viernes, 10 de julio de 2020

EL PESO DE LA INMORTALIDAD


LA VIEJA GUARDIA
(The Old Guard)
2020. Dir. Gina Prince-Bythewood.

         Cada uno de nosotros es, de algún modo,
todos los hombres que han muerto antes.
Jorge Luis Borges
         Nile (Kiki Layne) es una combatiente en Afganistán que muere cuando un prisionero la degüella. Sin embargo, revive. Se torna en ser incómodo para sus compañeras del ejército, pero es secuestrada por Andy (Charlize Theron, imponente, de excelencia como siempre) quien forma parte de un cuarteto de legendarios inmortales, mercenarios que trabajan para arreglar los males del mundo, para unirla con su equipo. Al principio no acepta su realidad pero paulatinamente irá comprendiendo cuál es su nueva misión en el mundo. Así, de una manera simple (y lateral), se establece la base argumental de una gran producción de Netflix basada en una popular novela gráfica. El tema central es la inmortalidad. Ninguno de los cuatro personajes previos pueden explicar su condición. Lo único es que la jefa, Andy (o Andrómaca) es la legendaria, la más antigua. Luego le siguen Joe (Marwan Kenzari) y Nicky (Luca Marinelli), pareja gay que está unida desde el tiempo de las Cruzadas, Y aparte Booker (Matthias Schoenaerts) quien peleó en el ejército con Napoleón. Y es esta inexplicable característica la que les lleva a ser capturados por el ambicioso científico Merrick (Harry Melling) para estudiar sus códigos genéticos: claro que más allá de la ciencia está el interés económico.
Joe, Nicky, Andy, Booker y Nile
         En esta cinta príncipe (porque se nota la intención de crear un universo de otro tipo de héroe donde habrá secuelas y derivaciones), quedan establecidas todas las variables y los antecedentes de personajes. Andy nunca ha entendido su misión en el mundo pero el desarrollo de la cinta hará que se vaya esclareciendo el horizonte (que bien puede resolverse con el epígrafe de Borges que se comparte al inicio de este escrito). Al final de cuentas todos ellos son seres humanos con sus debilidades y fortalezas. Una de las grandes cualidades del coherente guion (dentro de sus coordenadas fantásticas, obviamente) estriba en que confronta al deber ser (los ideales y la lucha por cambiar al mundo) con las crueles realidades (por más esfuerzos que se hagan, siempre surgirá algún conflicto, algún mal), además de brindar esperanza. El discurso del peso de la inmortalidad queda perfectamente delineado: Andy encontró a otra mujer que se tornó en amante pareja hasta que ocurrió un cruel desenlace y la separación. Booker habla de cómo debe el inmortal alejarse de los seres queridos quienes, irremediablemente, desaparecerán, pero en contrapeso, está una verdad innegable: todo deberá terminar algún día.
El gran amor entre Joe y Nicky
         La realizadora Prince-Bythewood nos ofrece su cuarto largometraje luego de cintas intimistas (la más popular que se estrenó por nuestras salas fue Sabor a miel en 2009 donde una niña encontraba respuestas a su vida gracias a un grupo de mujeres independientes) e insiste en presentar al personaje femenino fuerte y autosuficiente. Y como toda producción norteamericana reciente tiene elenco diverso, como lo son sus personajes de razas distintas. Es admirable que se incluya a una pareja gay que abiertamente defienda su relación (la descripción de Joe sobre Nicky a sus captores machistas y burlones, es romántica y valiente declaración de amor), lo mismo que sugerir la relación lésbica entre Andy y su anterior amor. Son estas acciones naturales las que permiten ir aboliendo poco a poco el tremendismo y el prejuicio.
Kiki Layne, Gina Prince-Bythewood 
y Charlize Theron






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