IT’S A SIN
2021. Dir. Peter Hoar.
En septiembre de 1981, Richie deja su casa en la Isla de Wight para ir a estudiar derecho a Londres. En realidad, es una manera para escapar del ambiente represivo de su pueblo para dar rienda suelta a su homosexualidad. Así conoce a Jill, compañera en la universidad, por la cual decide cambiarse a la carrera de actuación. Conoce a otros amigos, el nigeriano Roscoe, al discreto Colin y al indio Ash. Todos deciden mudarse para vivir juntos en un piso y viven la fiesta, la promiscuidad, siempre ocultando la verdad a sus familias. De pronto, empieza el rumor de que ha surgido una enfermedad, una especie de cáncer que ocurre principalmente entre hombres homosexuales. Al principio no hay toma de conciencia de la gravedad del asunto ni de la posibilidad de contagio. Luego, empieza lo que será la peste de los años ochenta. La serie mostrará los diversos aspectos de las vidas de estos personajes a lo largo de diez años.
Estamos en el Reino Unido de Margaret Thatcher que sería prejuicioso, perseguidor y ejecutor de la comunidad homosexual, pero más que nada, sin considerar la protección, la ayuda, la investigación y cuidado de quienes adquirieran el SIDA. Así, un enfermo podría estar aislado en un ala de hospital sin que pudiera recibir visitas y permanecer prácticamente preso, mientras llegaba la muerte, ya que era el único camino seguro para quienes se infectaran. Se habían creado leyes que atentaban contra los derechos de las personas y las víctimas eran consideradas basuras humanas: en las entrevistas de trabajo se preguntaba si se había tenido sexo con animales o se revisaban las bibliotecas escolares para destruir cualquier libro que tuviera alguna mínima sugerencia de homosexualidad: la completa discriminación y falta de entendimiento y compasión. La serie va mostrando una variedad de los estragos causados por la enfermedad en algunos de los personajes.
La serie fue creada por Russell T. Davies, a quien le debemos Queer as Folk en su versión británica que luego daría paso a la extendida e increíblemente gráfica y descriptiva relectura norteamericana. Un escritor y productor inteligente que en medio de la pandemia actual, se pone a reflexionar de aquella iniciada hace cuarenta años (por fortuna, controlada con el correr de los años) para crear conciencia de que la ignorancia o la indolencia son elementos comunes entre la población (“eso no existe, no es cierto” o “no soy tan estúpido para contagiarme”) y las múltiples defunciones son las únicas maneras de convencimiento. Por otro lado, más interesante, es que se habla de la vergüenza propiciada por una sociedad represiva y conservadora: el joven homosexual vive su inclinación de manera oculta y luego se siente culpable, cuando en realidad son los otros, los que miran por encima del hombro.
Nada
complaciente y bastante dura en la recreación de lo que sucedía en aquellos tiempos,
la serie es, además, conmovedora. Uno siente la solidaridad de una comunidad,
pero también está presente el orgullo. Un personaje habla de la diversión, de
cómo conoció a cientos de jóvenes hermosos y de las experiencias que vivió. Al
final de cuentas quedan los recuerdos y las satisfacciones, las amistades y los
amantes. El elenco está conformado por actores noveles en los roles de los
amigos que están descubriendo el significado de sus vidas, aparte de nombres ya
consolidados en otros roles. Son solamente cinco capítulos que van mostrando el
paso de un par o trío de años entre cada uno de ellos.