la persona que es testigo de un asesinato para que luego resulte ser, aparentemente, producto de su imaginación. De una novela bastante elaborada, se tomaron los elementos necesarios y precisos para lograr una cinta compacta en su trama y eficiente en su desarrollo. Al padecer Anna de agorafobia puede anticiparse una de sus grandes limitaciones que dará pie a que sucedan hechos fuera de su alcance. Al beber cotidianamente y estar tomando pastillas para la ansiedad, las posibilidades de que sufra alucinaciones o perdiera piso con la realidad son altas. Aparte de otro personaje, David (Wyatt Russell), inquilino que vive en el sótano de la casa, que será clave en la solución del misterio.

         La mujer en la ventana es ejemplo de lo que deben ser las adaptaciones fílmicas de novelas enormes y populares (todo lo que no fue, por desgracia, la adaptación de La chica del tren”). Se toman los elementos básicos para darles un tono uniforme, una aparición exacta, sin repeticiones innecesarias. En la novela, Anna encontraba en varias ocasiones fotos suyas, tomadas mientras dormía. Igualmente, tenía una conversación virtual con alguien desconocido que sabía muchas de sus cuestiones personales. En la película, la conversación se resume en una foto enviada. El descubrimiento de un objeto que levantará suspicacias, pero también permitirá el avance de la trama, sucede cuando se requiere. Y un momento de crisis, permitirá que el espectador se entere de un suceso importante en la vida de Anna, motivo de su fobia, explicación alterna de su testimonio. Luego, todo cae en cascada, la acción no se detiene, la verdad se presenta para que se cierren capítulos de vida y todo se resuelva, sin dejar nada a duda, con satisfactoria explicación. Se nota la mano dramatúrgica del laureado Tracy Letts como adaptador y, sobre todo, la mano del maestro Joe Wright.

         Toda cinta que tenga que ver con testigos desde una ventana, tendrá como referencia obligatoria a La ventana indiscreta de Hitchcock. El pretexto de que Anna se la viva mirando cine clásico permite que aparezca el momento en que James Stewart es atacado por su vecino criminal. Sin embargo, hay otras sutilezas cinefílicas: Laura (Otto Preminger, 1944) donde una mujer se pensaba muerta, pero en realidad, su cadáver pertenecía a otra víctima. Cuéntame tu vida (Hitchcock, 1945) donde había una secuencia surrealista de un sueño que ocultaba las motivaciones de su personaje. La senda tenebrosa (Daves, 1947) donde un hombre era acusado de la muerte de su esposa y debía de probar su inocencia. De todas ellas hay pequeñísimos ejemplos, pero dan idea del amor al cine, aparte de recordarnos que estamos ante una película, producto de muchos otros sueños previos. Y es una película de actriz: Amy Adams omnipresente.

El maestro Joe Wright



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