LA VIEJA GUARDIA
(The Old Guard)
2020. Dir. Gina Prince-Bythewood.
Cada uno de nosotros es, de algún modo,
todos los hombres que han muerto antes.
Jorge Luis Borges
Nile (Kiki
Layne) es una combatiente en Afganistán que muere cuando un prisionero la
degüella. Sin embargo, revive. Se torna en ser incómodo para sus compañeras del
ejército, pero es secuestrada por Andy (Charlize Theron, imponente, de excelencia como siempre) quien forma parte de
un cuarteto de legendarios inmortales, mercenarios que trabajan para arreglar
los males del mundo, para unirla con su equipo. Al principio no acepta su
realidad pero paulatinamente irá comprendiendo cuál es su nueva misión en el
mundo. Así, de una manera simple (y lateral), se establece la base argumental
de una gran producción de Netflix basada en una popular novela gráfica. El tema
central es la inmortalidad. Ninguno de los cuatro personajes previos pueden
explicar su condición. Lo único es que la jefa, Andy (o Andrómaca) es la
legendaria, la más antigua. Luego le siguen Joe (Marwan Kenzari) y Nicky (Luca
Marinelli), pareja gay que está unida desde el tiempo de las Cruzadas, Y aparte
Booker (Matthias Schoenaerts) quien peleó en el ejército con Napoleón. Y es
esta inexplicable característica la que les lleva a ser capturados por el
ambicioso científico Merrick (Harry Melling) para estudiar sus códigos
genéticos: claro que más allá de la ciencia está el interés económico.
Joe, Nicky, Andy, Booker y Nile
En esta cinta
príncipe (porque se nota la intención de crear un universo de otro tipo de
héroe donde habrá secuelas y derivaciones), quedan establecidas todas las
variables y los antecedentes de personajes. Andy nunca ha entendido su misión
en el mundo pero el desarrollo de la cinta hará que se vaya esclareciendo el
horizonte (que bien puede resolverse con el epígrafe de Borges que se comparte
al inicio de este escrito). Al final de cuentas todos ellos son seres humanos
con sus debilidades y fortalezas. Una de las grandes cualidades del coherente
guion (dentro de sus coordenadas fantásticas, obviamente) estriba en que
confronta al deber ser (los ideales y la lucha por cambiar al mundo) con las
crueles realidades (por más esfuerzos que se hagan, siempre surgirá algún conflicto,
algún mal), además de brindar esperanza. El discurso del peso de la
inmortalidad queda perfectamente delineado: Andy encontró a otra mujer que se
tornó en amante pareja hasta que ocurrió un cruel desenlace y la separación.
Booker habla de cómo debe el inmortal alejarse de los seres queridos quienes, irremediablemente,
desaparecerán, pero en contrapeso, está una verdad innegable: todo deberá
terminar algún día.
El gran amor entre Joe y Nicky
La realizadora
Prince-Bythewood nos ofrece su cuarto largometraje luego de cintas intimistas
(la más popular que se estrenó por nuestras salas fue Sabor a miel en
2009 donde una niña encontraba respuestas a su vida gracias a un grupo de
mujeres independientes) e insiste en presentar al personaje femenino fuerte y
autosuficiente. Y como toda producción norteamericana reciente tiene elenco
diverso, como lo son sus personajes de razas distintas. Es admirable que se
incluya a una pareja gay que abiertamente defienda su relación (la descripción
de Joe sobre Nicky a sus captores machistas y burlones, es romántica y valiente declaración de amor),
lo mismo que sugerir la relación lésbica entre Andy y su anterior amor. Son
estas acciones naturales las que permiten ir aboliendo poco a poco el
tremendismo y el prejuicio.
Kiki Layne, Gina Prince-Bythewood
y Charlize Theron
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