domingo, 26 de diciembre de 2021

PREGUNTAS

 

C’MON, C’MON
2021. Dir. Mike Mills.

         Luego de Así se siente el amor (2010) que era un tributo a su padre, y Mujeres del siglo veinte (2016), donde rememoraba los tiempos de su educación sentimental, el excelente Mills nos ofrece un delicado y lírico retrato acerca de las relaciones humanas contemporáneas. Johnny (Joaquin Phoenix, reconfirmando su excelencia) es un productor de audio que viaja a Los Ángeles para apoyar a su hermana Viv (Gaby Hoffman) y cuidar de su sobrino Jesse (Woody Norman) quien tiene nueve años, es demasiado precoz e inteligente para manipular su realidad, cuando ella debe viajar a Oakland para apoyar a su marido, quien padece de ciertos trastornos emocionales. Su trabajo hace que Johnny lleve consigo a Jesse hacia Nueva York y Nueva Orleans, para que ambos se vayan conociendo.

         El trabajo de Johnny consiste en entrevistar a niños y adolescentes preguntándoles acerca de sus puntos de vista sobre la realidad en que viven, el futuro que esperan, las emociones que sienten acerca de las actitudes de otras personas, entre muchas preguntas. Aunado a su forma laboral, aparecen otras preguntas y situaciones hacia su inteligente, pero sensible sobrino. El niño, de pronto, actúa como si fuera un huérfano al cual se ha acogido en el seno de una familia y cuenta sus fantasías al respecto. En otros momentos, escucha a Mozart. Usualmente escucha a Johnny en sus conversaciones telefónicas y reacciona al respecto.

         La relación entre Johnny y Viv, usualmente tensa por las experiencias del pasado con una madre enferma a la cual el hombre consentía mientras la mujer rechazaba ahora empieza a tener otra fase de acercamiento gracias a la presencia y cuidado del pequeño Jesse, quien entiende el problema de su padre, al cual añora, y ahora utiliza a su tío como ente sustituto, sin caer en el chantaje sentimental. El niño, sin que se le pregunte, comenta sus propias inquietudes en el equipo de audio de su tío: “uno nunca sabe lo que va a ocurrir, por eso hay que darle y darle y darle…” (que en inglés equivale al “c’mon, c’mon, c’mon” que da título a la cinta).

         Nunca se cae en el melodrama. Hay momentos en los cuales Jesse muestra una ternura inmensa que el realizador no trata de manera sentimental; en otro caso, la posible pérdida del niño, que provoca angustia en el tío, resulta ser un juego que tampoco termina en el reclamo, ni en el abrazo que se complementa con lágrimas. Mills es lo suficientemente inteligente para sugerir, sacar conclusiones, enmarcar su trama con realidades que ya no permiten caer en las fórmulas de siempre: los jóvenes temen por su futuro, pero no carecen de esperanza. Jesse viene a ser uno de ellos.


El realizador Mike Mills con el excelente Joaquin Phoenix



sábado, 25 de diciembre de 2021

FIN DEL PLANETA

NO MIRES ARRIBA
(Don’t Look Up)
2021. Dir. Adam McKay.

         Una buena crítica hacia el populismo de Trump (y otros líderes conocidos y cercanos) donde la verdad hacia el mundo se oculta en función de perseguir intereses creados y personales. Al descubrir la candidata a Doctora Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence, menos pesada que en otros de sus papeles), un nuevo cometa que llevará su nombre, primero le invade la alegría para luego descubrir con angustia que su trayectoria le llevará a chocar contra la Tierra en seis meses. Informa del hecho a su mentor, Mindy (Leonardo DiCaprio) y al científico Oglethorpe (Rob Morgan) y se ponen en camino a hacerlo del conocimiento de la Presidenta de Estados Unidos. Lo que primero se siente charlatanería, luego se vuelve asunto de importancia y, aunque se envían varios cohetes armados para desviar al cometa, todo se desinfla al descubrir el billonario Isherwell, que el cometa contiene grandes cantidades de metales en peligro de extinción y tierras raras en grandes cantidades. Los planes cambian ante la angustia de los científicos.

         La película sirve como comentario satírico ante el mundo en que estamos inmersos y todo lo trivializa: la asistencia del par de científicos a un importante programa matutino con una pareja (interracial, por supuesto) de superficiales conductores deviene en la poca credibilidad de la intensa Kate a la cual le sigue una serie de “memes” insultantes y burlones. Al contrario, Mindy, por su atractivo físico (es un decir: DiCaprio ya es un adulto maduro, grueso) es seleccionado por el Gobierno como responsable científico y se torna en objeto sexual de la conductora Brie (Cate Blanchett) quien se excita cuando el hombre le debe de expresar que “todos vamos a morir”. El tiempo pasa y tal parece que la catástrofe deberá seguir adelante, sin marcha atrás.

         Sin embargo, la película se siente pasada de moda ante el nuevo régimen norteamericano. De hecho, en la oficina de la Presidenta hay, en la pared, un óleo que muestra a Richard Nixon (en otro a Nancy Reagan) y claro que la premisa es “hacer más ricos a los ya demasiado ricos”. Por encima de todo interés por el bien común, se anteponen las ambiciones personales. Ya se ha llegado al grado tecnológico de que las máquinas manejen a los seres humanos hasta en sus sentimientos y emociones, o efectúen compras acorde con los índices de popularidad. El narcisismo es rampante: el propio Mindy es seducido por una fama que luego descubre efímera, mientras que Kate, el personaje menos contaminado de la cinta, trata de ponerse bien consigo misma y su conciencia (para ello se apoya en Yule, interpretado por Timotheé Chalamet, un joven incrédulo pero místico). Una ventaja contra todos los defectos de la película estriba en un reparto de grandísimas personalidades (oscareados y nominados al por mayor: otro tinte de ligereza).

         Una cinta sin redención: espejo del mundo contemporáneo donde imperan las No-Cosas (información, mensaje, virtualidades, falta de contacto físico), como lo expresa el filósofo Byung Chul-Han, que han marcado a una generación de la cual solamente puede esperarse otro tipo de vida, otro sistema de comportamiento, otro orden de cosas. Esta destrucción del mundo puede verse como metáfora del calentamiento global o de la pandemia que no muestra su pronto final. Hay dos epílogos que son significativos y que no voy a revelar aquí, pero que redondean estos absurdos que nos circundan. Irregular y vulgar al mostrar todo digerido, sin dejar de ofrecer un punto de vista contemporáneo.

El director Adam McKay con Lawrence y DiCaprio



martes, 14 de diciembre de 2021

DESPERTAR A LA VIDA

 

FUE LA MANO DE DIOS
(É stata la mano di Dio)
2021. Dir. Paolo Sorrentino.

         Fabietto (Filippo Scotti) vive en Nápoles y disfruta de su familia cuyos integrantes son bastante peculiares: tías obesas, entre las cuales una de ellas ha encontrado finalmente novio a los 43 años, pero es anciano, expolicía y habla por medio de un aditamento electrónico. La matriarca es una mujer que vive enojada y se expresa por medio de groserías. Hay un tío estafador. Sin embargo, su padre y su madre parecen ser las únicas sensatas. La madre es una bromista que no se detiene, aunque le cueste amistades. El padre es comunista y ateo, pero trabaja en un banco. Su hermano es aspirante a actor y, de hecho, audiciona, sin éxito, como extra para una película de Fellini. Ocurren los usuales problemas familiares: el padre ha sido infiel durante años con una compañera de trabajo. La madre le ha soportado, pero cuando vuelve al tema, empieza toda una discusión cotidiana. Además está la pasión futbolera: Maradona y los goles que son, de acuerdo con un viejo tío, producto de la mano de Dios. Y así se van dando las cosas hasta que ocurre una tragedia. Fabietto tiene 17 años y se encuentra en el umbral de la vida. El tono de la cinta va cambiando mientras el joven se va adecuando a la búsqueda de sí mismo.

         De manera contrastante, mezclando tonos y géneros, Sorrentino se mete a narrar románticamente su primera juventud en su natal Nápoles. Al inicio, la cinta comienza en un estado de sueño, surrealista: la tía Patrizia, muy sensual, espera un autobús, pero se le aparece San Genaro, en un auto lujoso y con chofer, para llevarla a donde encontrará a un pequeño monje que será el amuleto para su fertilidad. De manera abrupta, sin aviso, la cinta se torna terrenal para que el marido de la tía la llame ramera y la golpee. La obsesión de Patrizia por embarazarse le ha hecho prácticamente entrar en un estado de locura. Fabietto, al ir con sus padres a ver a la pareja en conflicto, vive una de tantas aventuras familiares. Así del sueño a la comedia amable que provoca risas y sonrisas en el espectador. Parece que ese será el tono de la película, pero no es así: a la mitad, entra la tragedia y luego el drama personal.

         Fabietto comenzará a descubrir el mundo. Entre las amistades peligrosas (un contrabandista menor), la primera relación sexual (con el personaje menos esperado), las películas que ve (aunque no es muy cinéfilo), el acercamiento a personas que le harán diferenciar la verdad y la mentira de la existencia, asistimos al crecimiento emocional de un muchacho que vive las etapas que, necesariamente, de una manera u otra, debe el ser humano de experimentar para atravesar sus diferentes edades: aquí Fabietto lo hace en poco tiempo, pero de manera substancial. Y bueno, de acuerdo con ciertas personas, todo se debe a la mano de Dios.

         Comparado con Fellini, sobre todo después de La gran belleza (2013) que era un acercamiento lateral y puesta al día de la “dolce vita” italiana, no puede dejar de notarse aquí su influencia porque además de nombrarlo directamente, el personaje del “pequeño monje” con el cual inicia la cinta y que será significativo por su tía Patrizia, se puede ver salido de cualquier cinta barroca y alucinante del maestro italiano. Además, no puede dejar de pensarse en Amarcord (1973), pero Sorrentino sigue siendo fiel a su temática sobre los cambios de la vida, así como el Andreotti de Il divo (2008) o el músico de Juventud (2015), ahora tenemos a un jovencito que debe acostumbrarse al cambio, a la nueva etapa, mientras encuentra sentido a la vida que tiene enfrente…

Filippo Scotti con Paolo Sorrentino en el Festival de Venecia 2021



domingo, 12 de diciembre de 2021

LA ASCENDENCIA

 

MADRES PARALELAS
2021. Dir. Pedro Almodóvar.

         Janis (Penélope Cruz) es fotógrafa en el invierno madrileño de 2016. Luego de una sesión con el antropólogo forense Antonio (Israel Elejalde), le comenta que en su pueblo debe de haber una fosa donde se enterraron a víctimas de los crímenes de la guerra civil, entre ellas, su bisabuelo, y le pide su ayuda. Es el preámbulo para que ambos tengan relaciones y Janis quede embarazada. En la maternidad, conoce a Ana (Milena Smit), adolescente. Mientras Janis no se arrepiente y reconoce que fue un accidente, Ana sufre. Una vez que sus hijas nacen, todo queda atrás. Prometen volver a encontrarse. Cuando Janis recibe a Antonio para que vea a su hija, la reacción de éste es confusa: no la reconoce como su hija porque es una niña con piel morena y desconfía de Janis, quien le pide que se vaya. Tiempo después reencuentra a Ana que le informa de la muerte de su hija. Janis, entonces, toma decisiones para encontrar la respuesta a ciertas dudas que surgen en su cabeza. Y no puede contarse más.

         Sin dejar de lado su inclinación melodramática, el maestro Almodóvar ofrece un interesante giro sobre el tema de los cambios accidentales en las guarderías de hospitales, al mostrar una gran madurez en sus intenciones expresivas acerca de la toma de conciencia en cuanto al pasado histórico, la ascendencia familiar, el sentido del honor y la necesidad de ajustar cuentas con nosotros mismos. La finalidad no es el pretexto melodramático: Almodóvar, ya bastante maduro, se preocupa por el sentir nacional en su patria. Hubo cien mil desaparecidos en la Guerra Civil que se encuentran diseminados por las tierras nacionales. Infinidad de familias que desconocen dónde quedaron los restos de sus antepasados relativamente recientes. Una situación que no es exclusiva de España y que se mantiene en el presente, producto de otro tipo de guerra sucia. Conocer los orígenes y aceptarlos, son condiciones obligatorias para toda persona. Este es el principal objetivo de expresión para el maestro Almodóvar. 

         Es deslumbrante cómo un tema repetido en películas y telenovelas se convierte en piedra de toque para extender su significado hacia asuntos más serios, políticos e históricos. La película nunca cae en el tremendismo, ni en la fórmula fácil. Todo se va narrando naturalmente: Almodóvar todavía refina su manera de contar. Hay secuencias que se presentan de manera alterna, utilizando elipsis para acortar tiempos y evitar escenas que resultarían tediosas y predecibles. A pesar de sus dos horas de duración, la cinta fluye sin tedio ni displicencia para el espectador. Los personajes femeninos son libres: Janis ha seguido una tradición donde madre y abuela vivieron sin maridos, criando a una hija. La propia madre de Ana es una mujer que decidió abandonar al marido para seguir con una carrera como actriz. Todo acorde con una imagen que se repite en estos tiempos que vivimos. El hombre está ausente, es mero accesorio, apoyo, refuerzo.

         Y luego está la sublime actuación de Penélope Cruz, que le ganó la Copa Volpi como mejor actriz en el pasado Festival de Venecia. Un ejemplo de gran evolución que se ha ido desarrollando con los años. La joven Milena Smit cumple perfectamente, siendo una principiante en cine. Almodóvar nos regala a presencias suyas del pasado, ya entrañables, como Rossy de Palma o Julieta Serrano (más anciana). Aparece una bellísima Aitana Sánchez-Gijón, como madre de Ana y el guiño de ojo de Almodóvar es Daniela Santiago, la actriz trans de la serie Veneno, en un fugaz papelito como modelo. Madres paralelas sirve para reafirmar y confirmar la excelencia de Almodóvar como cineasta: uno de los pocos que son originales, vigentes, propositivos en el cine mundial.

Almodóvar con sus actores Israel Elejalde y Penélope Cruz



viernes, 19 de noviembre de 2021

LA SOMBRA DEL MIEDO

 

NOCHE DE FUEGO
2021. Dir. Tatiana Huezo.

         Un pueblo en alguna sierra del Bajío. Sus habitantes viven bajo la sombra del miedo. Los cárteles se han apropiado de sus existencias: la mejor manera para salvarse es trabajar en los campos de amapola, de cuyas flores se extrae el opio que es fuente de muchos alcaloides. Tres amigas, Ana, Paula y María, niñas alrededor de ocho años que viven su inocencia entre sus juegos infantiles, su efímera educación porque los maestros desaparecen o no sienten tener garantías para su protección. A las niñas, sus madres les cortan el pelo para que parezcan niños y así evitar que las roben para terribles consecuencias: todo esto no se entiende por las pequeñas que lloran y se quejan, aunque en realidad viven ajenas a la realidad de sus padres. Sin transición anunciada, pasa el tiempo y las niñas, ahora son adolescentes que siguen siendo protegidas por las madres ante el terror de que sean raptadas. Esta admirable película es una mezcla de muchos temas que conocemos a través de las noticias y que describen el infierno terrenal: feminicidio, explotación, amenaza constante.

         Ana, la protagonista principal, es una niña que juega a la concentración mental, a las escondidas, pero que no entiende los motivos por los cuales su madre le ordena siempre que corra a esconderse en lo que es una fosa cavada en su patio, cada vez que se escucha la llegada de las camionetas de los cárteles. No sabe el motivo de que su maestro, de pronto, ya no asista a clase, ni acepta que le corten su larga cabellera. Ana, adolescente, trece años, juega con sus amigas en una fría laguna, comparte su admiración por el maestro Leonardo con el cual puede acabar la primaria y quien le enseña que las cosas que están boca abajo pueden arreglarse para ser correctas, lo que la inspira para ser maestra. Ana se convierte en mujer de pronto, cuando le baja la regla, y se enoja cuando la madre quiere que se vaya a vivir con su papá, ahora bracero en Estados Unidos. Hasta el momento en que conoce la terrible realidad, su inocencia termina y llega el golpe de la verdad que le rodea.

         Esa es la gran enseñanza de la película: cómo el acercamiento al miedo, a conocer lo que es la amenaza omnipresente, modifica nuestra percepción de la realidad. De niña a mujer, de inocente a estupefacta. Sin reparto profesional, sino con actrices encontradas luego de una búsqueda de doce meses, luego de entrevistar a 800 niñas y jóvenes, es admirable cómo estos seres intuitivos logran conmover y meter al espectador dentro de lo que es una violencia callada (en realidad es indirecta hasta cierto clímax). La realizadora Huezo filma su primera cinta de ficción, luego de ofrecer documentales muy apreciados, recreando algo que no parece tener final y cuya respuesta parece ser correr y seguir corriendo, hasta no encontrar otro camino. Lo más triste es que las mejores cintas mexicanas de estos tiempos se refieren a una realidad insalvable (Sin señas particulares, Estación 14, y pronto deberá llegar La civil).

La directora Tatiana Huezo



lunes, 8 de noviembre de 2021

LA CORRUPCIÓN

UNA PELÍCULA DE POLICÍAS
2021. Dir. Alonso Ruizpalacios.

         En esta cinta híbrida, anunciada como un documental de Netflix, en realidad vemos a actores que interpretan a personajes de la vida real. Al inicio, nos enteramos de Teresa, pero sabemos que es la actriz Mónica del Carmen (fascinante) que asiste a una mujer que está a punto de dar a luz. Luego, conocemos a Montoya, del cual reconocemos al actor Raúl Briones (perfecto). Ambos narran sus antecedentes particulares, ya que procedían de familias de clase baja: ella, hija de un policía que le negaba permiso para que ella, como mujer, lo fuera también. Montoya, jovencito que creció en barrio bajo, y vivió la experiencia de que uno de sus mejores amigos se fuera por la delincuencia, pero él, con buenas intenciones, se decidió por la ley (como en las viejas cintas de la Warner con James Cagney).

         Más adelante, en otra sección de la película, nos enteramos de que ambos son pareja: se conocieron en el trabajo y poco a poco se fueron enamorando. Los dos con anteriores relaciones e hijos. Pudieron lograr, gracias al soborno a quien correspondía, que fueran compañeros en patrulla a la cual se le bautizó “la patrulla del amor”. Así, empezaron a suceder varios hechos que les unieron más. Todo iba de manera perfecta hasta que se toparon con un diputado que les hizo la vida pesada debido a sus influencias. Entonces, el tono de la película cambia: los actores empiezan a contar sus experiencias para prepararse a interpretar a estos policías, al grado de entrar a la academia de policía para vivirlo en carne propia.

         La cinta, falso documental en cuanto a su hechura, pero real documental al contar casos verdaderos a través de actuaciones, sirve para mostrar cómo personas que inician con buenas intenciones, expectativas nobles para ayudar al prójimo, orgullosos de haber vencido al miedo que, de todos modos, nunca se va por completo, entran a un medio corrupto que les va transformando. El documental o ficción híbrida va construyendo la cotidianeidad de esta pareja de seres cuyas vidas se van alejando de los ideales. L0s comentarios de varios policías reales van estableciendo verdades: “a nadie le importa si matan a un policía”, “así como hay policías buenos o malos, existen ciudadanos buenos y malos”. La nobleza de Teresa al asistir a un parto porque no hay respuesta de una ambulancia se va anulando paulatinamente ante superiores o colegas corruptos.

         En su tercer largometraje, el sobrevalorado Ruizpalacios (la tediosa Güeros, 2014; la hiperpretenciosa Museo, 2018) se abre de capa con talento y maestría que se desborda con esta trama muy bien urdida, pero, sobre todo, puesta en escena de manera imaginativa y creativa. Mucho ayuda que su coguionista haya sido el extraordinario David Gaitán (actor, director teatral y dramaturgo de excelencia). Al final de cuentas es un fresco sobre la pérdida de la inocencia: las buenas intenciones se disuelven en un medio que ya, de por sí, se encuentra roto, corrupto, perdido.

Alonso Ruizpalacios



sábado, 6 de noviembre de 2021

EL OESTE NEGRO

MÁS DURA SERÁ LA CAÍDA
(The Harder They Fall)
2021. Dir. Jeymes Samuel.

         El británico Samuel, afroamericano, ha manifestado su pasión por el género del oeste y toma como referencia tanto a los grandes maestros norteamericanos como a sus imitadores italianos. Utiliza a personajes de color que realmente existieron, pero inventa una tragedia donde los une cuando en la vida real jamás se conocieron. La cinta es acerca de venganzas por cuestiones familiares: un prólogo nos muestra al niño Nat, con diez años, siendo testigo de la muerte de su padre y madre, además de ser víctima de una cicatriz en su frente, en forma de cruz. Luego, la acción pasa a años más tarde en pueblos donde la población es afroamericana. Nat (Jonathan Majors, excepcional), ya mayor, asesina a otro de los miembros de la banda que mató a sus padres. Luego, junto con su pandilla, asalta a otra banda que, a su vez ha asaltado bancos y cuyo líder, el tenebroso Rufus Beck (Idris Elba, como siempre, seductor), se encuentra preso. La cinta nos llevará por distintos enfrentamientos, alianzas, y una continua serie de actos violentos, plenos de sangre y muerte.

         Cada personaje tiene a su propia dama: Nat ama a la feroz Mary (Zazie Beets), dueña de cantinas y burdeles, que no se rinde ante la pasión del forajido porque sabe que le carcome el deseo de venganza. Por su lado, Rufus tiene a Trudy (Regina King), otra violenta dueña de cantina, lideresa provisional de su banda, que lo rescata mientras es trasladado por tren hacia otra prisión. A lo largo de la cinta, se van presentando situaciones donde ningún personaje muestra alguna cualidad positiva, fuera del sentimiento amoroso. Es una cinta donde todo personaje es de dudosa moralidad y el espectador toma partido por quien ha sufrido más, aunque ninguno merece perdón ni redención. No obstante, están tan bien construidos los personajes, y el reparto es tan carismático, que la cinta se sostiene, aparte de ellos, por la maravillosa composición visual.

         Al novato Samuel se le ocurren secuencias tan imaginativas que se tornan en otro eje magnético de la cinta. Hay el uso de la pantalla dividida a la mitad para mostrar acciones simultáneas y mantener el suspenso. Una toma que inicia desde la parte posterior de una habitación, cruza una ventana y va a terminar en la imagen del soberbio Nat, da idea de que el cineasta posee todo un bagaje de elementos de narración fílmica y que ha sabido asimilar las lecciones del cine del oeste que tanto ama y que se nota que ha visto. Los espacios abiertos, las montañas, los pueblos primitivos, la moral del género donde no se debe matar por la espalda. Las convenciones del tipo de película que se propone y se respetan, mezclando tendencias actuales. La música es netamente contemporánea y pertenece a los ritmos actuales de los jóvenes.

         Más importante es el comentario social. Jeymes Samuel especifica que para cualquier espectador parecerá ciencia ficción al presentar un género usualmente “blanco”, poblado por negros. El realizador llevó a cabo su investigación y aunque la trama es inventada, el hecho de que hubiera pistoleros de color y pueblos con habitantes en su mayoría afroamericana, deja entrever la tendencia actual de desmitificar el pasado y aclarar elementos de las diversas culturas étnicas. Se muestra a soldados y a pasajeros de tren blancos, así como a un personaje de color rescatado de lo que habría sido un linchamiento. La cinta quiere mostrar a seres humanos violentos por la época, sobrevivientes de un desprecio debido a cuestiones históricas, pero con su orgullo personal.

         La trama se va desarrollando como una cinta de venganza entre dos personajes que se agredieron violentamente desde su niñez, uno, y juventud, el otro. Poco a poco se va hilvanando la tela donde el destino juega papel importante para terminar siendo una verdadera tragedia que impacta al espectador por sus motivaciones inesperadas. Una de las mejores películas del año.

El magnífico Jonathan Majors y el director Jeymes Samuel



viernes, 29 de octubre de 2021

TRISTE FRACASO

 
EL EJÉRCITO DE LOS LADRONES
(Army of Thieves)
2021. Dir. Matthias Schweighöfer.

         Esta cinta viene a ser el antecedente de uno de los personajes de la excelente “El ejército de los muertos” (2021. Dir. Zaxk Snyder): el ladrón Dieter (el realizador, coguionista Schweighöfer) quien era el experto para abrir la caja fuerte del casino en una Vegas infestada de zombis. Aquí lo conocemos como aburrido empleado de una oficina bancaria, admirador de Hans Wagner, creador en el siglo XIX de un cuarteto de cajas fuertes basadas en las cuatro óperas del ciclo “El anillo de los nibelungos” (de otro Wagner: Richard), del cual explica toda su historia en videos que sube al YouTube, donde recibe una invitación para asistir a un certamen de apertura de cajas fuertes. Así conoce a Gwendoline (Nathalie Emmanuel), ladrona profesional, que desea vivir la experiencia de poder robar esas cajas fuertes que se encuentran en tres ciudades distintas de Europa.

         El tono de la cinta pretende jugar con los estereotipos del alemán fársico e inocente. Schweighöfer es un popular actor del cine de su país que, por desgracia, al aparecer como protagonista principal, pierde todo encanto y se torna en pesado patán que se justifica como “nerd”. La cinta nos narra la forma en que cada una de las tres cajas es abierta y saqueada, para que todo se convierta en una repetición de los mismos efectos, mientras el personaje nos narra la trama básica de cada ópera. Ya sabemos, quienes vimos la cinta de Snyder mencionada arriba, que el objetivo de los ladrones en ella, era llegar a la cuarta caja. E igualmente, en esa cinta se sabía que Dieter terminaba como víctima de los muertos vivientes. En esta cinta, el personaje tiene sueños de zombis que lo amenazan y matan, a lo que una de las cómplices en el robo le cuenta que más que sueño es profecía.

         Han de imaginar que la cinta termina en el momento en que Dave Bautista y Ana de la Reguera llegan a la cerrajería Gwendoline, en California, para reclutar a Dieter. Cómo llegó ahí, le corresponderá descifrarlo usted si es que se anima a ver esta fallida cinta, filmada en la República Checa, con algunas locaciones en las ciudades que tenían a las cajas fuertes. En los créditos finales se da crédito a quienes realizaban la limpieza de Covid en los sets y lugares de filmación ya que fue realizada dentro de la misma pandemia. En la película se menciona lo que está sucediendo en Las Vegas con su apocalípsis zómbico, mientras que en Europa, la preocupación de la gente no está en que ese hecho se pueda propagar en el continente (como pasó con el Covid en todo el mundo). Así, no entiende uno los motivos por los que resulta más importante robar cajas fuertes.

         Aparte del pesado alemán Schweighöfer, está el fortachón británico Stuart Martin, admirador de las cintas de acción norteamericanas, por lo que se hace llamar “Brad Cage”, cuyo rol que aparenta ser del simpático galán . El francés Jonathan Cohen interpreta a otro desagradable agente de la Interpol. En fin, una cinta que, a pesar de pertenecer al universo Snyder, también productor, no contiene ninguna de las cualidades que el propio director le hubiera concedido. Se convierte en un acto narcisista donde el director-actor-coguionista se rinde tributo, se piensa gracioso, pero termina demostrando todo lo contrario.

jueves, 28 de octubre de 2021

RAZONES DE PESO

 ATENTADO EN EL ESTADIO
(Final Score)
2018. Dir. Scott Mann.

         El tema de una amenaza mortal contra los asistentes a un estadio ha sido el punto principal en varias películas dirigidas por excelentes cineastas. En 1977 Domingo negro dirigida por John Frankenheimer, narraba el pretendido ataque por el grupo terrorista Septiembre Negro a los Estados Unidos durante el juego de Superbowl (por este motivo fue prohibida en México: podría dar ideas a quienes quisieran atacar al Estadio Azteca, por ejemplo, ¡y esto fue en serio!). En 1995 Muerte súbita dirigida por el siempre subestimado Peter Hyams, donde el vicepresidente de Estados Unidos era secuestrado por un maleante durante un importante juego de Hockey, amenazando con volar el estadio. En ambos casos estaba casualmente un personaje clave, capaz de enfrentar a los villanos y lograr salvar la situación, como pasaba en la deliciosa serie de Duro de matar (1988 – 2013) con héroe infiltrado dentro de un espacio cerrado que servía para propiciar la esperanza. Este asunto tiene una nueva lectura en la reciente Atentado en el estadio que ocurre en Londres, durante un juego de británicos contra rusos.
         Knox (Dave Bautista) visita cada año a la viuda de un amigo suyo que murió en batalla y de lo cual se siente culpable. Al traer ahora dos boletos para un juego de soccer, Knox invita a Danni, la hija adolescente de este amigo. Con camuflaje, un grupo de rebeldes rusos capitaneados por Arkady (Ray Stevenson) entran al estadio, se apoderan del cuarto de seguridad, así como de toda comunicación interna y para el exterior, colocan cien cargas de explosivos en un ala del estadio y solicitan que se les entregue al hermano de Arkady, o sea Dimitri (Pierce Brosnan, en actuación corta y especial) del cual saben que asistiría a dicho juego. Un prólogo nos ha mostrado que en 2001, los hermanos Arkady y Dimitri fueron los líderes de una revuelta revolucionaria. Al notar que ya había muchos muertos sin posibilidad de triunfo, Dimitri desistió de sus fines por lo que fue asesinado y su hermano puesto en prisión. Arkady ha descubierto que Dimitri no murió sino que pactó con el gobierno británico para conseguir asilo. Ahora viene en su búsqueda.
         A partir de esta sinopsis se continua con amenazas, enfrentamientos, requerimientos que serán la parte que proporcione suspenso al espectador aparte de jugar con sus emociones. Ya sabemos muy bien que no habrá gran originalidad en lo que va a acontecer sino en cómo nos lo van a narrar, además de la consiguiente y obligatoria lección moral. También es de sobra conocido que estos argumentos no apelan al sentido común ni a la realidad absoluta: se manipula a la acción, se apoya en efectos especiales, se crean personajes extremos que viven en la maldad absoluta, sin piedad, contra los seres nobles que creen en la humanidad y en la obligación del sacrificio absoluto para redmirla. Si no se utilizara al cine como medio para crear aventuras maravillosas a través de la imagen (como pasa con la lectura usando la imaginación), sería aburrido y decepcionante librarse de estas oportunidades para modificar al mundo y nuestras realidades.
         Dimitri ha cambiado su rostro por medio de cirugías plásticas por lo que el reconocimiento facial a través de computadora no ofrece resultado. Entra en acción el inesperado fortachón que se ha enterado de las sangrientas intenciones del villano mientras buscaba a la adolescente que se le ha perdido por lo que se mezclarán dos historias de búsqueda y protección: ambos casos sobre familia. Arkady busca a un líder fracasado que prefiere su sacrificio a producir más muertes inútiles. Knox requiere salvar a la hija del hombre que murió por su responsabilidad personal para evitar otra muerte sin sentido. En el trayecto, habrá aprendizajes personales que le ofrecen al espectador razones de peso para seguir creyendo en la humanidad.
El simpático Amit Shah como ayudante
involuntario del fortachón Bautista
         Un ritmo subyugante donde el héroe muestra también limitaciones y vulnerabilidad. Dentro de las incongruencias de espacio y tiempo, el espectador se sumerge en el vértigo de las situaciones porque, saliéndose de estas coordenadas, las reacciones y las soluciones se sienten correctas aunque en un mundo real no podrían ser perpetradas de esta manera. Dave Bautista posee la simpatía de un Dwayne Johnson o Van Damme, con su tosca y gruesa figura, ahora como estelar solitario en lugar de acompañarse por los Guardianes de la galaxia. El extraordinario irlandés Stevenson se ha vuelto villano por antonomasia aunque siempre distinto y versátil. Hay un personaje secundario que ofrece humor y soporte a la acción: el joven asistente Faisal interpretado por un gracioso Amit Shah (a quien hemos visto en Un viaje de diez metros). Aparte, la película cumple con esa delicia para todo espectador apasionado: los villanos sufren y reciben su merecido antes de morir, para exorcizar todos los demonios de la realidad en que vivimos. Diversión magnífica.
Bautista, Brosnan y Stevenson
Pierce Brosnan con el director Scott Mann

lunes, 25 de octubre de 2021

MI ALMA A LA GRACIA...

EL CONTADOR DE CARTAS
(The Card Counter)
2021. Dir. Paul Schrader.

         Al inicio de la película, el personaje de William (Oscar Isaac) está en prisión y nos narra que ahí aprendió a contar cartas. Ofrece toda una técnica que involucra las barajas mayores contra las menores e intermedias. Las diferencias de jugar al Black Jack, que Póker o la simple ruleta. Luego, lo vemos ya en acción: esta habilidad le ha permitido vivir sin llamar la atención: apostar poco, ganar poco, moverse de casino a casino, ciudad a ciudad. En uno de ellos coincide con una presentación de John Gordo (Willem Dafoe), representante de una compañía de seguridad y ahí conoce a Cirk (Tye Sheridan), joven que le ha reconocido como uno de los excompañeros de su padre, quien fuera reclutado e instruido por Gordo para torturar a prisioneros en Abu Ghraib. Dado de baja con deshonor, se dio a la bebida, a golpear a su mujer e hijo, hasta que ella les abandonó y el hombre se suicidó. Ahora quiere capturar, torturar y matar a Gordo, por lo que le pide apoyo a William. Por su parte, éste ha recibido la oferta de Lalinda (Tiffany Hadisch), una agente de jugadores para que se integre a su “establo” y participe en torneos mundiales. William se interesa en el caso de Cirk y acepta, por lo tanto, el ofrecimiento de la mujer. Esta será la base de los acontecimientos siguientes.

         El maestro Schrader retorna al cine luego del éxito de El reverendo (First Reformed, 2017) y muchos obstáculos previos o fracasos de taquilla y crítica. A los 75 años, el guionista de Taxi Driver (Scorsese, 1976) y realizador de joyas ya clásicas (Gigoló americano, 1980; La marca de la pantera, 1982; Días de furia, 1997; entre muchas otras), mantiene su interés hacia el cine marcado por la espiritualidad o personajes que prefieren una existencia dentro del ascetismo (a su manera). Como en otras películas, no hay un desarrollo lineal de personajes, ni la trama se entretiene en las pasiones esperadas: en este caso, no importa si se está ganando o perdiendo dinero. William tiene la costumbre de llegar a su cuarto de motel y cubrir todos los muebles con mantas evitando color y, tal vez, dentro de su neurosis, gérmenes, pero más allá, de la suciedad, insalubridad, mugre, de las mazmorras donde se torturaba implacablemente a prisioneros, para luego fotografiarse con ellos para sellar la humillación como seres humanos. Todo ello aparece en una secuencia onírica. La cinta es tan rica en detalles que todo comentario será siempre incompleto, sobre todo si no se desea revelar lo que acontece para que el espectador se sorprenda.

         Los personajes de Schrader desean purgar su culpa. William asegura que jamás pensó que estar encarcelado le vendría bien. Su anhelo, en realidad, sería mantenerse en ese estado. En su espalda lleva tatuadas dos frases: “Confío mi vida a la providencia. Confío mi alma a la gracia” (que forman parte de la letra de una canción, referencia de otro trabajo del realizador) que vienen a enfatizar el sentido espiritual de William. En su caso, el pasado ha vuelto para obsesionarlo con la realidad de su existencia: la presencia de Cirk trae de vuelta terribles recuerdos que reflejan su traición hacia la democracia y hacia sí mismo al convertirse en animal que atacaba a sus semejantes. El deseo de venganza de Cirk se transforma en la percepción de William: su intención es que el joven pueda rehacer su vida como una forma de redención, de limpieza moral al hacer en otro lo que fue incapaz en muchos. No obstante, hay un problema de empatía.

         La cinta ocurre en los casinos, en los moteles u hoteles. Todo es oscuro, en medio de personas cuyas vidas se rigen por el gusto del azar, la ludopatía, la ambición que lleva a la nada y el vacío. Hay una secuencia donde Lalinda y William pasean por un espectáculo de luces en un parque. Es el momento en que parece que la trama tomará otro rumbo, pero es simplemente un respiro. El maestro Schrader, autor de “Trascendental Style in Film”, texto seminal en cuanto al estudio de la espiritualidad en el cine de Ozu, Dreyer y Bresson, de los cuales ha mantenido su admiración y aplicación en el cine que filma, alcanza niveles supremos en esta cinta que no tiene igual si se le compara con otros títulos del cine contemporáneo norteamericano. La cinta entretiene: no es una película de ritmo lento, sino que va construyendo su narrativa: el espectador se va enterando, indirectamente primero, luego con imágenes, finalmente con acción, de lo que desea compartir el maestro Schrader. Lo que debe aplaudirse es que no se regodea con las escenas de tortura y evita una secuencia directamente que vendría a traicionar su estilo.

         Oscar Isaac muestra su versatilidad en un año de mucha actividad y presencia en pantallas. Tiffany Hadisch, principalmente comediante, se encuentra con un personaje que resulta opuesto a los que interpreta. Tye Sheridan, el joven actor lanzado por Spielberg a la fama, sustituyó a Shia Laboeuf cuando éste no pudo participar y Nicolas Cage se lo recomendó al director. El trío de actores (Dafoe aparece incidentalmente) resulta formidable en este manifiesto sobre la crueldad humana y su posible redención, aunque sin que se justifiquen las acciones que la provocaron. Al final, como buen admirador de Bresson, unos dedos se unen contra un muro de vidrio que separa: eso nos pide Schrader, mantener una distancia y dar rienda suelta a la reflexión. 

El director Paul Schrader y su elenco en Venecia 2o21