PRIMOS
2019.
Dirs. Mauro Carvalho y Thiago Cazado.
En algún pueblo de Brasil, Lucas (Paulo Sosa) vive tranquilo en
casa de su tía Lourdes (Juliana Zancanaro), mujer religiosa que organiza veladas
de oración. Lucas cuida del jardín y da clases de teclado. Antes de irse a un
retiro espiritual, Lourdes le comenta a Lucas que al día siguiente llegará el
hijo de un primo lejano suyo, Mario (Thiago Cazado), quien acaba de salir de la
cárcel y como no lo quieren recibir en su casa, le dará alojamiento por algunos
días. Tal como lo ha anunciado, llega Mario a la vida de Lucas para contrastar
en carácter y actitud, aparte de cambiársela definitivamente.
Lucas (Paulo Sosa)
Mario (Thiago Cazado)
Desde el inicio se nota que Lucas no es
un jovencito usual. No acepta los avances eróticos de una muchacha quien le
pide que sea su maestra. Además de seguir una conducta bastante correcta, puede
encargarse sin problema de los requerimientos del hogar. Las amigas de su tía
comentan que siempre ha sido solitario y que lo ideal sería la aparición de una
novia en su vida. Al enterarse de la llegada de este primo lejano, se asusta inicialmente
al tener que quedarse solo con él, sobre todo luego de haber estado en la
cárcel. No obstante, desde el primer momento, Mario demuestra ser cálido y
dispuesto a ayudar, aunque desenvuelto y desinhibido: abraza fuertemente a
Lucas por todo el tiempo que no han pasado juntos como primos; se despoja de la
ropa libremente, ante el sonrojo de Lucas, cuando quiere tomar una ducha o fuma
mariguana con soltura.
En los días que pasarán juntos, sin la
presencia de la tía, Mario y Lucas irán abriéndose paulatinamente a la
sexualidad y al deseo. Lucas confesará que en el fondo lo que más le gusta es
la música de heavy metal y Mario le besará suavemente como un adelanto
de lo que siente. Lucas caerá en la seducción como una forma de aceptación de
su verdadera naturaleza. Los dos adolescentes descubrirán su historia de
primeros amores, sin culpa ni tribulaciones. No obstante, tendrán que ocultarse
al considerar las creencias de la tía, aunque retando a sus impulsos en
público.
La película es una comedia que trata a
la homosexualidad de manera casual y los conflictos son mínimos. Se nota que el
objetivo era presentar una cinta amable, sin histerismo ni tragedia, pero con
gran ligereza. De hecho, la duración de 75 minutos es otra cualidad. Llega un
momento en que todo se ha resuelto de la manera más benigna por lo que uno se
pregunta cuál será la continuación de la trama (y sin embargo sigue, y sucede, sin decepcionar, con la
idea de incluir un momento de verdad). Es una película para agradar: la pareja
de actores principales (uno de ellos, quien interpreta a Mario, es el
codirector) es carismática y agradable. Las escenas de desnudos o de entregas
apasionadas se resuelven sin tremendismo, con gran carga de ternura.
Si acaso esa ligereza le imparte una
visión superficial e ilusionada a la adolescencia que no se atreve usualmente a
mostrarse tal cual es realmente al mundo (y como la vemos en general en muchas
películas con bullying y burla incluidos), pero la cinta puede tomarse como
otro paso en la aceptación general de la diversidad sexual que no debe ser
motivo de morbo ni de desesperanza. Uno se divierte con esta pareja de
muchachos bellos (porque la juventud tiene ese atributo inherente) y simpáticos
(sus actitudes son deliciosas y libres) que disfrutan de sus cuerpos y de sus
sentimientos románticos.
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