viernes, 30 de abril de 2021

VERDAD SOBRE MENTIRAS

 

FAVOLACCE
Dirs. Damiano y Fabio D’Innocenzo.

         Un narrador comenta al inicio de la película que se ha encontrado el diario incompleto de una jovencita. Luego de aclarar que es una historia verdadera basada en una mentira, se entra de lleno a la vida en un suburbio al sur de Roma. Un vecindario de clase media alta donde conviven diversas familias. Una noche, varias parejas con sus hijos cenan en casa de Bruno (Elio Germano, excelente como detestable) y Dalila. El hombre hace que sus hijos Dennis y Alessia, lean en voz alta sus reportes de calificaciones con puras notas altas. En el verano, compra una alberca inflable que se torna en la atracción de todos los jovencitos que están siempre en ella. Una de las niñas, Viola, se infecta con piojos, por lo que sus padres le cortan el cabello y la culpan por haber estado en esa alberca. Uno de los compañeros de estos niños es Geremia, de clase baja, con padre que es mesero en una pizzería… Y así, se van sucediendo episodios que describen la vida cotidiana de estos personajes, entre otros. No obstante, hay toda una realidad oscura, oculta detrás de las amables apariencias.

         Segunda película escrita y dirigida por los hermanos D’Innocenzo, que se ganó el Oso de Plata al mejor guion en el Festival de Berlín 2020, y que resulta desagradable en cuanto a lo que está narrando y que resulta ser, paradójicamente, su mayor atractivo fascinante. La cinta nos habla del fracaso parental y de la insatisfacción filial. Las formas de actuar de los padres no corresponden con las expectativas de los hijos. Todos ellos obedientes, inteligentes, sometidos a la voluntad y dictados de las personas mayores. Alrededor está la complacencia o a violencia. Nunca hay un diálogo para propiciar la comprensión ni dilucidar las esperanzas de los niños, casi adolescentes, que se encuentran en los umbrales de la sexualidad, de la búsqueda de respuestas hacia su futuro y del sentido de la existencia. Ante la complacencia de todos por la alberca que se ha vuelto comunitaria, su dueño decide reventarla, aduciendo que fue un acto de vandalismo.

         Una de las niñas le muestra a Dennis el celular donde su padre ha guardado vídeos pornográficos y le propone que pierdan la virginidad. Geremia contrae sarampión, por lo que la madre de Viola le pide a su padre que le permita que ambos pasen una tarde juntos para que la jovencita pueda contagiarse y quitarse ese “pendiente” natural, ya que todos sus amigos ya lo han sufrido previamente. Luego está la presencia de un maestro que sirve como guía de alternativas destructivas y quien será el único que pueda proveer de salidas extremas a las situaciones insostenibles que viven sus alumnos. El horror que se deriva ni siquiera pone en aviso a los padres de que algo anda mal.

         Una cinta difícil gracias a las situaciones perversas de lo que, idealmente, sería una fábula con todo y moraleja. En este caso, como el título original lo indica, son “fabulillas”, mencionadas de manera despreciable (como un equivalente despectivo de “palabrotas” o “palabrejas”). Al nivel de un Todd Solondz (Bienvenidos a la casa de las muñecas, Happiness) en cuanto a la disección moral de la familia o un Michael Haneke (Funny Games) ante el envilecimiento y la fatalidad, no es una película para sensibilidades débiles. La cinta tiene una circularidad en su narrativa, cambiando personajes y circunstancias, pero siempre estableciendo una terrible frustración y desesperanza. Y sin embargo, seduce, atrapa, permite reflexionar…

Los hermanos D'Innocenzo



miércoles, 28 de abril de 2021

DECIR ES FÁCIL, HACER ES DIFÍCIL

 

LAS COSAS QUE DECIMOS, LAS COSAS QUE HACEMOS
(Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait)
2020. Dir. Emmanuel Mouret.

         Maxime (Niels Schneider) es traductor, aspirante a novelista. Ha llegado a la casa de su primo François (Vincent Macaigne) que está en el campo, donde vive con su pareja Daphné (Camélia Jordana) que está embarazada, para intentar escribir una novela. François se encuentra en París por cuestiones de trabajo y Daphné será su anfitriona. Mientras pasean por diversos lugares, ambos personajes se cuentan sus historias de amor, ya que es el interés temático de Maxime. Así, se irán conociendo las historias de cada uno: Maxime estuvo enamorado de Victoire, una mujer casada quien nunca lo tomó en serio y decidió ir tras su marido a Japón. Gracias a ella encontró a Sandra (Jenna Thiam), una vieja amiga, de la cual se enamoró, pero al presentarla a su amigo Gaspard (Guillaume Gouix), éste quedó prendado de ella. Por su lado, Daphné narra cómo estuvo enamorada de un documentalista que le había dado su oportunidad para iniciarse en la edición cinematográfica, pero éste no le correspondió. Conoció a François, quien estaba casado, con el cual inició un romance que culminó en divorcio y nuevo matrimonio.

 

         Esta larga descripción del argumento es un mero marco de referencia porque la cinta se va derivando en las historias de los personajes para mostrar las complejidades de las relaciones humanas, además de demostrar, como expresa el título, que somos seres contradictorios que en muchas ocasiones hacemos lo opuesto a lo que decimos, porque ¡es tan fácil hablar, pero difícil de cumplir en los hechos!. A lo largo de la película, sumamente interesante, narrada de manera magistral al moverse en diversos tiempos y personajes sin jamás dejar cabos sueltos ni dando lugar a confusiones, sabremos que existe una mimesis del deseo, donde el conocimiento de que alguien desea a una persona u objeto que ya no nos llama la atención, despierta nuevamente el deseo. En otro momento, un documental que ha editado Daphné, sobre un filósofo contemporáneo, servirá para que un personaje se dé cuenta de que la ira o los celos por alguien dan lugar a una generosidad impensada porque al dejar de lado esos sentimientos permiten que se evite la posesión injusta del otro: al final de cuentas un ser libre.

 Un cierto acento de Nueva Ola Francesa

         La cinta se desenvuelve con cierta circularidad, ya que el destino de los personajes propiciará acercamientos y distanciamientos para que exista todo un viaje sentimental en el tiempo y que finalmente prosperen las relaciones bien cimentadas. Hay secretos que se revelarán, otros que se callarán, porque son necesarios para la buena marcha de las relaciones amorosas. El autor completo Mouret, ya tiene una larga y distinguida carrera fílmica (su película previa, Srita J, puede verse en Netflix, basada en Diderot y que sucede en el siglo XVII). En esta cinta, el tono y la narrativa recuerdan a las películas de los años sesenta (Rivette, Truffaut, Rohmer, principalmente), en cuanto se centra en emociones y sentimientos, además de cuestionarse la moralidad y la ética de los actos. La banda sonora integra fragmentos musicales de Chopin, Mozart, Satie, Debussy y Puccini, entre muchos otros, que sirven para enfatizar el humor, el enojo, la melancolía. La cinta nos lleva de la mano por las fases de las relaciones amorosas con una magnífica calidez y un desenfado impresionante.

El realizador Emmanuel Mouret

domingo, 25 de abril de 2021

LA PANDEMIA DEL OLVIDO

 
LITTLE FISH
2020. Dir. Chad Hartigan.

         Emma (Olivia Cooke) y Jude (Jack O’Connell) se casan, pero entonces inicia una tragedia mundial: se desata una enfermedad llamada Aflicción Neuroinflamatoria que produce la pérdida de memoria entre las personas. Lo que inicialmente no se había catalogado como grave, fue intensificándose al grado de personas que corrían sin detenerse o simplemente abandonaban sus autos porque ya no sabían su rumbo o un piloto de avión que, de pronto, olvidó volar, provocando un desastre. Su relación con otra pareja, el músico Ben y su esposa Samantha, fue el principal indicador. Ben desconoce a su mujer y la golpea. Emma no puede viajar a Inglaterra para visitar a su madre quien está en el proceso de olvido. Un posible tratamiento surge y, cuando Emma empieza a notar pequeñas distracciones en Jude, le pide que se inscriba, aunque es rechazado por una situación inesperada. La joven teme que se repitan los hechos de su pareja amiga e intenta por todos los medios alguna solución. La acción sucede en un futuro próximo y es Emma la que está recordando los felices momentos del primer encuentro romántico, el matrimonio, la luna de miel. Ella se cuestiona la imposibilidad de construir un futuro cuando hay que estar reconstruyendo un pasado.

         La cinta fue filmada y terminada antes de la pandemia. Es impresionante cómo se visualizaron circunstancias que hemos experimentado con el Covid-19: los cubrebocas, el aislamiento con otros miembros de las familias, la esperanza de alguna cura y, sobre todo, las injusticias en la selección de candidatos para tratamientos posibles. Por otro lado, estamos ante una problemática que sucede sin necesidad de pandemias: la pérdida de la memoria por causas naturales (la demencia senil, el Alzheimer) donde las personas pierden todo el sentido de su existencia. Una vez que se borran los recuerdos, se ha extinguido lo que sustentaba la vida. Las relaciones con otras personas se deben a los recuerdos que las enlazan entre ellas: los momentos caseros, los compañeros de escuela, las experiencias laborales, el tejido social. En este caso, la aflicción se convierte en desastre universal. Poco a poco cundirá el olvido y, ahora, sí, el final de las historias de vida.

         La relación entre Emma y Jude se va modificando entre sus recuerdos: el afecto por su mascota, un juguete, el color del vestido que Emma utilizó en la boda, el momento en que se conocieron. La película se va desarrollando, paradójicamente, desde la memoria de Emma, porque el desenlace podrá ser negativo. El amor se va desvaneciendo por parte de su pareja, ella quiere aferrarse a sus experiencias. Todo el mundo está padeciendo esta amenaza: su dolor tiene que vivirlo solitaria porque cuando tu desgracia es igual a la desgracia de los demás, ¿cómo puedes quejarte, afligirte, consolarte? Tenemos una brillante descripción de la desolación humana, ante una cinta que resultó profética aunque no tan absoluta en sus consecuencias. Lo que hubiera parecido ciencia ficción en años pasados, ahora se torna en perfecta metáfora de nuestra vulnerabilidad: algo que ha quedado más que demostrado en estos tiempos severos.


El director Chad Hartigan





martes, 20 de abril de 2021

LA MERCANCÍA ARTÍSTICA

 

EL HOMBRE QUE VENDIÓ SU PIEL
(L’homme qui a vendu sa peau)
2020. Dir. Kaouther Ben Hania.

         Sam Ali (Yahya Mahayni) es un hombre sirio que, eufórico por el amor que tiene hacia su novia Abeer, expresa una frase con tonos revolucionarios, de manera inofensiva, fuera de contexto, pero que levanta sospechas, mientras ambos se transportan en un camión urbano. Es encarcelado, pero dejado libre por un familiar que trabaja en la delegación, por lo que decide escapar del país hacia Líbano. Su novia se casa con un delegado de la embajada siria en Bélgica y el sueño de Sam es poderla alcanzar. Un día lo contacta un artista contemporáneo, Jeffrey Godefroi, quien le propone que le permita crear un tatuaje sobre su espalda. A su favor, Sam obtendrá una visa especial que le permitirá viajar libremente por Europa. A cambio, será una obra de arte viviente que se exhibirá en museos, con la posibilidad de ser vendido bajo ese concepto… A partir de un hecho de la vida real, iniciado en 2008, donde el artista belga Wim Delvoye, contrató a un hombre para realizarle un tatuaje en la espalda y exhibirlo, la realizadora tunecina Ben Hania se inspiró para ofrecer un matiz político y de reflexión que abarca desde los derechos humanos, la trata de personas, y más que nada, cuestiona la validez del arte contemporáneo como ya lo hicieron en su momento las extraordinarias Velvet Buzzsaw (2019, Dan Gilroy) o The Square: la farsa del arte (2017, Ruben Östlund), a través del uso de lo sobrenatural y de la farsa, como elementos básicos para satirizarlo.

         Lo que mueve a Sam es el amor. Su relación con Abeer se torna imposible y, para sobrevivir, requiere reencontrarla. Al llegar el extraño ofrecimiento del artista, se da cuenta de que será su única salida. Hay mucho dinero y muchas ventajas para el desesperado hombre. No obstante, jamás toma conciencia inicial de que hay explotación detrás del proyecto artístico. Sam se convierte en objeto. Al cuestionarse a Godefroi sobre este aspecto, su respuesta es simple: las personas tienen obstáculos para trasladarse por el mundo, pero no así las mercancías. Sam se convierte en producto con valor. Por un lado, su estatus de refugiado en Líbano, inmigrante, limitado. Por otro, el absurdo mundo del arte contemporáneo donde se considera que los territorios de la creación son múltiples e infinitos, que deben ser explorados. Por tal motivo, el tatuaje sobre la espalda de Sam es una obra de arte que puede ser admirada en museos y adquirida por coleccionistas. Queda asegurado como obra de arte. Sufre las realidades de la piel (una espinilla que surge de repente) y las limitaciones como modelo que no puede acercarse a sus admiradores, entre otros sometimientos.

         La realidad se convierte en obra de ficción para cuestionar al mundo que habitamos. Se ponen en tela de juicio la falta de compasión humana, la frivolidad de los coleccionistas, el sentido mercantilista de los creadores artísticos, y más que nada, la problemática de la migración que lleva a sus víctimas a realizar actos inimaginables bajo otras circunstancias.  En la película aparece el artista que fue la inspiración de esta realizadora, autora total, como el asegurador de Sam, además de que se presentan otras obras suyas, dentro de los museos donde se exhibe al hombre-objeto. No es una cinta perfecta y cae en algunos momentos de autocomplacencia, pero su tesis es válida y su narración permite que se cuestionen elementos que en este mundo actual han tomado matices inesperados, absurdos…

La directora tunecina Kaouther Ben Hania, en Venecia 2020.



lunes, 19 de abril de 2021

CONCIENCIA POR AMOR

 

TENGO MIEDO TORERO
2020. Dir. Rodrigo Sepúlveda.

         Durante la dictadura de Pinochet, se desarrolla una historia de amor entre un avejentado travesti al cual se le conoce como “La loca del frente” (Alfredo Castro, excepcional) y un joven arquitecto mexicano, Carlos (Leonardo Ortizgris), involucrado en la guerrilla de resistencia. Una noche, cuando es intervenido el cabaret de travestis por la policía, donde uno de ellos es asesinado, la loca escapa, pero en cierto punto es detenida por Carlos, quien estaba entre los asistentes del antro, quien la abraza, como si fuera una pareja cualquiera. Acompaña a la loca hasta su caserón que se encuentra en un callejón de la ciudad, con todo el deterioro causado por un terremoto, y al día siguiente la busca. Le pide que le ayude guardando unas cajas de libros, aunque con el tiempo, se dará cuenta de que en realidad contienen armas. Luego, trae a varias personas para un “círculo de estudio”, y así se va creando una liga afectiva entre ambos personajes.

         Basada en un guion de Pedro Lemebel (1952 - 2015), realizado sobre su propia, única, novela de 2001, en esta coproducción entre Chile, Argentina y México, estamos ante otra visión de la dictadura pinochetista. Lemebel quiso traducir el sentir de los marginados, en las palabras de la loca: “no importa quién esté en el poder porque nosotras tampoco les importamos”. Ya sea dictadura o democracia, el desprecio ha sido constante, por eso no le interesa. El submundo de La loca está en el cabaret, en la prostitución afuera de un cine porno, pero en su realidad cotidiana se dedica a coser y bordar. Tiene una cliente rica, esposa de militar, que le pide trabajos finos. La relación con Carlos hará que empiece a tomar conciencia de la realidad del país: una marcha de protesta hace que sea humillada y hasta golpeada por un cabo. Su negativa a entregar un mantel que se utilizará para servir a militares hace que Carlos le indique que eso podría traer consecuencias funestas: no puede mezclar los caprichos ni los exabruptos femeninos con las estrategias políticas y de protesta. La loca apenas está comprendiendo lo que sucede en su país.

         La acción de la novela sucede en 1986 cuando fue el atentado contra Pinochet, hecho respetado en la película, y que será la finalidad de Carlos, miembro de un frente revolucionario. La ciudad de Santiago se sugiere, no se muestra en detalle, sino a través de militares en la calle o en las carreteras revisando identificaciones de viajeros, casas deterioradas, barrios empobrecidos, en contraste con las enormes residencias de los militares o las personas acaudaladas. La música es ecléctica, fuera de tiempo, inserta en esos tiempos cuando aún no existía (“La pollera colorá” con Yuri y Charlie Zaa, “Invítame a pecar” de Paquita, la del barrio o la versión de los años noventa de “La llorona” por Chavela Vargas). El título de la cinta, eso sí, proviene de “Tengo miedo torero”, canción de los años sesenta que fuera éxito de Lola Flores.  

         Y la cinta pertenece al genial Alfredo Castro. Uno de los grandes actores chilenos que se dio a conocer internacionalmente en Tony Manero (Larraín, 2008) hasta llegar a Desde allá o El club y recientemente con El príncipe, donde era el macho homosexual que dominaba a jóvenes prisioneros, para ahora irse al otro extremo y ser el travesti enamorado, apasionado, que adquiere una razón para vivir gracias al amor por un guerrillero: su actuación es discreta, extravagante, exacta en tono e intención, sin caer jamás en la caricatura o la exageración. La química con Ortizgris, (otro de los mejores actores nacionales que se ha visto en muchas obras de teatro antes de entrar al cine, como en las detestables Güeros y Museo, o en la incomprendida, excelente y poco difundida El club de los insomnes), es excepcional. Ambos crean un ambiente de amistad y solidaridad que no llega al extremo carnal (en el sopor alcohólico, una felación que pudo o no haber ocurrido). La relación que inicia como un interés particular de lucha se convierte en la unión de dos soledades incomprendidas (el luchador que busca justicia y libertad, siempre escapando; el travesti cuya autoestima ha sido ínfima, siempre humillándose) que construyen esperanza.

El realizador chileno Rodrigo Sepúlveda



 

        

domingo, 18 de abril de 2021

POR EL BIEN DE LA HUMANIDAD

 

IRONBARK
(The Courier / El mensajero)
2020. Dir. Dominic Cooke.

         En una reunión del premier soviético Khruschev, se lanzan diatribas contra los Estados Unidos. Se habla del poder nuclear que permitiría respuesta inmediata en caso de algún ataque por parte de los norteamericanos. Es 1960 y la tensión entre ambos países es álgida. El general Oleg Penkovsky (Merab Ninidze), temeroso de que los resultados sean fatídicos para la humanidad, envía un mensaje a su contacto norteamericano Emily (Rachel Brosnahan) la cual, a su vez, busca a su contraparte británica del MI-6 británico. Ambos deciden reclutar a Greville Gwynne (Benedict Cumberbatch), vendedor, comerciante, quien ha hecho negocios con otros países detrás de la cortina de hierro, para que aliste una reunión con los soviéticos. No se le informa de nada porque sería mejor en caso de que hubiera algún problema: simplemente mensajes que deberá entregar a una persona que traerá un pisacorbatas igual a uno que le entregan. Se le solicita gran discreción y, de esta manera, comienza una cadena de espionaje que se alargará por casi dos años. Greville conocerá a Oleg, un general preocupado por el mundo y su familia.

         Basada en hechos reales, la cinta recrea uno de los tiempos más difíciles para la política internacional. La presencia de un impulsivo y prepotente gobernante como Khruschev era una amenaza para el mundo. A pesar de que en ese momento el poderío nuclear era mayor en los Estados Unidos, la Unión Soviética no presentaba escrúpulo alguno en provocar una hecatombe cuyos efectos serían el fin del planeta. Algo que hemos visto en muchas cintas de ciencia ficción era posible realidad en esos inicios de década: el temor cotidiano de la necesidad de construir refugios particulares en los hogares dio lugar a una paranoia general. El episodio que se presenta en esta película tuvo que ver con el establecimiento de bases nucleares en Cuba y su descubrimiento se debió precisamente al intercambio entre Greville y Penkovsky: dos personas que pudieron hacer un bien por la humanidad.

         La cinta nos habla de esos tiempos y de los procesos de espionaje que debían realizarse ante la falta de tecnología que ahora se han simplificado: para los espectadores jóvenes será una gran curiosidad ver las cámaras pequeñas que servían para la elaboración de microfilmes o la presencia de aparatos primitivos de radio para escuchar transmisiones internacionales. Sin embargo, lo más importante, es la parte humana de la cinta. Greville está consciente del peligro, aunque jamás de lo que implica su misión (ni siquiera sabe el código con el cual se nombra a su contacto: Ironbark). La relación con Penkovsky va creando un lazo de amistad que les lleva a platicar sobre sus familias (de hecho, Greville alcanza a conocer a la esposa e hija del general) y a compartir los sueños para una mejor vida futura. De hecho, estos actos, sin que sea de su conocimiento, están propiciando que haya un porvenir para la humanidad.

 El excelente actor Merab Ninidze

         Las actuaciones precisas y contenidas de ambos actores: el británico Cumberbatch ya ha demostrado su parsimonia inglesa que requiere el personaje. El georgiano Ninidze refleja la seguridad y el temor oculto de ese general que se sabía traidor a su patria para beneficio de la humanidad. La cinta recupera esa época mostrando, como siempre, el contraste entre las restricciones de las naciones socialistas (la frialdad de sus edificios equiparable a sus autoridades, las estrecheces de vida cotidiana, la espectacularidad de sus manifestaciones artísticas) contra las libertades del exterior (los twists de Chubby Checker, las facilidades urbanas, los problemas sentimentales). Tenemos otra comprobación del amable destino que nos tocó vivir o ¿imaginan qué sería de este planeta si se hubieran lanzado los misiles nucleares? Dos personas contribuyeron a que disfrutemos del internet y compartamos tonterías, sobre todo, por las redes sociales.

El director Dominic Cooke dando indicaciones a su actor




EL CINE Y SUS RESPUESTAS

 
RIFKIN'S FESTIVAL
2020. Dir. Woody Allen.

         Otra gran obra de madurez. Uno de los más grandes directores del cine norteamericano nos ofrece ahora su tributo personal hacia el cine como marco de su eterna obsesión por las relaciones de pareja, pero establece, sobre todo, que es la mejor manera para encontrarle sentido a las grandes preguntas de la vida. Mort Rifkin (Wallace Shawn) es escritor y fue maestro de cine. Platica con su analista y le cuenta lo que sucedió en su última visita al Festival de San Sebastián al cual acompañó a su esposa Sue (Gina Gershon), publirrelacionista del realizador Phillipe (Louis Garrel) quien se ha convertido en la sensación del momento. Mort no disfruta los festivales porque “ya no son como antes”. Empieza a darse cuenta de que hay algo más en la relación entre Sue y Philippe, con el cual no ha podido llevarse bien ya que lo siente pretencioso y que su cine se confunde como “artístico”. Tiene sueños que se relacionan con los grandes clásicos de antaño, donde reproduce sus propios momentos personales y de pareja: El ciudadano Kane, Ocho y medio, Jules et Jim, Sin aliento, Fresas salvajes, El ángel exterminador, Persona, Un hombre y una mujer, además de somatizar sus angustias que lo lleva a consultar a una doctora, Joanna (Elena Anaya), de la cual queda prendado porque representa todo aquello que pudo haber vivido.

         Homenaje al cine y al Festival de San Sebastián, mostrando la belleza de la ciudad, aunque critique la frivolidad y estulticia de los medios de comunicación, además de las actitudes y anhelos de los actuales creadores cinematográficos: un hombre le comenta a una rubia despampanante que está perfecta para interpretar a ¡Hanna Arendt! en su próxima cinta sobre el juicio a Eichmann. Otra persona expresa que se proyectará la versión del director de una cinta de “Los tres chiflados”. Las preguntas de los reporteros en las ruedas de prensa se reproducen como son en la vida real: idioteces superficiales que solamente muestran la ignorancia de los reporteros, nunca verdaderos profesionales del periodismo.

         Suma de homenajes a sus realizadores preferidos: el cine ya no es como antes, se queja Mort, quien dice que sus clases eran decepcionantes, aunque siempre había unos cuantos estudiantes verdaderamente interesados en la esencia y naturaleza del cine. Los sueños que reproduce son deliciosos y de ahí que Rifkin elabore su propio festival. Al estilo de Welles, un niño judío cuyo trineo lleva el nombre de “Rose Budnick”, una suicida. Al estilo de Bergman, su esposa y su doctora reproducen comentarios sobre fidelidad y pareja ¡en sueco!, con los encuadres de Persona, las reuniones familiares de Fresas salvajes o el retorno a la Muerte y el ajedrez en El séptimo sello. Buñuel es recordado por el fetichismo hacia los pies femeninos. Woody Allen establece las diferencias entre lo que era la cinefilia apasionada y las obras fílmicas siempre personales y retadoras, contra el mercantilismo, la abundancia de propuestas y lo efímero del presente. ¿Por qué ahora se olvida tan rápidamente al estreno que es sustituido por otro y por otro y por otro, en cadena sucesiva y progresión infinita? ¿Dónde quedan los recuerdos memorables de las cintas de un festival cuando no hay tiempo para afianzarlos? ¿Dónde están los espacios de reflexión que permitan que el cine sea un punto de referencia personal y eje sobre el cual se mueva la historia?

         Y el personaje de Mort es un hombre mayor, casado con una mujer menor en edad, que ofrece las variables de la autoficción. Woody Allen siempre ha sido autor completo que desahoga en sus imágenes todo aquello que le afecta, le acontece, le produce reacciones debidas al pasado y a la experiencia. No deja de utilizar a sus creaciones fílmicas como una manera de asentar su presente. Sí, el cine ya no es como antes, y los nuevos creadores creen que pueden revolucionar al medio, sin darse cuenta de que sus narraciones son simples variaciones de tantas ya plasmadas en la pantalla, y que la soberbia, como pasa con el realizador Philippe, les torna en payasos caricaturescos por su ignorancia. Ahora, todo aquello que conmueve y produce dinero es confundido como “arte”. Todo lo que deslumbra al cinéfilo inexperto es prueba de sus faltantes. Para verdaderamente amar al cine hay que haber visto cine, mucho cine, porque además del placer que causa, nos define, nos ofrece nuestras claves personales, nos permite descubrirnos, nos asegura que la vida tiene un sentido y, siempre, nos ofrece las respuestas a las grandes preguntas.

El maestro Woody Allen dirigiendo a Wallace Shawn y Elena Anaya


sábado, 17 de abril de 2021

AMABILIDAD SOLIDARIA

 

UN INVIERNO EN NUEVA YORK
(The Kindness of Strangers)
2019. Dir. Lone Scherfig.

         Clara (Zoe Kazan, extraordinariamente conmovedora) se levanta muy temprano del lecho que comparte con su marido Richard (Esben Smed), despierta a sus dos hijos pequeños Anthony y Jude, pidiendo que no hagan ruido y los tres se dirigen en auto hacia Manhattan. Marc (Tahar Rahim) asiste junto con su amigo, el abogado John Peter, a un grupo de apoyo en una iglesia, que dirige Alice (Andrea Riseborough), quien a su vez trabaja como enfermera: Marc acaba de salir de prisión, acusado de un delito que no cometió y, por suerte, encuentra trabajo en el restaurante del solitario Timofey (Bill Nighy). El joven Jeff (Caleb Landry Jones) es despedido de una tienda de colchones porque no ha realizado ninguna venta. Todos estos personajes, extraños entre ellos mismos, tendrán un punto de acercamiento y mostrarán la compasión, la soledad, el infortunio que, usualmente, poseen los seres humanos.

         Clara escapa de la violencia doméstica. Ya no solamente es ella: ahora las víctimas de la brutalidad de su marido son sus hijos. Su actitud es positiva: a los niños les comenta que están de vacaciones, a pesar de que no tienen dinero, duermen en el auto, visitan las bibliotecas públicas, roban comida cuando se puede, llegan a los refugios caritativos. No obstante, todo tiene un límite y comienzan los obstáculos.

         Marc ha trabajado en prisión como encargado del comedor. De esta manera ha adquirido ciertas habilidades que le permiten apoyar al solitario y sumiso Timofey en el cuidado y mejora de su restaurante que se especializa en platillos rusos y atiende, en su mayoría, a personas de dicha nacionalidad. Timofey le permite que viva en un piso superior del establecimiento.

         Jeff es una persona sin habilidades aparentes. El despido inicial que muestra la película viene a ser el inicio de otros fracasos. La falta de dinero produce el lanzamiento de su departamento por lo que queda literalmente en la calle. No le queda más que sufrir frío hasta que es llevado a un hospital al sufrir hipotermia. Ahí es donde conoce a Alice, quien viene a ser el símbolo de generosidad, de la amabilidad que se menciona en el título original: kindness of strangers. Ella vendrá a ser el eje que unirá a todos los personajes: como enfermera recibirá a Jeff al cual empleará en la iglesia como conserje. Como líder del grupo de ayuda, conocerá a Marc y a John Peter. Clara, buscando refugio contra el frío, entrará a la iglesia y Alice les dará asilo.

La versátil Zoe Kazan (nieta del polémico director Elia Kazan, ya ícono representativo de su tiempo) ofrece otra de sus grandes interpretaciones. Una personalidad singular.

         La acción inicia, y continua por la mayor parte de la cinta, en el crudo invierno neoyorquino. El tiempo prácticamente no se siente pasar, aunque sigue su marcha. La realizadora Scherfig crea un microcosmos, aísla un área determinada de interacción. Su voluntad como guionista imagina este destino ficticio de sus personajes como reflejo de problemas que son comunes en muchos seres humanos (La violencia familiar, la soledad, la falta de trabajo, son los temas que están presentes sin que se abunde en ellos directamente) y se interesa en mostrar las posibilidades de salvación gracias el entendimiento y a la generosidad. Lo que vemos en esta película es una visión ideal de lo que significa la ayuda, el soporte, el apoyo que se requeriría estar ofreciéndose, todo el tiempo, de manera desinteresada, para sobrevivir como habitantes de este planeta. Esta será la objeción que manifestará el espectador pragmático para aceptarla. Scherfig nos ha ofrecido siempre un cine donde las personas buscan y encuentran el apoyo de otros para crecer y mejorar (Enseñanza de vida, Italiano para principiantes, Dos hermanos). Es importante, de vez en cuando, hablar de solidaridad, porque es un término que se olvida.

La directora danesa Lone Scherfig



miércoles, 14 de abril de 2021

MUJER MULTIDIMENSIONAL

MADAME CURIE
(Radioactive)
2019. Dir. Marjane Satrapi.

         En otro acercamiento hacia mujeres notables, la realizadora iraní Satrapi (cuya cinta más popular en México fue Persépolis) se basó en una novela gráfica, también creada por una mujer, para darnos una biografía más terrenal, menos solemne, de una científica que debió saltar los obstáculos impuestos a su condición femenina, para destacar en el ámbito científico. La interpretación de la versátil Rosamund Pike (excelente en la grandiosa Perdida, sobresaliente en la insoportable y cínica Descuida, yo te cuido) todavía eleva al personaje para mostrarla como una mujer sensible y débil (su miedo hacia los hospitales por el recuerdo trágico de su madre) o plena de erotismo (su carnalidad marital o su entrega amorosa al amante) u obsesionada por la ciencia (los descubrimientos que le otorgaron el Nobel en dos ocasiones).

         Encontramos a Maria Sklodowska, de origen polaco, pidiendo subvenciones a la academia científica para seguir adelante con sus experimentos sobre los materiales radioactivos. Ante las negativas, recibe el apoyo del colega Pierre Curie (Sam Riley), al cual primero atiende con reservas y cuidado, antes de aceptar su colaboración. Así se irá desarrollando una historia que pulula entre el amor y la ciencia. La devastación emocional al ser considerada primero como “la mujer de Curie”, aunque aceptándolo finalmente como algo inevitable, social, común para los tiempos. Su empeño hará que el reconocimiento llegue.

         La estructura narrativa que toma la cinta propone diversificaciones en el camino: según vayan ocurriendo los descubrimientos de sus experimentos y resultados, así como de las potencialidades de los mismos, la cinta cambia de rumbo y se va hacia el futuro: las primeras aplicaciones de radiación como cura del cáncer (sobre todo en niños), la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial, las pruebas nucleares en el desierto de Nevada, la tragedia de Chernóbyl: un equilibrio entre los bienes y los males de estos legados científicos cuando caen en las manos (y mentes) correctas o equivocadas.

         Satrapi lanza una propuesta feminista: el personaje se convierte en punta de lanza científica, en objeto de escarnio y repudio al revelarse como adúltera, en sujeto de pasiones sexuales, en innovadora para el cuidado médico durante los tiempos de guerra, con antecedentes como hija amorosa, luego huérfana; esposa atenta y fiel; madre comprensiva y aleccionadora. Madame Curie deviene otra persona en esta biografía fílmica. Mujer con temores y deseos, mostrando soberbia y humildad: en una palabra, multidimensional.

Marjane Satrapi dirigiendo su película



 

         

lunes, 12 de abril de 2021

FUERZA DESASTRE

 

FUERZA TRUENO
(Thunder Force)
2021. Dir. Ben Falcone.

         FUERZA TRUENO (2021. Dir. Ben Falcone) es un desperdicio de talentos. Melissa McCarthy y Octavia Spencer interpretan a un par de amigas, desde la infancia, quienes luego de separarse por un malentendido, ya mayores se reúnen para conformarse como el par de superheroínas que dan título a la película. Melissa, regordeta, trabaja como estibadora, mientras que Octavia resulta ser una científica multimillonaria, en busca de la fórmula para acabar contra los Malhechores (traducción que se le dio a Miscreant), criaturas sociópatas, mutadas genéticamente por una lluvia de rayos cósmicos en 1983, que mataron a sus padres. Por andar de curiosa, Melissa recibe un tratamiento que le dará fuerza increíble. Octavia, por su parte, otro que le dará invisibilidad. Así podrán enfrentar a sus enemigos.

         El mayor fracaso de la película reside en lo endeble de su propuesta: la salida fácil para resaltar el carisma de la McCarthy por medio de situaciones ligeras, nada complejas, que se asemejan a cualquier comedieta televisiva (a la altura de la barra “cómica” de Televisa), aparte de no encontrarle el tono a su contraparte Spencer, cuyo personaje usualmente está en la seriedad absoluta: ambas, gracias a los efectos especiales, realizan sus actos ya vistos muchas veces, mejor diseñados en cintas más sólidas. De hecho, no se explota la famosa "invisibilidad". Los personajes “Malhechores” son solamente tres: “El rey” que desea ser alcalde de Chicago y posee una fuerza comparable a la de McCarthy, “Laser” cuyo poder es crear energía que lanza como bolas destructivas y “El cangrejo” quien sin poderes extremos, posee pinzas en lugar de manos (y es el personaje más agraciado porque es interpretado por el simpático Jason Bateman). Ante la indolencia de Laser está la confusión y descuido de Rey: El cangrejo tiene una relación romántica con McCarthy (que no puede consumarse ya que aquel expresa que sus genitales fueron deshechos en un altercado, aunque todo queda en el aire, pero da lugar a una secuencia gratuita de ambos bailando, con McCarthy volando por los aires).

         Ben Falcone, guionista, director, además de esposo de Melissa McCarthy, utiliza elementos de cultura popular (canciones de finales de los ochenta), para crear  chistes verbales que resultan poco interesantes por su falta de vigencia. A su mujer la pone en situaciones que ya se han repetido en otras de sus películas: momentos de enojo que la llevan a situaciones extremas (arroja un autobús por los aires), la imagen de “perdedora” que logra sobresalir a su condición, pero más que nada, la falta de ingenio para darle mayor peso a la trama que desea urdir: se siente la consecución de fórmulas ya gastadas con tal de conseguir una que otra carcajada y explotar el carisma que posee la McCarthy: cuando es dirigida por realizadores con mayor talento. Aquí se extraña a un Paul Feig (Damas en guerra, Spy: una espía despistada) o a los sketches de Saturday Night Live, cuando McCarthy interviene. Hasta sus roles dramáticos se extrañan porque es una mujer talentosa. Lo mismo pasa con Octavia Spencer, tan versátil en otras películas. Aquí todo grita ¡desastre!

Ben Falcone dando indicaciones a Jason Bateman