TOMMASO
2019.
Dir. Abel Ferrara.
Tommaso (Willem Dafoe) es director de
cine. Vive en Roma con su esposa, más joven que él, Nikki (Cristina Chirac) y
su hija de tres años Dee Dee. A lo largo de la película se mostrará su
asistencia a las juntas de Alcohólicos Anónimos (ya tiene años de abstinencia,
pero no deja de participar), sus lecciones de técnicas para actores noveles o
las clases de italiano que él toma con una maestra particular. Las
desavenencias con la esposa, las mínimas infidelidades, las pláticas con los
taxistas que lo trasladan a su casa, sus problemas con el guion que está
preparando, además de sus fantasías, sus miedos, sus anhelos.
Con muchos elementos autobiográficos,
el irregular Ferrara, surgido desde finales de los años setenta con cintas de
extrema violencia que crearon su reputación, propiciaron su entrada a los
grandes presupuestos (y mejores repartos) y al cine de culto (Corrupción
judicial, 1992; Secuestradores de cuerpos, 1993; Sin escrúpulos,
1998, por mencionar algunos títulos), ahora nos comparte su cotidianeidad y
sus procesos personales en cuanto a las relaciones afectivas o sociales. Dafoe,
quien ha filmado 7 (siete) películas con Ferrara (incluyendo la que siguió a
este título) se ha tornado en una especie de alter ego del realizador.
Además, la inclusión de la esposa e hija en la vida real del director, permite una mayor
afinidad con su realidad y el discurso que desea comunicar. Se siente que
estamos ante un Tommaso-Ferrara.
Ferrara nos muestra su amor por la
ciudad (Roma, a donde se mudó luego del ataque a las Torres Gemelas), las
desavenencias maritales debido a la hija pequeña que interrumpe el acto sexual
o la independencia de la esposa o el temor a la tragedia (ensueña una
infidelidad o imagina la muerte por atropello de su hija), el orgullo de haber
dejado atrás las adicciones o la enseñanza a las nuevas generaciones. Tommaso entrega
su corazón, literalmente, a inmigrantes sin hogar que se reúnen en la plaza. Y
eso es en realidad la película, un ejemplo fílmico de lo que se ha denominado
autoficción desde el momento en que los recuerdos modifican a los hechos vividos
o simplemente se establece otra realidad que se pinta ante la verdadera como
aquel “pentimento” que narraba Lillian Hellman en uno de sus libros
autobiográficos (trucados en partes.
Interesante como proceso de creación.
Inteligente en cuanto al manejo de sus elementos. Reiterativa en algunos de sus
temas (de hecho, es bastante larga a casi dos horas de duración que no resultan
ligeras), pero no se puede negar la capacidad de Ferrara para alterar a sus
espectadores y saber reintroducirlos en sus confesiones cuando éstas parecen haberse
salido de su atención.
Abel Ferrara y su alter ego Dafoe
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